La anemia es una afección que provoca que el organismo produzca una cantidad inferior de lo normal de glóbulos rojos sanos. Es especialmente prevalente en mujeres, gestantes y niños pequeños. De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que en todo el mundo, el 24% de la población mundial presenta algún tipo de anemia y son anémicos un 40% de los niños menores de 5 años y un 40% de las embarazadas.
El resultado es que se reduce el trasporte de oxígeno y de dióxido de carbono por nuestra sangre, minimizando así la energía que recibe nuestro organismo, lo que produce cansancio y debilidad, dificultad para respirar, dolor en el pecho y la cabeza, manos y pies fríos, y según empeora la anemia, los síntomas son más graves.
Si un niño sufre esta patología de manera crónica verá afectado su crecimiento. “Sufren hipoxia tisular, es decir, los tejidos no reciben el aporte de oxígeno necesario y no crecen igual. Además tienden a tener un rendimiento más bajo y problemas de concentración”, explica a Consalud.es la Dra. Fiorella Medina, médico especialista en Hematología y Hemoterapia Hospital Clínico San Carlos y del Grupo Español de Eritropatología de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).
El objetivo es reducir a la mitad las tasas de anemia en mujeres en edad fértil en 2025
Si es en el caso de una mujer embarazada, se puede producir insuficiencia cardiaca, desprendimiento de placenta, parto prematuro, bajo peso del bebé cuando nace o malformaciones, hemorragia posparto grave, e infecciones maternas posparto. “También se ha observado que los niños de madres que durante el embarazo tenían anemia tienen mayores dificultades en el desarrollo neuroconductual”, indicaba a este medio la Dra. María Jesús Cancelo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Guadalajara.
El origen de una anemia puede ser variable, existiendo enfermedades que dañan la medula ósea o destruyen los glóbulos rojos como puede ser un cáncer, la malaria, el sida o una enfermedad intestinal inflamatoria. Pero lo más común es la anemia por falta de hierro o ferropénica. Una falta de hierro, clave para producir glóbulos rojos, produce una reducción de los glóbulos rojos. En la mayoría de los casos la falta de hierro se produce por una falta de dieta saludable. También por problemas nutritivos por carencias de folato, vitaminas B12 o A.
La OMS estableció un Plan Integral sobre nutrición materna, del lactante y del niño pequeño con el que reducir la malnutrición y con ello los casos de anemia. El objetivo es reducir a la mitad las tasas de anemia en mujeres en edad fértil en 2025 y disminuir en un 40% el número de niños menores de cinco años en el mundo que sufre retraso en el crecimiento. Pero todavía falta mucho a nivel mundial para conseguir estas metas.
PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA EN EL MUNDO
Es cierto que en los últimos años se ha vivido una reducción del porcentaje global de anemia. En 2010 se calculaba que un 32% de la población mundial sufría esta patología, actualmente hablamos de un 24%. Pero en los últimos años esta realidad se está revirtiendo en los grupos más sensibles a esta afección. En el caso de los niños menores de e 5 años, desde el 2000 la tasa cayó de un 48 a un 40% en 2019, según datos del Banco Mundial, en una caída que, sin embargo, se ha mantenido estable desde 2015. Al sobrepasar el 40% se trata de un problema de Salud Pública.
En las mujeres de edad fértil, de entre 15 y 49 años, contemplamos, según la misma fuente de datos, que del 2000 al 2013 se produjo una reducción del 31% al 29% de casos de anemia. Sin embargo de 2013 a 2019 el porcentaje ha vuelto a crecer hasta el 30%. “En el caso de ferropénico de una mujer muchas veces tiene origen ginecológico por un sangrado copioso o crónico, pero en su mayor parte se debe a una mala nutrición y se les trata pautando carnes que tienen más hierro, espinacas y hojas verdes, y en muchas casos terminamos dándoles complementos”, indica la Dra. Medina.
El caso de una anemia producida por una enfermedad es más difícil de controlar y puede provocar un daño crónico a largo plazo
En los casos de una anemia por falta de hierro o de vitaminas, la recuperación de estos nutrientes permiten que la anemia desaparezca y se recupere la salud y la calidad de vida de antes del episodio. Sin embargo, el caso de una anemia producida por una enfermedad es más difícil de controlar y puede provocar un daño crónico a largo plazo, “aunque el nivel de recuperación también es alto”, indica la experta de la SEHH.
¿Y ESPAÑA?
En España a nivel asistencial se está intentando reducir la tasa de anemia con derivaciones rápidas y tratamientos pautados dependiendo del origen de la patología. Sin embargo, la tasa no termina de reducirse. Según datos publicados en el Banco Mundial, la tasa de anemia en menores de 5 años en España ha aumentado de un 12% en el 2000 a un 15% en 2019. Un aumento sostenido en estos veinte años que refleja que ha mejorado el diagnóstico, pero que no se termina de controlar la subida de casos.
El mismo aumento se observa en las mujeres en edad fértil. La anemia en el 2000 afectaba a un 11,5% de esta población, en 2019 casi alcanza el 13,5%. Si nos vamos a mujeres embarazadas la incidencia podría aumentar hasta el 54%, según un estudio citado por el Foro Español de Pacientes. Es un problema de salud pública que puede ser grave y al que al final no se presta todavía la suficiente importancia.
A nivel nacional no existe un plan para abordar la anemia, principalmente la ferropénica o la que tiene origen en una falta de vitaminas, lo que empeora la lucha contra esta patología. “En las consultas nosotros les damos consejos, dotamos de tratamiento o derivamos a los especialistas si el origen se debe a un sangrado del colon o a una enfermedad autoinmune. Pero sería adecuado que en Atención Primaria y en las consultas externas se crearan protocolos de atención para abordar este problema de salud”, concluye la Dra. Medina.