Nerea tiene epilepsia refractaria desde los seis años. A sus 21 años, es portadora de un neurostimulador vagal como tratamiento para tratar sus crisis. Pero aun así, su madre, Yolanda, confirma que “ahora está en una de las peores etapas y tiene más de 30 crisis diarias”. La joven tiene desconexiones totales. Es decir, cuando tiene una crisis, cae de golpe. Aun así, hace tres años que su vida cambió gracias a Marivella, una perrita de alerta médica.
“Siempre habíamos buscado un perro de asistencia médica, pero era bastante caro. Nos enteramos por un anuncio que la Asociación Canem becaba a personas y decidimos intentarlo, porque incluso por su discapacidad, Nerea no puede salir, no tiene amigos y no hace su vida. Estaba bastante depresiva y creíamos que un perro también podría ayudarnos además de darnos apoyo y seguridad a las crisis que ella tiene. Su vida ha dado un giro de 360 grados, porque aunque Nerea no tiene amigos, tiene a Marivella que la estimula muchísimo y a ella misma le da una seguridad muy grande”, sigue contando Yolanda.
Al principio, no daban con el diagnóstico de su hija. Pero cuando lo recibieron, fue lo más duro que habían escuchado en su vida. “Yo había llevado a Nerea a muchos médicos y me decían que no tenía nada. Pero un día se cayó en el cuarto de baño y se quedó con los labios morados. Nos confirmaron que tenía un síndrome de doble corteza, un inusual trastorno de la migración cortical que se caracteriza por tener crisis epilépticas muy agresivas y duraderas. Seguidamente nos dijeron que no tenía cura y que como mucho llegaría a los 18 años. Esto nos derrumbó a todos y yo pensaba que el mundo se me acababa. Además, nos dijeron que nunca podríamos dejarla sola ni si quiera para ir a comprar el pan. De la nada, pasó a tener crisis epilépticas, atrofia muscular, escoliosis…”.
"Su vida ha dado un giro de 360 grados, porque aunque Nerea no tiene amigos, tiene a Marivella que la estimula muchísimo y a ella misma le da una seguridad muy grande"
Como Nerea, cada año miles de personas son diagnosticadas de epilepsia y muchos siendo niños y niñas. Esto supone una vida diferente al resto de personas y un cambio de prioridades en las familias, ya que tienen que estar alerta de posibles crisis y adaptar esta realidad a la vida social de ellos y sus familias. Bien es cierto que hay fármacos que evitan las crisis en las epilepsias, pero los perros de alerta médica son capaces de adelantarse a estas situaciones.
Cuando se va a producir una crisis de epilepsia, el cuerpo humano segrega un olor común llamado isopreno. En estos casos, los ataques hacen que los niveles varíen y alteren los cuerpos cetónicos. A través del olfato, el perro detecta estas variaciones y avisa con un ladrido 20 minutos antes si va a haber una crisis.
Antes de que llegara Marivella, Nerea no podía ni ir al lavabo sola por miedo a caerse. Ahora sabe que le acompaña y le va a ladrar con un margen que antes la familia no tenía. “Llevamos con la perrita desde agosto. Desde entonces, no hemos tenido que ir a urgencias por caídas. Antes, cada vez que se caía, teníamos que llevarla porque se rompía el brazo o se abría la barbilla".
"Para mí es un pequeño ángel de cuatro patas porque hace un trabajo formidable"
Es más, incluso la familia se siente mucho más tranquila gracias a la llegada de la perrita. “Yo antes no dormía. No sabía lo que era dormir una noche entera. Ahora, duermo más tranquila porque si a Nerea le ocurre algo, Marivella viene y me avisa. A nosotros nos ha dado una calma y una paz enorme de saber que si va a pasar algo, la perrita me va a avisar. Para mí es un pequeño ángel de cuatro patas porque hace un trabajo formidable. Yo al principio no me lo creía, y parece que 20 minutos es poco tiempo, pero te da el margen suficiente para evitar que nuestra hija se haga daño. Para nosotros es mágico que no tenga más daño en la cabeza, porque supone alargar su vida”, relata Yolanda.
Lo cierto es que las crisis de Nerea son tan fuertes que le causan un gran daño cerebral. Es una niña que ha ido al colegio ordinario hasta quinto, pero “su retroceso ha hecho que fuera a educación especial y ahora ha comenzado con talleres ocupacionales. Ella antes sabía multiplicar y restar. Ahora no sabe hacer nada más de esto”.
Ahora, Nerea y Marivella son mejores amigas y una no sabe vivir sin la otra. La perrita acompaña a su dueña a los talleres ocupacionales, duerme con ella y realiza todas las actividades del día a día con ella. “Si la apartamos de Nerea, la perra llora. Mi hija dice que ella es su pequeño avatar”, termina contando.