El aislamiento social se erige como un importante problema de salud pública poco reconocido y que se asocia, mayoritariamente, a la vejez. “En el contexto de la pandemia de Covid-19 se ha intensificado el aislamiento social o el estado de aislamiento en las redes sociales. Es más importante que nunca identificar a las personas que están socialmente aisladas y brindarles recursos para ayudarles a establecer conexiones con la comunidad”, expone el profesor de la Universidad de Fudan (Shanghái, China), Jianfeng Feng, autor principal del estudio que vamos a analizar a lo largo de las próximas líneas.
Un trabajo que se ha basado en el análisis de más de 460.000 británicos a los que se ha realizado un seguimiento de 12 años antes de la pandemia. De estos casi el 9% (alrededor de 42.000 sujetos) comunicaron estar socialmente aislados, mientras que el 6% (alrededor de 29.000 personas), afirmaban sentirse solos.
Para la realización de este estudio los responsables recopilaron datos de encuestas realizadas a los participantes, junto con una amplia variedad de evaluaciones físicas y psicológicas, incluyendo la realización de pruebas como resonancias magnéticas. Los sujetos se sometieron también a pruebas para evaluar sus capacidades de pensamiento y memoria con el objetivo de comprobar el estado de sus funciones cognitivas.
En el caso de las personas que afirmaban sentirse aisladas socialmente se les realizaron tres preguntas: si vivían con otras personas, si recibían visitas de familiares y/o amigos una vez al mes y si participaban en actividades sociales. Se determinó que las personas que se sentían y/o encontraban socialmente aisladas respondieron negativamente a, al menos, dos de estas preguntas.
"Las personas que informaron de altos niveles de aislamiento social tenían más probabilidades de mostrar diferencias significativas en el volumen cerebral en regiones que sabemos que también están asociadas con problemas cognitivos y riesgo de demencia"
La principal conclusión a la que han llegados los autores de este estudio sugiere una relación entre el aislamiento social y un menor volumen cerebral en áreas relacionadas con la cognición, lo que implicaría un aumento del riesgo de demencia. Los resultados de la investigación han sido publicados en la revista Neurology.
Durante el periodo de estudio casi 5.000 participantes desarrollaron demencia. Dentro del grupo de participantes que reportaron estar socialmente aislados, 649 (1,55%) desarrollaron demencia, frente al 1,03% de los sujetos participantes que no se estaban aislados socialmente (4.349 sujetos).
Una vez se ajustaron factores como la edad, sexo, nivel socioeconómico, tabaquismo, consumo de alcohol y otras condiciones como el sentimiento de soledad o la depresión, los investigadores hallaron que las personas socialmente aisladas tenían un volumen más bajo de materia gris en el cerebro en varias regiones involucradas con el aprendizaje y el pensamiento.
Los investigadores encontraron con su análisis que las personas que estaban socialmente aisladas tenían un 26% más de probabilidades de desarrollar demencia, en comparación con aquellos que no estaban socialmente aislados. No han observado una correlación entre la soledad y un mayor riesgo de desarrollar demencia.
“Las personas que informaron de altos niveles de aislamiento social tenían más probabilidades de mostrar diferencias significativas en el volumen cerebral en regiones que sabemos que también están asociadas con problemas cognitivos y riesgo de demencia. Esto es preocupante y nos sugiere que el aislamiento social puede ser un indicador temprano de un mayor riesgo de demencia”, declara en un comunicado Barbara Sahakian, coautora del estudio y profesora en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge.