La Federación Mundial del Corazón (WHF), la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), la Asociación Americana del Corazón (AHA) y el Colegio Americano de Cardiología (ACC) han publicado un documento conjunto instando a la comunidad médica y a las autoridades sanitarias a mitigar el impacto de la contaminación del aire en la salud de las personas. La Fundación Española del Corazón (FEC) respalda ese manifiesto desde España, como muestra de su compromiso con este importante factor de riesgo cardiovascular.
Y es que, como recuerda el doctor Jordi Bañeras, portavoz de la FEC y cardiólogo de la unidad de críticos cardiovasculares del Hospital Vall d’Hebron, ''la contaminación favorece la trombosis, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción endotelial de las arterias''. Tanto es así que, según el manifiesto hecho público por estas cuatro organizaciones mundiales, hasta el 50% de las muertes por contaminación que se produjeron en 2019 se debieron a enfermedades cardiovasculares. En concreto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire es responsable del 25% de todas las muertes por enfermedad cardiaca y del 24% de todas las muertes por ictus.
Se sabe que 9 de cada 10 personas vive en lugares donde la calidad del aire excede los límites de contaminación recomendados y la presente declaración asegura que en 2019 se produjeron un total de 6,7 millones de muertes en todo el mundo atribuibles a la contaminación, lo que representa el 12% del total.
Se estima que 3,8 millones de personas mueren cada año por enfermedades atribuibles a la contaminación en los hogares
Respecto a datos de Europa, un reciente informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) atribuyó a la mala calidad del aire un total de 417.000 muertes prematuras en 41 países europeos en 2018. Según ese mismo informe, ese año murieron en España 23.000 personas de forma prematura debido a partículas de materia en suspensión PM 2.5, dióxido de nitrógeno y ozono.
''Estas pequeñas partículas contaminantes viajan por el torrente sanguíneo dañando el interior de las paredes de los vasos, que se estrechan y se vuelven más rígidos, favoreciendo así la posibilidad de que aumente la presión arterial, la coagulación de la sangre y la aparición de ritmos cardiacos anormales'', detalla el doctor Bañeras.
No hay que olvidar tampoco la contaminación doméstica. Se estima que 3,8 millones de personas mueren cada año por enfermedades atribuibles a la contaminación en los hogares, de las cuales el 45% se deben a enfermedades cardiacas o ictus. Por otro lado, fumar en el interior de viviendas mal ventiladas provoca niveles de contaminación 100 veces superiores a los aceptables.
ACCIONES ESTRUCTURALES
La presente declaración recuerda también que la contaminación del aire aumenta el riesgo de infarto, ictus, diabetes y enfermedades respiratorias, condiciones que a su vez contribuyen a desarrollar formas más graves de Covid-19 en caso de infección.
Por eso, en época de pandemia, estas organizaciones piden acciones estructurales para reducir la contaminación, entre las que se encuentran: mitigar la contaminación como medida de salud, llevar a cabo más investigaciones sobre la calidad del aire y su impacto en las enfermedades cardiovasculares, así como intervenciones para reducir la contaminación del aire y su efecto sobre las enfermedades no transmisibles (ENT); proporcionar a los pacientes medidas de protección personal que reduzcan la exposición a la contaminación, como sistemas de filtración de aire; e incluir la contaminación del aire en los planes de gestión de las distintas enfermedades mediante el uso, por ejemplo, de indicadores de la calidad del aire.
Asimismo, participar en el desarrollo de directrices sobre contaminación atmosférica y enfermedades cardiovasculares; apoyar a los ministerios de Medio Ambiente, Energía y Transporte en sus esfuerzos por mitigar la contaminación; trabajar para educar y crear conciencia sobre los beneficios para la salud cardiovascular de un aire limpio; y colaborar con los principales responsables en la toma de decisiones en instituciones gubernamentales nacionales, regionales y globales para hacer de las enfermedades cardiovasculares relacionadas con la contaminación del aire una prioridad.