En los últimos años se han producido avances significativos contra el tabaquismo. Tras la aprobación de la Directiva sobre los productos del tabaco de la Comisión Europea (CE), la prevalencia del tabaquismo entre los mayores de 15 años descendió del 26% en 2014 al 23% en 2020, y la tasa entre los jóvenes cayó de un 25% en 2014 al 20% en 2020. Aun así, en los últimos años, el consumo de nuevas formas de tabaco como los cigarrillos electrónicos ha crecido exponencialmente, especialmente entre los jóvenes.
Según la encuesta EDADES, el 12,1% de las personas de 15 a 64 años los han consumido alguna vez en la vida cigarrillos eléctricos, porcentaje superior al obtenido en 2020 (10,5%), y casi el doble del 6,8% de 2015. El grupo de 15 a 24 años es el que presenta la mayor prevalencia de consumo: el 18,8% lo ha consumido alguna vez en la vida y el 9,1% en el último año. Asimismo, la prevalencia de consumo alguna vez en la vida es mayor en hombres para todos los tramos de edad.
Tal y como explica el Dr. Carlos Rábade, coordinador del área de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), “el hecho de que se haya banalizado su consumo y se haya utilizado incluso como un método para minimizar el daño del tabaco y que la gente evite fumar, ha hecho que estemos en un incremento de consumo. Pero lo que nos dice la evidencia es que el uso de este dispositivo no es seguro porque tiene un montón de componentes en el vapeo que son tóxicos y tienen efectos perjudiciales para la salud”.
"La solución para esto es conseguir una equiparación y actualización de la Ley Antitabaco, que es fundamental e impide el acceso de estos productos a la población general y a la más sensible"
El cigarrillo electrónico consta de líquidos como propilenglicol, glicerina y nicotina que generan “daño respiratorio y exacerban enfermedades respiratorias que pueden producir un deterioro de la función pulmonar. También hay estudios que argumentan que el humo del vapeo puede también aumentar el riesgo cardiovascular, porque produce un aumento de la inflamación y a la vez de las patologías cardiovasculares”.
Además de los diversos problemas para la salud que conlleva 'vapear', también “es una fuerza de entrada al consumo del tabaco y también hace el refuerzo de conducta de nicotina que los fumadores no usen los métodos científicos que han demostrado que si funcionan para dejar de fumar, como el tratamiento farmacológico y el psicológico. Los cigarrillos electrónicos se han vendido como una forma de reducir el paño o para dejar de intentar de fumar, pero realmente no ha demostrado su eficacia y lo que hace es totalmente lo contrario. Lo que hacen realmente es normalizar el consumo de tabaco”, cuenta el experto.
"Lo que nos dice la evidencia es que el uso de este dispositivo no es seguro porque tiene un montón de componentes en el vapeo que son tóxicos y tienen efectos perjudiciales para la salud"
Es más, en los últimos años se ha dado un rápido crecimiento en el mercado de estos productos. Han sido adquiridos y desarrollados en varios casos por las grandes empresas tabacaleras, quienes están realizando potentes campañas de marketing. Por ello, a los expertos les preocupa el aumento que ha habido entre los jóvenes y destacan que es urgente monitorizar el uso de estos productos y desarrollar estrategias para prevenir la promoción, venta y uso de cigarrillos electrónicos por adolescentes.
Además, también reclaman una regulación que equipare el cigarro electrónico con el tabaco convencional. “Desde Separ decimos que el cigarrillo electrónico es un dispositivo de liberación de nicotina y debe tener la misma regulación que el tabaco convencional. Sobre todo no queremos que cualquier persona pueda acceder a este tipo de sistema, bien sean vapeadores de última generación como los nuevos vapeadores y a los que cada vez interesan más a los adolescentes y más jóvenes. La solución para esto es conseguir una equiparación y actualización de la Ley Antitabaco, que es fundamental e impide el acceso de estos productos a la población general y a la más sensible”, demanda el Dr. Rábade.