El suicidio es un problema de salud pública y una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Los intentos autolíticos, del mismo modo que muchos problemas de salud mental, han visto un incremento en los últimos años. Esto puede estar asociado a la pandemia de Covid-19, que supuso un importante impacto social a todos los niveles y a todas las edades, especialmente en la población infantil.
Un reciente artículo de metaaanálisis sobre conducta suicida en menores de 12 años estima que en torno a un 7,5% de los niños en esta franja de edad ha presentado ideas de muerte. Además, un 1,3% ha realizado un intento autolítico, una acción que no diferencia género en este grupo de edad, a diferencia que en los adultos en los que los intentos y pensamientos suicidas predominan en las mujeres.
La situación sorprende, dado que la idea de muerte es un proceso que se construye poco a poco a lo largo del desarrollo. “Habitualmente, los niños suelen presentar una comprensión de lo que verdaderamente implica entre los seis y los nueve años. En etapas más tempranas suele entenderse como un estado temporal o reversible, pudiendo variar en función de algunos factores, como la experimentación de una muerte familiar cercana”, ha explicado para ConSalud.esSara González Álvarez, de la Unidad de Hospitalización de Psiquiatría del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús.
Dra. González Álvarez: "La percepción por parte de los niños de una buena dinámica familiar, las relaciones basadas en la confianza y los vínculos seguros actúan como factores de protección frente a la ideación suicida”
Además, a pesar de que en adultos se sabe que cerca de un 70% de las personas que atentan contra su vida presentan algún trastorno de salud mental, no se cuenta con mucha información sobre el origen de esta situación en población infantil. “La conducta suicida es el resultado de interacciones complejas en las que intervienen características individuales, mediadas tanto por la genética como por el ambiente, modeladas por experiencias vitales y por el contexto sociocultural”, continúa la psiquiatra infantil.
En estos niveles existen factores de riesgo, siendo especialmente importantes en la infancia los relativos al contexto familiar y social, y su riesgo aumenta aún más cuando se combinan varios de ellos. En este aspecto destacan las dificultades sociales en la escuela como el aislamiento y ser víctima de bullying. Además, la disfunción familiar grave con violencia o maltrato también es un factor a tener en cuenta.
“Sabemos que la exposición mantenida a situaciones de violencia o maltrato intrafamiliar están relacionadas con la aparición de ideación suicida. Por el contrario, la percepción por parte de los niños de una buena dinámica familiar, las relaciones basadas en la confianza y los vínculos seguros actúan como factores de protección en relación a la misma”, explica la Dra. González Álvarez.
Para abordar esta situación, se puede actuar tanto identificando e interviniendo en los factores de riesgo como en la promoción y potenciación de los factores de protección. “Es fundamental prestar especial atención a menores con factores de riesgo, tanto a nivel individual (baja tolerancia a la frustración, inseguridad en las relaciones sociales o sentimiento de soledad) como a aquellos colectivos más vulnerables (familias muy disfuncionales con dificultades de crianza, entorno con comportamientos suicidas, entorno escolar con acoso)”, continúa la experta.
De este modo, de acuerdo con la psiquiatra infantil, las intervenciones que se basan en la identificación y el reconocimiento de las emociones, así como la potenciación del sentido de pertenencia a un grupo o el fomento de aficiones que hagan que el niño se sienta útil, pueden mejorar el bienestar de este. “Por supuesto, es fundamental tener siempre disponible un adulto que sepa proteger (no sobreproteger), sensible a las necesidades del niño en cada etapa y que acompañe y guíe durante la crianza”, aclara.
Dra. González Álvarez: “Es imprescindible consultar con Pediatría ante cualquier indicador que haga sospechar la presencia de ideas de muerte”
Para identificar si un niño está sintiendo ideas autolíticas, es necesario prestar atención a los cambios de comportamiento más o menos bruscos, como pueden ser la tendencia al aislamiento en casa y la escuela, la evitación del juego que le gusta o la participación en juegos muy agresivos.
Del mismo modo, el aumento de la irritabilidad, las alteraciones en el patrón del sueño o la alimentación, el abandono de actividades habituales o que generan disfrute y el empeoramiento académico repentino son otros indicadores de que algo puede no estar yendo bien. “Es imprescindible consultar con Pediatría ante cualquier indicador que haga sospechar la presencia de ideas de muerte”, destaca la psiquiatra del Hospital Universitario Niño Jesús.
Si las ideas persisten o evolucionan hacia pensamientos suicidas, se debe consultar rápidamente a Salud Mental. Desde los recursos de Salud Mental pueden realizarse intervenciones específicas, que van desde la valoración y orientación diagnóstica al abordaje y tratamiento de posibles trastornos de base. La línea de atención a la conducta suicida (024) o la Fundación ANAR ofrecen asistencia telefónica ante situaciones de crisis.
Por otro lado, las escuelas juegan también un papel fundamental a la hora de la prevención del suicidio infantil. “En los últimos años se está poniendo el foco en la implantación de planes de formación en prevención del suicidio dirigidos a profesionales del entorno educativo. Desde el mismo es fundamental la detección de factores de riesgo o señales de alarma, así como ofrecer atención y seguimiento a los niños que hayan verbalizado ideas de muerte”, continúa la experta.
La psiquiatra infantil destaca la importancia de la presencia de la enfermera escolar a la hora de prevenir el suicidio y otros trastornos. Además, las estrategias de abordaje y prevención del acoso escolar pueden impactar en la disminución del riesgo suicida. Del mismo modo, “la detección y apoyo a familias vulnerables, con dificultades para la crianza, por razones de psicopatología, sociales u otras, puede ser de gran ayuda en la prevención de los trastornos mentales de aparición en la infancia y adolescencia que pueden relacionarse con ideación de suicidio”, concluye Sara González Álvarez.