La Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, conocida comúnmente como ASMR, por sus siglas en inglés, es un fenómeno biológico mediante el cual, a través de estímulos auditivos o visuales, se producen sensaciones agradables de hormigueo que comienzan en la parte superior de la cabeza y se extienden por todo el cuerpo.
Esta práctica que comenzó con el auge de las redes sociales y YouTube y, desde entonces, no ha dejado de crecer en los últimos años, sobre todo en personas que sufren ansiedad u otras patologías como el insomnio ya que “les relaja”. Es por eso, por lo que aunque hay pocos estudios al respectos, los psicólogos ya hablan de ello con sus pacientes.
Los primeros en ver que estaban ante un tema que investigar fueron Emma Barratt y Nick Davies, psicólogos de la Universidad de Swansea (Reino Unido), que analizaron por primera vez en 2015 qué motivaba a la gente a ver este tipo de vídeos. En el estudio, publicado en la revista 'PeerJ', argumentaban que “el ASMR puede ser inducido, en aquellos que sean susceptibles, por un conjunto de detonantes bastante consistente”.
"El mismo contenido para una persona puede ser algo gustoso para otras personas ser algo neutro"
Los detonantes son aquellos sonidos o acciones que desencadenan la sensación de placer y relajación, a los que en ocasiones se une un cosquilleo en la cabeza o el cuello. "Dado los beneficios reportados del ASMR en mejorar el ánimo y los síntomas del dolor, sugerimos que se someta a más investigaciones como una medida potencialmente terapéutica similar a la meditación o el mindfulness".
Otro estudio publicado en 2022 en la revista PLOS ONE halló nuevas pruebas de que el ASMR podría servir como intervención para individuos con niveles elevados de neuroticismo y ansiedad en general, por lo que el “el ASMR puede ser una intervención psicológica adecuada para los individuos ansiosos en general". Sin embargo, recalcan que “son necesarias más investigaciones para abordar las limitaciones de este estudio y mejorar su comprensión”.
“A mí me relaja mucho el ASMR de las uñas”, esta fue la primera vez que escuchaba esas siglas en la consulta de psicología clínica infanto-juvenil, por parte de una adolescente de 15 años cuyo motivo de consulta inicial eran síntomas de ansiedad, hace algunos años ya”, detalla Mª Victoria Sánchez, psicóloga clínica. “En esa misma sesión, la madre de la paciente explicaba: 'A mí me pone muy nerviosa lo de las uñas, pero me relajan mucho los vídeos en los que sale alguien masticando chicle… sé que es raro, no sé por qué, pero me da sensación de paz'".
"Los terapeutas aprendemos de la experiencia de las personas que atendemos, pudiendo compartirlo en posteriores procesos terapéuticos"
En los años posteriores se ha establecido como un recurso que algunas personas usan como estrategia habitual de regulación emocional: a algunas personas les puede transmitir tranquilidad, a otras personas les sirve como recurso para distraerse y dejar de poner atención a emociones desagradables o pensamientos perturbadores. Es una estrategia que “a corto plazo puede ser útil. Si bien, cuando hay síntomas persistentes, como ocurre con la ansiedad, además de es necesario comprender cuál es el sentido de ese síntoma como señal, qué historia hay detrás, etc.”.
Por lo tanto, la experta llegó a varias conclusiones. La primera de ellas es que el ASMR es un recurso que utilizan tanto niños y adolescentes como adultos. También, que “el mismo contenido para una persona puede ser algo gustoso o relajante, para otras personas ser algo neutro y para otras ser un disparador que hace que se salga de su ventana de tolerancia emocional, es decir, entre en un estado de hiperactivación, como la inquietud o hipoactivación, que sería lo mismo que desconectarse”. Asimismo, a veces no logramos saber por qué determinadas cosas nos relajan o son un disparador. En parte puede explicarse por “cuestiones de la biografía que estén en la memoria implícita, es decir, que no somos conscientes”.
Con todo ello, la psicóloga aunta que "un proceso de psicoterapia debe incluir en su recorrido acompañar al paciente en la exploración de recursos de regulación emocional, tanto recursos de auto-regulación (los puede utilizar de forma autónoma, como ASMR) como de co-regulación (en la relación con otras personas). Empezaremos por los que ya conoce y ayudaremos a generar nuevos recursos si es necesario. Sin duda, los terapeutas aprendemos de la experiencia de las personas que atendemos, pudiendo compartirlo en posteriores procesos terapéuticos”.