La Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) ha alertado de que los últimos ocho años han sido los más cálidos a escala global desde que se cuenta con registros. Los expertos señalan como principales responsables al aumento constante en las concentraciones de gases de efecto invernadero y a la acumulación de calor.
De acuerdo con los datos hechos públicos por el organismo en 2022 la temperatura media global superó en aproximadamente 1,15 °C los niveles registrados en la etapa preindustrial (entre 1850 y 1900). Con este dato son ya ocho años consecutivos en los que la temperatura media mundial supera en al menos un grado estos niveles. Estas cifras son cuanto menos preocupantes ya que, a medida que pasa el tiempo, es cada vez más probable que se supere de forma transitoria el límite fijado de 1,5 °C establecido en virtud del Acuerdo de París.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte desde hace tiempo de que el cambio climático se erige ya como la mayor amenaza para la salud global. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la OMS ha llegado a la conclusión de que, para evitar impactos sanitarios catastróficos y prevenir millones de muertes relacionadas con el cambio climático (hasta 250.000 adicionales cada año entre 2030 y 2050), el mundo debe limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C.
Las emisiones del pasado ya han hecho inevitables un cierto nivel de aumento de la temperatura mundial y otros cambios en el clima. Sin embargo, un calentamiento mundial de incluso 1,5°C no se considera seguro; cada décima de grado de calentamiento adicional tendrá un grave impacto en la vida y la salud de las personas. Razón por la que los datos publicados por la WMO son alarmantes.
La temperatura media decenal en el periodo comprendido entre los años 2013 a 2022 se situó 1,14 °C por encima de los niveles preindustriales referidos. Esta cifra contrasta con los 1,09 °C registrados entre 2011 y 2020, según datos publicados en el Sexto Informe del IPCC, e indica que el calentamiento global a largo plazo continúa.
“La Niña”, fenómeno climático que forma parte del ciclo natural global del clima, ha ejercido un efecto de enfriamiento que ha hecho que el 2022 no sea el año más cálido, sino que ocupa la quinta o sexta posición. Las tres primeras posiciones de la clasificación están ocupadas por los años 2016, 2019 y 2020. Este fenómeno produce un enfriamiento a gran escala de la temperatura de la superficie del océano en las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de otros cambios en la circulación atmosférica tropical.
"En 2022 nos enfrentamos a diversos desastres meteorológicos trágicos que se cobraron demasiadas vidas y medios de subsistencia y socavaron la seguridad sanitaria, alimentaria, energética e hídrica"
“Pero este efecto de enfriamiento será efímero y no invertirá la tendencia del calentamiento a largo plazo provocada por los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero que retienen el calor en la atmósfera”, explican desde la WMO a través de un comunicado. Explican que hay un 60% de probabilidades de que La Niña se mantenga entre los meses de enero y marzo de 2023 para después dejar paso a las condiciones neutras asociadas a El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), lo que significa que no debería producirse ningún episodio ni del Niño ni de la Niña.
“En 2022 nos enfrentamos a diversos desastres meteorológicos trágicos que se cobraron demasiadas vidas y medios de subsistencia y socavaron la seguridad sanitaria, alimentaria, energética e hídrica, así como las infraestructuras. Amplias zonas de Pakistán quedaron inundadas, y ello acarreó importantes pérdidas económicas y humanas. Se produjeron olas de calor sin precedentes en China, Europa, América del Norte y América del Sur. Además, la pertinaz sequía que azota el Cuerno de África amenaza con provocar una catástrofe humanitaria”, ha declarado el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
La OMS ha alertado en numerosas ocasiones de que la crisis climática que estamos viviendo amenaza con deshacer los progresos que se han logrado en los últimos 50 años en materia de desarrollo, salud global y reducción de la pobreza, además de ampliar aún más las desigualdades sanitarias existentes entre las poblaciones y dentro de ellas.
El cambio climático afecta de múltiples formas a nuestra salud y no solo a través de los fenómenos climatológicos extremos. Provoca la alteración de los sistemas alimentarios, aumenta el riesgo de surgimiento y propagación de zoonosis y de las enfermedades transmitidas por alimentos, agua y vectores. Sin olvidar que el cambio climático socava muchos de los determinantes sociales de la buena salud, como la igualdad, los medios de subsistencia, las estructuras de apoyo social y el acceso a la atención sanitaria.
A corto y medio plazo las consecuencias del cambio climático sobre la salud estarán determinadas por la vulnerabilidad de las poblaciones, la resiliencia al ritmo actual del cambio climático y su capacidad de adaptación. En un escenario a largo plazo los efectos dependerán en gran parte de las medidas eficaces y transformadoras que se adopten hoy.
“Debemos mejorar la preparación ante estos fenómenos extremos y velar por la consecución del objetivo marcado por las Naciones Unidas de lograr alertas tempranas para todos en los próximos cinco años”, defiende Taalas. “En la actualidad, solo la mitad de los 193 miembros de la Organización Meteorológica Mundial dispone de servicios adecuados de alerta temprana, lo que agrava el balance de pérdidas económicas y humanas. También cabe mencionar las grandes deficiencias en las observaciones meteorológicas básicas en África y los Estados insulares, lo que merma en gran medida la calidad de los pronósticos meteorológicos”, concluye.