Alteraciones del sueño, el día a día de muchos pacientes con enfermedades inmunomediadas

Sandra Ros, psicóloga del Servicio de Dermatología y Unidad de Enfermedades Inmunomediadas Sistémicas del Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, explica a ConSalud.es cómo impactan las enfermedades inmunomediadas en el sueño de los pacientes

Insomnio. (Foto. Freepik)
Insomnio. (Foto. Freepik)
Agustina Uhrig
18 marzo 2022 | 11:10 h

Las enfermedades inmunomediadas – también conocidas por las siglas IMIDs, del inglés immune-mediated inflammatory diseases – son patologías que comparten una inflamación crónica sistémica causada por una alteración del sistema inmune que puede afectar a diferentes órganos. La psoriaris, artritis psoriásica, dermatitis atópica, artritis reumatoide, espondiloartritis, lupus, enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, son algunas de las patologías que se incluyen dentro de estas IMIDs. 

Es sabido que en enfermedades como la psoriasis o la dermatitis atópica, el origen está en el sistema inmune y no es un trastorno aislado de la piel ya que son enfermedades sistémicas. Respecto a la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, el síntoma más conocido, tiene que ver con los problemas gastrointestinales. Con todo, el impacto de las IMIDs va mucho más allá, afectando gravemente a la calidad del sueño de quienes las padecen. 

“Las alteraciones en el área del sueño están muy presentes en estas enfermedades, aunque a veces están infradiagnosticadas e infratratadas, porque el paciente no siempre las explica, ya que puede no relacionarlas directamente con la enfermedad”, informa a ConSalud.es Sandra Ros, psicóloga del Servicio de Dermatología y Unidad de Enfermedades Inmunomediadas Sistémicas del Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.

La principal alteración del sueño en estos pacientes – y en la población general – es el insomnio

La principal alteración del sueño en estos pacientes – y en la población general – es el insomnio, que puede abarcar desde la dificultad para dormirse, hasta el despertar precoz o despertares frecuentes, pasando por la sensación de haber dormido, pero no haber descanso y la fatiga durante el día. Para diagnosticar el insomnio la psicóloga del Hospital Santa Creu i Sant Pau comenta que es preciso que estas dificultades produzcan en el paciente molestias diurnas como pueden ser la fatiga o sensación de malestar general, dificultad para la atención, concentración o memoria, cambios en el rendimiento social, laboral o académico, cambios de ánimo, somnolencia, menos motivación, propensión a cometer errores en el trabajo o conduciendo, tensión muscular, cefalea y preocupaciones o miedos relacionados con el sueño.

Y es que en algunas patologías, los propios síntomas de la enfermedad pueden alterar la calidad del sueño. El dolor o el picor, por ejemplo, pueden despertar al paciente durante la noche, generando un círculo vicioso “que se retroalimenta de dolor o picor-inflamación-alteración del sueño”, explica la psicóloga.

Si nos centramos en casos concretos, un estudio epidemiológico en niños y adultos con dermatitis atópica (DA) en España, encontró que alrededor del 79% de los pacientes con DA leve, informaron alteraciones del sueño. Este porcentaje ascendió hasta el 88% en el caso de los pacientes con DA grave.

“Muchos de nuestros pacientes explican dificultades relacionadas con la esfera emocional: fatiga, irritabilidad, ansiedad, alteración de las actividades diarias…”

En cuanto a la enfermedad inflamatoria intestinal, la literatura científica recoge que el 75% de las personas con esta patología manifiestan problemas de sueño, y además, una buena parte de los pacientes aseguran sentirse fatigados a diario. 

Esto se traduce en que “muchos de nuestros pacientes expliquen dificultades relacionadas con la esfera emocional: fatiga, irritabilidad, ansiedad, alteración de las actividades diarias…”, comenta Ros. En esta línea y para evitar que estos problemas comprometan la calidad de vida de los pacientes con enfermedades “tan complejas” como las IMIDs, es imprescindible un “abordaje integral” y multidisciplinar de los mismos.

La detección precoz de la enfermedad, así como la comunicación médico-paciente, es clave para mejorar el abordaje y seguimiento de los pacientes, pues la toma de decisiones compartidas entre ambos, redunda en una mejor adherencia al tratamiento y calidad de vida.

Además, “la relación entre diferentes especialidades es crucial”, ya que además de los problemas físicos, “el diagnóstico de la enfermedad tiene un fuerte impacto emocional en el paciente”. “Sabemos que existe una alta prevalencia de sintomatología ansioso-depresiva reactiva al diagnóstica, por lo que la mayoría de nuestros pacientes necesitan una atención psicológica para aprender a afrontar la enfermedad y convivir con ella”, concluye la psicóloga Sandra Ros.

“Con la colaboración de AbbVie”

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