La artritis gotosa, conocida comúnmente como gota, es un problema de salud que afecta al 2,3% de la población española, según el estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología (SER). Por ello, el doctor Juan Carlos Nieto, reumatólogo del Hospital Ruber Internacional y del Centro Médico Ruber Internacional Habana, ha querido dar visibilidad a la enfermedad.
En este sentido, el reumatólogo explica que la gota es una enfermedad metabólica que produce un aumento de ácido úrico en sangre. “El ácido úrico se deposita en las articulaciones y en los tendones de las articulaciones y, tras un estímulo desencadenante, como un traumatismo, por ejemplo, se produce una artritis aguda y muy dolorosa”, comenta el experto.
El reumatólogo señala que la localización más característica de la gota es la inflamación de la primera metatarsofalángica de los pies. Estos episodios, con el tiempo, van aumentando en frecuencia y en articulaciones que se ven afectadas. “Además de la propia artritis, se ha demostrado un aumento del riesgo cardiovascular de los pacientes con gota. Por otro lado, la hiperuricemia favorece la hipertensión arterial”, añade.
Se trata de una patología que, a pesar de que no tiene cura, puede llegar a ser controlada por completo. En los últimos años se han comercializado nuevos fármacos que controlan los niveles de ácido úrico en sangre, mejorando el control de la artritis gotosa. Sin embargo, el mayor cambio se ha producido en lo relativo a la estrategia del tratamiento, que es más estricta y mejora el pronóstico de los pacientes.
En torno al 30 % de los afectados no se trata y, de los que lo hacen, no llega al 40 % los que consiguen alcanzar el objetivo terapéutico
Por otro lado, aunque esta patología es fácil de tratar en la mayoría de pacientes, el manejo es deficiente en más del 50% de los casos, según apuntan los datos. De acuerdo con la SER, en torno al 30 % de los afectados no se trata y, de los que lo hacen, no llega al 40 % los que consiguen alcanzar el objetivo terapéutico.
En lo relativo al diagnóstico, el doctor Nieto comenta que la ecografía articular puede detectar depósitos de cristales de ácido úrico tanto en articulaciones como en tendones, “favoreciendo el diagnóstico temprano y ayudando en el seguimiento, es decir, controlando el tamaño de los depósitos”.
La enfermedad puede prevenirse a través de cambios en los hábitos de vida y con tratamientos farmacológicos que reduzcan los niveles de ácido úrico. “En pacientes que ya han desarrollado una artritis, el control estricto de la uricemia en sangre permite eliminar progresivamente los depósitos articulares y periarticulares, disminuyendo o previniendo el riesgo de futuros brotes”, concluye el doctor Nieto.