Arranca el estudio Intersticio post-covid, el primer estudio nacional, observacional, prospectivo, con un seguimiento a dos años, para predecir qué pacientes, tras superar una neumonía por COVID-19 grave, con distrés respiratorio, evolucionan favorablemente y consiguen resolver la crisis pulmonar sin secuelas y qué pacientes desarrollan alteraciones intersticiales. En este último caso, también se busca definir en qué casos estas secuelas intersticiales, incluida la fibrosis pulmonar, quedan estables y en qué casos progresan.
Esta semana ha comenzado el reclutamiento prospectivo para este estudio, que pretende reclutar a un total de 120 pacientes y seguirlos a lo largo de dos años. Es una iniciativa impulsada por el PII-EPID de SEPAR (acrónimo de Programa Integral de Investigación de las Enfermedades Intersticiales Pulmonares Difusas, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) y está financiado por Boehringer Ingelheim.
Los datos clínicos que se obtengan se volcarán en la plataforma RECOVID, de SEPAR, un amplio registro con 5.000 pacientes, impulsado con el objetivo de conocer el perfil de los pacientes con COVID-19. El nuevo estudio impulsado por el PII de EPID de SEPAR está abierto a la participación de cualquier centro español que pueda reclutar a pacientes con las características requeridas (pacientes mayores de 18 años, sin patología intersticial previa conocida, que estén en recuperación de una COVID-19 severo con SDRA -síndrome de dificultad respiratoria aguda- y que sean controlados tras alta hospitalaria a través de un protocolo asistencial). El diseño del estudio se ha efectuado de manera que los datos que se obtengan sean superponibles a los de cualquier país.
Los resultados ayudarán a optimizar recursos, al permitir definir qué pacientes tienen alto riesgo de secuelas y necesitarán seguimiento en consultas post-COVID
El pulmón es el órgano diana de la COVID-19. La neumonía bilateral aguda causada por la COVID y que lleva a los pacientes a urgencias supone un riesgo de intubación en el 25% de los casos, según la experiencia acumulada durante la primera y segunda ola en España. Una vez superada la fase más aguda de la enfermedad, todavía se desconoce qué pacientes van a desarrollar secuelas pulmonares intersticiales post-COVID-19, incluida la fibrosis pulmonar, y qué pacientes se van a recuperar.
“La importancia de este nuevo estudio es que nos ayudará a resolver numerosos interrogantes. “A día de hoy, no disponemos de ningún factor predictivo de alteración pulmonar después de la infección aguda por COVID-19, ni está definido el tipo de alteración que puede provocar, ni en qué porcentaje de casos de COVID-19, ni el tipo de población a la que afecta ni si la medicación puede influir sobre las secuelas o no”, señala la Dra. María Molina, neumóloga y directora del PII de EPID, de SEPAR.
Por el momento, solo se dispone de datos de secuelas con un seguimiento de menos de un año -el tiempo que lleva la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 en curso-, pero no de datos de estas secuelas a largo plazo.
UNA OPORTUNIDAD PARA OBTENER RESPUESTAS
“El objetivo del nuevo estudio es evaluar no solo en qué pacientes se repara el daño pulmonar ocasionado por la COVID-19, sino aquellos en los que esta enfermedad deja secuelas crónicas. Queremos conocer los factores predisponentes que conducen a una evolución u otra. Para ello, necesitaremos recabar tanto parámetros clínicos como biomarcadores”, informa la Dra. Molina.
Con este propósito, se recogerán los datos clínicos de los pacientes incluidos, se les tomará una muestra de suero y DNA y se les seguirá durante dos años. “El daño pulmonar agudo o DAD (daño alveolar difuso) no solo se produce en la COVID-19, también lo pueden causar otros virus como la gripe A, y las secuelas pulmonares pueden ser variables en función de la capacidad reparativa del huésped (predisposición genética, envejecimiento biológico), la severidad del daño inducido, complicaciones o tratamientos recibidos. Conocer los factores clínicos y los biomarcadores que influyen en ello es crucial para reducir el impacto de la COVID-19 a largo plazo”, añade la doctora.
“En este estudio en pacientes post-COVID-19, se analizarán datos clínicos, características iniciales y evolutivas, genética, y mediadores séricos, y se analizarán en función de si han desarrollado o no alteraciones intersticiales y, posteriormente, entre los que presentan alteraciones parenquimatosas, se diferenciarán aquellos que reparan-recuperan la función o estado previo a la infección de aquellos en los que los cambios quedan establecidos o incluso presentan progresión de la fibrosis pulmonar. La COVID-19 es una oportunidad para estudiar cómo se produce este daño pulmonar crónico después de un daño agudo”, destaca Molina.
Al respecto, la Dra. Molina explica que “aproximadamente el 1-5% de los pacientes que sufren una enfermedad vírica grave que afecta al pulmón acaban desarrollando secuelas de forma crónica. En un invierno normal, ese porcentaje equivale a un número muy limitado de casos. Pero, con la COVID-19, pensamos que esa minoría puede suponer una N muy alta, gracias a lo cual podremos entender mejor cómo se regenera el pulmón, en qué situaciones lo hace y en qué otras situaciones deriva hacia secuelas. Recoger todos estos casos sólo es posible trabajando en red de forma colaborativa multicéntrica nacional, en este caso gracias a la red ya establecida a través del PII de EPID de SEPAR”.
Los resultados que se obtengan tendrán aplicabilidad en la atención sanitaria que se dispense a los pacientes. Aquellos que tengan un perfil de bajo riesgo de desarrollar secuelas postCOVID no requerirán un seguimiento a largo plazo tras haber superado la COVID. Pero aquellos que tengan alto riesgo de desarrollarlas, necesitarán un seguimiento estrecho en las consultas postCOVID. “La información que obtengamos gracias a este estudio nos permitirá optimizar los recursos sanitarios el día de mañana”, apostilla Molina.