El cáncer sigue siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, y su impacto es muy significativo en la población de edad avanzada. A medida que la esperanza de vida aumenta y el envejecimiento de la población se convierte en una realidad global, la incidencia de cáncer en personas mayores se eleva de manera preocupante. Este fenómeno plantea desafíos complejos en el diagnóstico, tratamiento y manejo de la enfermedad, debido a las características únicas y las múltiples comorbilidades que a menudo afectan a este grupo etario.
“Los pacientes mayores con cáncer pueden llevar en sus mochilas muchas más ‘cosas’ que los pacientes jóvenes. Hablamos de enfermedades crónicas como diabetes o insuficiencia cardiaca, síndromes geriátricos como el deterioro cognitivo o cualquier otra enfermedad”, explica para ConSalud.esNicolás M. González Senac, facultativo especialista en Geriatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Todo esto puede añadir gran complejidad al abordaje de la enfermedad. “Por ello, es importante que la situación sea conocida por los profesionales sanitarios, para que puedan diseñar planes de tratamiento adecuados a casa paciente”. El experto aclara que esto no quiere decir que los pacientes mayores tengan siempre más problemas que los jóvenes, pero tienen más riesgo de tenerlos, por lo que se deben aplicar tratamientos adecuados para cada paciente.
Las comorbilidades son una cuestión importante a la hora de diseñar un tratamiento para cualquier paciente, independientemente de su edad. “Hay algunas comorbilidades que pueden influir en la elección de ciertos agentes terapéuticos, ya que muchos tratamientos pueden generar toxicidad a nivel cardiológico o neurológico. Además, muchas llevan al sanitario a plantearse si hay que dar la misma importancia a las comorbilidades que al cáncer”. Los oncólogos deben enfrentarse a dos retos a la hora de elegir un tratamiento, por ejemplo, de quimioterapia, para un paciente mayor: el riesgo de toxicidad y la falta de adherencia. El primero tiene que ver con las probabilidades de tener más comorbilidades y síndromes geriátricos, mientras que el segundo tiene que ver con que, a veces, el cumplimiento de las pautas terapéuticas puede ser complejo por factores ajenos a las propias enfermedades.
"Hay algunas comorbilidades que pueden influir en la elección de ciertos agentes terapéuticos, ya que muchos tratamientos pueden generar toxicidad a nivel cardiológico o neurológico"
Para minimizar la toxicidad de los tratamientos en la población mayor, la estrategia más recomendada es la valoración geriátrica integral (VGI), que permite identificar problemas que muchas veces no se han valorado en consulta. La VGI no solo posibilita el diseño de intervenciones personalizadas, sino que también puede alertar sobre si el tratamiento habitual puede ser demasiado arriesgado para el paciente. En caso de serlo, los tratamientos deberán ser adaptados para evitar la toxicidad y el empeoramiento de la calidad de vida. “Esta herramienta forma parte del día a día de los profesionales de Geriatría, pero aún se está abriendo camino dentro de otras especialidades ligadas a la atención del paciente mayor con cáncer. Por ello, en muchos centros de España se está optando por la creación de unidades de Oncogeriatría, para intentar asegurar que la VGI se emplee a la hora de valorar a todos los pacientes mayores vulnerables”.
Con la valoración geriátrica integral se tienen en cuenta distintos dominios de la vida de los pacientes mayores, entre los que se encuentran la capacidad funcional, el rendimiento físico y la fragilidad. “Estudiamos cómo se desenvuelven los pacientes dentro de su domicilio y en la comunidad, valorando si preservan la autonomía para realizar actividades básicas de la vida diaria, como ducharse y vestirse, y actividades más complejas, como manejar sus finanzas”.
Además, el papel de la Oncología Geriátrica en la personalización del tratamiento es clave. “Lo que esta disciplina promueve no es otra cosa que incluir en los equipos de profesionales a personal perteneciente a disciplinas diversas, como Psicología o Nutrición, para hacer posible la personalización del tratamiento. Esto consiste en hacer valoraciones realmente holísticas y planificar de acuerdo a las aportaciones de cada uno de los actores del equipo multidisciplinar”.
¿CÓMO SE ABORDAN LAS COMPLICACIONES?
Cuando un paciente con cáncer y con enfermedades crónicas tiene alguna complicación, ya sea por el propio cáncer o por el tratamiento dirigido contra el mismo, la complicación deberá ser tratada de forma habitual, pero teniendo en cuenta la enfermedad crónica. “Si un paciente con cáncer y con insuficiencia cardiaca crónica comienza con un fallo renal por el tratamiento antineoplásico, habrá que rehidratarle teniendo en cuenta que no se puede someter a su corazón a una sobrecarga excesiva de volumen, porque entonces podríamos provocarle un fallo cardiaco”, ejemplifica el experto.
“La recomendación más importante es que, al atender a un paciente mayor con cáncer, nunca podemos dar nada por sentado”
A su vez, aporta otro ejemplo en el que el propio cáncer o un evento adverso relacionado con un tratamiento empeoran una dolencia crónica, y dicho empeoramiento supone una disminución en la calidad de vida del paciente o una pérdida de autonomía en alguna actividad de su vida diaria. “En este último escenario lo que ocurre es que, si al comienzo del tratamiento hubiésemos observado algo que nos hubiese alertado de que esto podía ocurrir, entonces quizás nos podríamos haber adelantado a la situación y así amortiguar un poco su efecto sobre la vida del paciente”.
Esto evidencia la importancia de prestar atención a absolutamente todo lo que sucede. “La recomendación más importante es que, al atender a un paciente mayor con cáncer, nunca podemos dar nada por sentado”. En este sentido, el experto indica que es importante que la ‘foto’ que se le hace al paciente cuando entra en la consulta no guíe todas las decisiones, sino que se fomente la generación de preguntas y la realización de una valoración geriátrica integral. “Hay infinidad de respuestas a todas las preguntas que nos podemos plantear, y es nuestra responsabilidad averiguarlas. Tenemos que recordar que si los pacientes mayores se caracterizan por algo es porque son francamente heterogéneos. Y eso debemos recordarlo siempre que el paciente entra a la consulta”.