El VIH/SIDA sigue siendo un desafío significativo para la salud pública a nivel mundial, a pesar de los avances en el tratamiento y la prevención. Un artículo publicado en The Lancet, utilizando datos del Estudio de Carga Global de Enfermedades (GBD) y proyecciones hasta 2050, analiza la situación actual del VIH y señala los esfuerzos necesarios para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible relacionados con la erradicación del VIH/SIDA para 2030.
El análisis revela que pese a los progresos significativos en la reducción de nuevas infecciones y muertes relacionadas con el VIH, muchos países aún enfrentan desafíos importantes. La incidencia global de nuevas infecciones por VIH ha disminuido, pero no de manera uniforme. Las regiones del África subsahariana siguen siendo las más afectadas, con tasas de infección que superan las de otras partes del mundo.
A pesar de los avances en la disponibilidad de tratamientos antirretrovirales, las desigualdades en el acceso a estos servicios son evidentes. Las poblaciones más vulnerables, incluidos los hombres que tienen sexo con hombres, las personas que usan drogas y las trabajadoras sexuales, a menudo encuentran importantes barreras para acceder a la asistencia sanitaria. Esto resalta la necesidad de políticas que aborden estas desigualdades y garanticen que todos los grupos tengan acceso a la atención necesaria.
El artículo también apunta al impacto de la pandemia de COVID-19 en los programas de VIH. A pesar de las preocupaciones iniciales, muchos países lograron mantener la continuidad de los servicios de tratamientos antirretrovirales y otras intervenciones relacionadas con el VIH. Sin embargo, la pandemia ha exacerbado las desigualdades existentes y ha desviado recursos de la respuesta al VIH.
“La profilaxis previa a la exposición (PrEP) es una herramienta clave, pero su implementación debe ser efectiva y accesible”
Las proyecciones hasta 2050 indican que, si no se intensifican los esfuerzos de prevención y tratamiento, la carga del VIH podría aumentar en ciertas regiones. Se estima que el número de nuevas infecciones podría superar los 370.000 casos anuales, y los fallecimientos relacionadas con el VIH podrían alcanzar cifras alarmantes si no se implementan estrategias efectivas.
RECOMENDACIONES PARA UNA RESPUESTA GLOBAL
Entre las recomendaciones para optimizar la respuesta global al VIH, el artículo señala que es fundamental aumentar la cobertura de antirretrovirales, asegurando que todos los individuos que lo necesiten tengan acceso a tratamientos efectivos y adaptados a sus preferencias. Esto incluye la implementación de formulaciones de larga duración que puedan mejorar la adherencia al tratamiento.
Además se pone el foco en la prevención, subrayando la necesidad de adaptar las modalidades de prevención a las necesidades individuales y comprometiendo a las poblaciones prioritarias. La profilaxis previa a la exposición (PrEP) es una herramienta clave, pero su implementación debe ser efectiva y accesible.
En cuanto al diagnóstico, se reconoce que es crucial facilitar el diagnóstico temprano y el acceso a la atención. Esto implica promover pruebas de VIH accesibles y libres de estigmas, así como empoderar a las personas para que comprendan sus riesgos y busquen pruebas.
“A medida que la población de personas que viven con el VIH envejezcan, las necesidades de atención sanitaria evolucionarán e incluirán la gestión de otras enfermedades crónicas”
El artículo concluye que para mantener y vigorizar la respuesta mundial al VIH, con una previsión de 44 millones de personas conviviendo con el VIH en 2030 y con más de un millón de nuevas infecciones cada año, la comunidad mundial necesitará liderazgo, compromiso, colaboración e innovación. Las inversiones en programas contra el VIH, apuntan, “tendrán que estar a la altura de la creciente demanda y reflejar una verdadera asociación”.
Reconocen que es crucial proteger y reforzar los esfuerzos de salud pública, como el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR), que ha ayudado a proporcionar tratamiento a más de 20 millones de personas que viven con el VIH a lo largo de dos décadas. Y es que, a medida que la población de personas que viven con el VIH envejezcan, las necesidades de atención sanitaria evolucionarán e incluirán la gestión de otras enfermedades crónicas.
Pero los servicios de prevención, con multitud de tecnologías existentes y emergentes en proyecto, pueden ayudar a reducir aún más el número de nuevas infecciones. Deben eliminarse el estigma, la discriminación, las leyes punitivas y otros obstáculos a la prestación de atención y tratamiento, mientras que las poblaciones clave y las comunidades marginadas que corren mayor riesgo deben ser identificadas y recibir atención especial y los recursos necesarios. Con todas las herramientas y estrategias disponibles, las intervenciones y los modelos de prestación de atención que funcionan deben estudiarse y aplicarse de forma eficaz y equitativa, sostiene el artículo. Y como comunidad mundial, tras décadas de lucha, “medir y comprender los avances y las lagunas que aún persisten puede ayudarnos a trazar el camino hacia nuestro objetivo colectivo de acabar con la epidemia de VIH”, concluye.