Las penicilinas son antibióticos del grupo de los betalactámicos, que se emplean en el tratamiento de una gran cantidad de infecciones. En concreto, se trata de uno de los antibióticos más empleados en el mundo, algo que hace que, cuando se consume en repetidas ocasiones, pueda aumentar el riesgo de padecer alergia ante su uso.
La alergia a la penicilina supone una respuesta inesperada, generalmente de origen inmunológico, tras la administración de este fármaco. Generalmente, esta respuesta suele aparecer en personas susceptibles a cualquier otra alergia a medicamentos, como pueden ser aquellos pacientes que reciben muchas medicaciones, es decir, polimedicados.
Sin embargo, no se conoce a ciencia cierta por qué un paciente puede tener este tipo de reacción alérgica frente al antibiótico. “Es verdad que hay distintos fármacos, como los anticonvulsionantes para las crisis convulsivas o los antivirales para el tratamiento de los virus, en los que puede haber una base genética que predispone a una respuesta no deseada”, explica para ConSalud.es la doctora Nancy Ortega, alergóloga del Comité de Alergia a los Medicamentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Cristian Montero Peña: “El primer tratamiento sin dudarlo es la administración intramuscular de adrenalina, que puede llegar a salvar la vida de la persona”
Una de las causas que puede facilitar la alergia a la penicilina es la utilización repetida de la misma. En la actualidad, las que más se utilizan son la amoxicilina y la amoxicilina clavulánica. “De hecho, además de ser la penicilina que más frecuentemente produce reacciones en general, es también el fármaco que más reacciones alérgicas produce en niños”, prosigue la doctora Ortega.
Cuando un paciente está sufriendo una reacción alérgica a la penicilina, puede presentar síntomas que se clasifican en dos grupos diferentes: los de aparición inmediata y los de aparición tardía. En las reacciones inmediatas, la primera en aparecer suele ser la manifestación cutánea, que se observa aproximadamente a los 30 minutos o una hora después de la administración del fármaco. Además, se caracteriza por una especie de ronchas por todo el cuerpo, que producen mucho picor.
A su vez, hay ocasiones en las que pueden aparecer reacciones de mayor gravedad, que afectan a diferentes órganos. De este modo, puede verse afectado el sistema respiratorio, causando dificultad para respirar, o puede hacer que el paciente sufra bajadas de tensión y pérdida del conocimiento. Cuando la reacción alérgica afecta a varios órganos se trata de anafilaxia, una reacción potencialmente mortal.
Por su parte, las reacciones tardías también cursan con manifestaciones cutáneas, que suelen aparecer en niños. “Sin embargo, igual que la inmediata, pueden darse reacciones tardías más graves que pueden aparecer una semana después o a los 15 días, pero son bastante menos frecuentes”, aclara la doctora Ortega.
Frente a estas reacciones, Cristian Montero Peña, miembro del grupo de trabajo Gestión del medicamento, Inercia clínica y Seguridad del Paciente (GIS) de Semergen, explica que el tratamiento puede implicar antihistamínicos y corticoides en aquellas que son leves o moderadas.
“En reacciones graves, además, se suma la administración de fármacos nebulizados si existe un predominio de la clínica respiratoria y, por supuesto, el uso de adrenalina en reacciones anafilácticas”, añade. Además, frente a una reacción alérgica grave o anafilaxia, “el primer tratamiento sin dudarlo es la administración intramuscular de adrenalina, que puede llegar a salvar la vida de la persona”, argumenta el miembro del GIS.
Sin embargo, el hecho de que aparezcan síntomas no implica necesariamente que la persona sea alérgica. “Una persona puede pensar que es alérgica a la penicilina en un primer momento, por la aparición de unos síntomas anómalos como pueden ser tos, disnea, sibilancias o una urticaria generalizada”, comenta la doctora Ortega. Ante esto, “el paciente debe dejar de consumir la penicilina y acudir a un alergólogo para saber si realmente los síntomas que presenta son de alergia o a lo mejor estaban relacionados con la infección que padecía”, continúa.
Por ello, la experta de la SEAIC subraya la importancia de realizar un correcto diagnóstico de la alergia, debido a que “la penicilina es un fármaco muy empleado, especialmente en Atención Primaria, para el tratamiento de múltiples infecciones, como pueden ser urinarias, faríngeas o incluso infecciones dentales”.
Esto hace que el diagnóstico sea fundamental, tanto para evitar situaciones negativas como para que no se sustraiga el fármaco de forma innecesaria. “Si hay que retirar la penicilina, hay que hacerlo con conciencia. No se debe decir que un paciente es alérgico ante la mínima reacción que presente de forma inesperada”, argumenta la doctora.
Doctora Olga Ortega: “Es importante realizar un diagnóstico correcto, puesto que muchas veces dar antibióticos alternativos hace que estos no sean tan eficaces y la infección tarde más en curarse"
Así, ante la sospecha de una alergia, es fundamental acudir al alergólogo para que lleve a cabo un estudio mediante pruebas cutáneas. En caso de que estas sean positivas, el paciente recibe un informe indicando aquellos fármacos sustitutivos de la penicilina que puede tomar.
Cuando las pruebas son negativas, pero ha habido reacciones anteriores, es posible que al paciente se le administre una dosis pequeña del fármaco, que se irá aumentando poco a poco hasta que se comprueba que la penicilina es tolerada. Debido a que las pruebas de la alergia pueden derivar en la aparición de complicaciones, suelen realizarse en entornos hospitalarios, con personal entrenado y medios adecuados.
“Es importante realizar un diagnóstico correcto, puesto que muchas veces dar antibióticos alternativos hace que estos no sean tan eficaces y la infección tarde más en curarse. Esto puede derivar en que aparezca resistencia al germen. A su vez, los fármacos alternativos son mucho más costosos y con otros efectos secundarios”, concluye la doctora de la SEAIC.