Quitar el amianto, también conocido como asbesto, “salva vidas”. Esta es una realidad incontestable cuando ala año en Europa mueren más de 80.000 personas por la exposición a este elemento que durante años se usó de forma amplia en la construcción. Se creía “indestructible”, como recuerda a este medio la Dra. Carmen Diego, neumóloga y coordinadora del área de Medio Ambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), pero el tiempo ha desmentido esta idea.
A los 30-35 años, acabada la vida útil de este material, comienza a liberar las microfibras que las componen, que cuando son inhaladas provocan en la mayoría de casos enfermedades sin curas: desde una asbestosis por fibrosis hasta el mesotelioma, un cáncer de pulmón muy agresivo que se suele diagnosticar en estadio avanzado y para el que no hay cura.
En este contexto, los países corren a contrarreloj para eliminar la presencia de amianto de los tejados de los edificios, de los revestimientos y de las cañerías de sus ciudades. Una meta con la que frenar el mal pronóstico que presenta el futuro. Como recoge el manifiesto para pedir una Ley Integral del Amianto, se estima que en 2050, solo en España, se alcanzará la cifra total de 130.000 personas, de los cuales el 40% de decesos está por llegar.
Europa ha reducido el máximo permitido de exposición al asbesto a una décima parte del umbral actual, es decir, de 0,1 hasta 0,01 fibras por centímetro cúbico
Para enfrentar esto se han desarrollado diferentes normativas europeas y nacionales con las que reducir la exposición de las personas y los trabajadores a este elemento al mismo tiempo que se elimina su presencia. Esta semana, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo han acordado finalmente revisar las normas sobre la exposición al amianto en el entorno laboral. Con ello han conseguido reducir el máximo permitido a una décima parte del umbral actual, es decir, de 0,1 hasta 0,01 fibras por centímetro cúbico, para reducir de manera “drástica” el riesgo de desarrollar cáncer por la exposición en el entorno laboral. Una medida que ya anunciaron a finales de 2022.
Sin embargo, esta reducción sigue sin ser suficiente. “No hay exposición segura, eso lo sabemos. No hay un límite que no represente un peligro para desarrollar una enfermedad el día de mañana”, recuerda la Dra. Diego. En 2015 la Unión Europea animó a sus Estados miembros a crear registros de edificios que contienen amianto y los instó a “erradicar todo el asbesto a finales de 2032”. Quedan nueve años para que se cumpla el plazo establecido por este dictamen y la realidad es que la presencia de amianto en países como España sigue siendo alta, con exposiciones no solo ocupacionales o de convivencia, sino también ambientales.
LA SITUACIÓN EN ESPAÑA
Desde 2002 la fabricación, importación, utilización e instalación de materiales con asbesto está prohibido en España. El Ministerio de Sanidad señaló el año pasado a ConSalud.es que su objetivo era la eliminación del amianto para 2028. Una meta para la que se establecía, entre otras estrategias, que antes de abril de 2023 los ayuntamientos elaboraran un censo de instalaciones y emplazamientos con amianto.
Actualmente la manipulación del asbesto se realiza con extrema medidas de seguridad para evitar la exposición del trabajador: formación a los empleados sobre los riesgos de la manipulación de este material; equipos de protección respiratoria; ropa de que cumpla con la normativa para evitar el contacto físico con las partículas y zonas aisladas de descontaminación para la retirada del equipo utilizado por el personal. Conocer los edificios con amianto permitirá asegurar que el trabajador está informado y utilizará las medidas de seguridad oportunas para evitar exponerse.
En el Vallés Occidental Este se ha producido “un aumento quinquenal del número total de mesoteliomas pleurales”, una tendencia ascendente “sin signos de estabilización en el número total”
La realidad es que desde hace décadas la detección de casos de mesotelioma pleural ha ido en aumento. Como indica un estudio publicado en Elsevier este jueves realizado por los doctores Josep Tarrés, Constança Albertí-Casas y Carmen Diego, la incidencia de esta patología en la comarca del Vallés Occidental Este, donde se encuentra Cerdanyola, lugar en el que se inició la industria del amianto-cemento en nuestro país, desde 1975 se ha producido “un aumento quinquenal del número total de mesoteliomas pleurales”, una tendencia ascendente “sin signos de estabilización en el número total”, indican los autores.
Los investigadores destacan que se ha producido un cambio en la exposición. Mientras que la contaminación laboral se encuentra en fase de estabilización desde 1996 y se ha reducido la de convivencia, la exposición ambiental “está en aumento” y supone el único motivo de que los casos de cáncer sigan creciendo hasta 2020, último año del que se recogen datos. “La causa es la exposición ambiental a polvo de amianto en mal estado, ya sea por cercanía a antiguos focos industriales contaminantes o por inhalación de fibras de amianto procedentes de materiales que contienen amianto (MCA) en viejas construcciones o en derribos o vertederos que contienen restos de amianto degradado”, manifiestan los autores en el estudio.
Una realidad que no solo pasa en esa parte de Cataluña, sino también en otras regiones donde había otras fábricas, existen vertederos ilegales o incluso edificios con este material y que se encuentran en las propias ciudades. “Este tipo de exposición que hemos detectado y la gran cantidad de amianto que existe va a provocar que durante muchos años sigamos conviviendo con este problema. La única forma es desinstalarlo con urgencia, debería ser una prioridad. Ahora es cuando se está desintegrando mucho del material y provocará más casos de enfermedad”, concluye por teléfono la Dra. Carmen Diego.