Con las bajas temperaturas se reduce el número de horas de sol, algo que puede tener diferentes consecuencias en la salud de las personas. En este sentido, la reducción del tiempo de exposición a la luz natural puede afectar al ritmo del sueño, favorecer la manifestación de síntomas de ansiedad, o de síntomas depresivos, e incluso alterar el apetito.
“El Trastorno Afectivo Estacional (TAE), también conocido como depresión estacional. Es un fenómeno que se intensifica en los meses de otoño e invierno y que presenta unos síntomas similares a los de la depresión, con cambios a periodos de eutimia en primavera o verano” explica Andrea Trujillo, psicóloga de Blua de Sanitas. “Esto se suele traducir en tristeza, astenia, irritabilidad y, en ocasiones, en una mayor necesidad de consumir hidratos de carbono, como por ejemplo dulces” explica.
“El Trastorno Afectivo Estacional, también conocido como depresión estacional, presenta unos síntomas similares a los de la depresión”
La etiología de este trastorno no está clara. Actualmente se considera que su origen es multifactorial. Uno de los factores que se cree que influye en estos síntomas es la falta de vitamina D, propiciada por el sol e involucrada en la síntesis de la dopamina y la serotonina en el cerebro. A este respecto, cabe destacar que entre el 80-90% de esta vitamina se obtiene gracias a la exposición solar, mientras que el 10-20% se adquiere de la dieta.
En este contexto, y según señala la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en España, a pesar del clima, la población no alcanza los niveles óptimos de vitamina D. De hecho, en torno al 80% de los individuos mayores de 65 años en España no cuenta con la cantidad adecuada de vitamina D en su cuerpo, algo que se da en el 40% de la población menor de 65 años. Esto se puede deber al escaso aporte dietético, a la protección a la exposición solar en los meses de verano y a que España está por encima del paralelo 35ºN, donde, debido a la inclinación, la posibilidad de sintetizar la vitamina D es escasa en invierno y primavera, tal y como informa esta asociación.
Uno de los factores que se cree que influye en estos síntomas es la falta de vitamina D, propiciada por el sol
Ante ello, Andrea Trujillo, psicóloga de Blua de Sanitas recomienda realizar ejercicio físico al aire libre y a la luz del día de forma regular. Por un lado, porque el deporte contribuye a aliviar el estrés y al bienestar tanto mental como físico y, por otro, porque la luz solar aporta los niveles de vitamina D que pueden ayudar a reducir la manifestación de los síntomas asociados al TAE. Asimismo, es imprescindible combinar el ejercicio físico con una dieta equilibrada que aporte las vitaminas necesarias.
Además, los expertos aconsejan cuidar las rutinas de sueño y descansar entre 6 y 8 horas al día. Es importante procurar acostarse y levantarse todos los días a la misma hora y seguir un orden para favorecer un patrón de sueño regular. Igualmente, es conveniente seguir una rutina e intentar mantener un control y una planificación de las actividades que se van a realizar a lo largo del día. Por último, si los síntomas se intensifican, algunas personas pueden necesitar ayuda por parte de un profesional de la salud mental, como un psicólogo, que determine si realmente padece un TAE y pueda establecer cuál es el mejor tipo de tratamiento a seguir.