El Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, en coordinación con el Departamento de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, ha puesto en marcha un dispositivo para asistir a las personas desplazadas por el conflicto en Ucrania.
Las instalaciones del antiguo Forem de Mutilva que hasta hace unos días servían como referencia para temas relacionados con la pandemia, ahora disponen de una sala de espera con juguetes para los niñas y niñas de las familias ucranianas, un pequeño informe con informaciones sanitarias y partes de cuerpo en ucraniano y castellano, y dos pequeños consultorios para reconocimientos médicos básicos para adultos y también de pediatría.
Kiko Betelu, responsable de la Subdirección de Urgencias señala que se trata de regularizar o normalizar de alguna manera la asistencia sanitaria y hacer una primera recepción para aquellas personas que acaban de llegar. "Aquí comprobamos sus datos, se les abre un expediente en el sistema y se les asigna un CIPNA, el Código de Identificación de Navarra, que más tarde, hecho el empadronamiento y obtenida la protección temporal como personas refugiadas se convertirá en una futura tarjeta de salud”, explica. La cobertura sanitaria de Navarra ha conseguido atender a 650 personas, casi la mitad de los 1.287 refugiados procedentes de Ucrania.
“No tenemos suficientes palabras para agradecer toda la atención que nos están presentando aquí en Navarra"
Uxue Apezteguia es una de las personas que participan en la ONG Segunda Familia, una organización que lleva desde hace una década acogiendo a menores procedentes de Ucrania. En esta ocasión, Uxue acompañó desde Polonia hasta el Forem a Varvara junto con su hija Irina y sus nietas Yulia y Viktoriia. “Todo en el viaje ha ido muy bien, pero hicimos muchas paradas porque venían niños pequeños y personas vulnerables, como un niño que está en tratamiento oncológico y otro que parece ser que tiene algún trastorno del espectro autista y necesita atención. También hay que recordar que muchas de estas personas vienen muy tocadas por la guerra, sus maridos y familiares se han quedado allí y han sido semanas muy complicadas”, relataba Uxue.
Viktoriia, de 15 años, asegura que "da mucho miedo" lo que pasa en Ucrania, las bombas "no tienen compasión" por nadie. "Está todo destrozado. Pasamos muchos días en los refugios, escondidas bajo tierra, en los sótanos, sin comida, con frío. Hemos visto morir a amistades, personas conocidas y familiares. Han sido días muy duros, muy desgarradores. Y aunque aquí estamos bien, seguimos preocupadas. Mi padre y mis tíos siguen allí, bajo los proyectiles, las balas y los cohetes”, relata.
En su llegada pasaron un reconocimiento médico para conocer su estado actual y en caso de que fuese necesario recibir tratamiento, como en el caso de Varvara que a sus 70 años tiene la tensión alta por los nervios y el estrés producido por esta traumática situación. “No tenemos suficientes palabras para agradecer toda la atención que nos están presentando aquí en Navarra, sufrimos mucho, pero estamos muy agradecidas”, señaló la abuela de Viktoriia junto con un “Diakuyu, diakuyu”. “Gracias, muchas gracias”, en ucraniano.