La guerra que asola Ucrania ha provocado ya más de 7,2 millones de personas refugiadas. Desde que la ofensiva rusa se iniciase sobre el país el 24 de febrero de 2022, se han notificado más de 12,6 millones de movimientos transfronterizos saliendo de Ucrania, de acuerdo con los datos hechos públicos por la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés). La cifra de desplazados dentro de Ucrania supera ya los 6,9 millones. Europa está siendo testigo del mayor desplazamiento de población desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. El número de refugiados y migrantes ha crecido significativamente desde el año 2000 hasta alcanzar los 281 millones estimados en 2020, es decir, el 3,5% de la población mundial
Los países fronterizos con Ucrania están siendo los receptores del grueso de población refugiada, en un contexto de pandemia y a las puertas del invierno en el viejo continente. Un escenario que plantea preocupantes desafíos en materia de salud pública. Los conflictos bélicos son una de las principales causas para el desplazamiento masivo de personas. Pero también son responsables, con cada vez una mayor frecuencia, los eventos climatológicos extremos derivados del cambio climático.
Estas situaciones dificultan significativamente el acceso a la atención sanitaria y medicamentos, tal y como pone de relieve el último informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el acceso a los antibióticos de las poblaciones de refugiados y migrantes. Dada la variabilidad en los sistemas de salud entre los países con diferentes niveles de ingresos económicos, los refugiados y migrantes se enfrentan a una amplia gama de barreras a la hora de acceder a los servicios de salud y, por ende, a los antibióticos.
La resistencia a los antimicrobianos supone un complejo desafío global con serias implicaciones para la salud humana, el bienestar social y el desarrollo económico. En 2019 la resistencia a los antibióticos se posicionó como la tercera causa de muerte a nivel global con 1,27 millones de fallecidos directos y 4,95 millones de muertes asociadas. A nivel mundial, la carga de la resistencia a los antibióticos es elevada y recae de manera desproporcionada en los países con medios y bajos ingresos, encontrándose las regiones con mayor tasa de mortalidad por la resistencia a los antibióticos en África y el sur de Asia. Son precisamente los países con menores recursos económicos los emisores del mayor número de refugiados y migrantes.
“Dado que las poblaciones de refugiados y migrantes pueden ser particularmente vulnerables al aumento de la resistencia a los antibióticos, se necesitan esfuerzos adicionales a nivel nacional para alinear los planes de acción sobre la resistencia a los antimicrobianos con la salud y acceso a la atención de la salud de una forma más amplia”
Profundizando en el informe de la OMS vemos que la evidencia disponible sobre el acceso a los antibióticos esenciales de los migrantes y refugiados es limitada y, la mayoría, proviene de los países de altos ingresos. Los hallazgos del informe sugieren que el acceso y uso de los antibióticos por parte de las poblaciones de migrantes y refugiados es heterogéneo y está significativamente influenciado por las características de los sistemas de salud de los países de acogida, así como por políticas y factores no relacionados con la salud.
Los diversos estudios analizados para la realización del informe indican que, por ejemplo, en Europa los migrantes y refugiados tienen muchas más opciones y garantías a la hora de acceder a los servicios de Atención Primaria que en Estados Unidos. El uso generalizado e inapropiado de los antibióticos es uno de los principales impulsores de la resistencia a estos. El informe identifica un uso excesivo de los antibióticos por parte de la población general, pero encuentra pruebas limitadas sobre una prescripción excesiva en poblaciones de migrantes y refugiados. “La evidencia sugiere tasas más altas de prescripción de antibióticos para refugiados y migrantes que para las poblaciones de acogida. Sin embargo, se han identificado pocos hallazgos sobre las barreras para la prescripción adecuada de antibióticos a los refugiados y migrantes”.
Se detalla que algunos prescriptores han mostrado su preocupación a la hora de sobrecargar a los pacientes en términos de costes, tiempo o distancia que tienen que recorrer para los seguimientos médicos en las poblaciones con menos recursos. Esto puede traducirse en diagnósticos más limitados y una atención médica insuficiente. La automedicación es común en todas las poblaciones y culturas, aunque implica serios riesgos para la salud cuando se trata de antibióticos.
La OMS denuncia que la limitación de datos es abrumadora y la evidencia casi inexistente en el caso de los campamentos para refugiados y migrantes, especialmente en aquellos que están ubicados en las naciones con menos recursos. “Está claro que los refugiados y los migrantes se enfrentan a importantes obstáculos para acceder y hacer un uso apropiado de los antibióticos”, expone el informe alertando de que, a menudo, recurren a redes informales para obtener antibióticos que pueden ser de peor calidad y pueden suponer resultados perjudiciales para la salud.
“Dado que las poblaciones de refugiados y migrantes pueden ser particularmente vulnerables al aumento de la resistencia a los antibióticos, se necesitan esfuerzos adicionales a nivel nacional para alinear los planes de acción sobre la resistencia a los antimicrobianos con la salud y acceso a la atención de la salud de una forma más amplia”, detalla el informe.
En este sentido los expertos inciden en que “se necesitan esfuerzos continuos para determinar la accesibilidad a los antibióticos a través de vías formales e informales para los refugiados e inmigrantes, e identificar soluciones basadas en la evidencia para acabar con muchas de las barreras de acceso a las que se enfrentan”.