Los suicidios son la primera causa de muerte externa en España. Solo en 2022, 4.227 personas se quitaron la vida, lo que supone un aumento de 5,6% con respecto al año anterior, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra representa el número más alto por suicidios desde que hay registros. Estos datos resaltan la importancia de establecer medidas preventivas para reducir el número de suicidios, además de identificar los signos de alerta en personas que puedan demostrar conductas suicidas.
En la conducta suicida se pueden presentar, como explica a este medio Daniel López, presidente de la Asociación de Profesionales en Prevención y Posvención del Suicidio Papageno, tres señales que pueden servir de alerta. La pertenencia frustrada es el primero de estos signos, “uno de los más importantes”, como indica López, para identificar la conducta suicida. La segunda señal está relacionada con la carga percibida, “las personas que se repiten a sí mismo ‘soy un estorbo’”, afirma. En tercer lugar, estos signos se acompañan de una personalidad “con ideación suicida”.
Los comentarios directos sobre la muerte, las despedidas inusuales o las conductos de riesgo que acompañan a las otras tres señales de alerta indican que “la persona ha perdido el miedo a la muerte”, asegura el presidente de Papageno. Ante esta situación, López señala que, lo más importante, es comunicarse con la persona que presenta alguna de estas señales. “Cualquiera que vea alguno de estos signos debe preguntar directamente a la persona si alguna vez ha pensado en hacerse daño”, afirma.
“Lo peligroso es cuando hay una planificación y la persona ha pensado la forma de hacerlo”
Asimismo, como parte de la prevención, también es fundamental no juzgar. Además, López insiste en identificar las verdaderas conductas suicidas de otras que no lo son. “Que una persona piense que no tiene ganas de seguir viviendo es un signo de malestar, pero no siempre tiene que pasar de ahí”, insiste el presidente de la asociación. Sin embargo, “lo peligroso es cuando hay una planificación y la persona ha pensado la forma de hacerlo”, asevera.
No obstante, todas las personas atendidas por la asociación en los últimos años han coincidido en el sentimiento de desesperanza, como indica el presidente de Papageno. Este sentimiento se proyecta “hacia el futuro en aquellas personas que no solo piensan que está mal el presente, sino que también piensan en el futuro”, explica López.
“No tenemos plan nacional y las iniciativas han sido puntuales dependiendo de la comunidad autónoma”
Dentro de las herramientas para identificar las conductas suicidas también deben incluirse planes de prevención. Hasta la fecha, la estrategia más destacable del Ministerio de Sanidad es la Línea 024 de atención a la conducta suicida. En este servicio se pueden amparar las personas con riesgo de suicidio, así como sus familiares y allegados. No obstante, como señala López, “no tenemos plan nacional y las iniciativas han sido puntuales dependiendo de la comunidad autónoma”.
Este servicio, en su primer mes, identificó cerca de 15.000 llamadas y derivó más de 650 a los servicios de emergencia. En este sentido, López puntualiza que, “si una persona está en una situación de riesgo vital, este servicio sí está bien conectado con los sistemas sanitarios”, por lo que puede ofrecer soluciones. Sin embargo, el presidente de la asociación asegura que “el Sistema Nacional de Salud no está preparado para atender esta problemática”.
“Seguimos siendo uno de los países europeos con menos profesionales de salud mental por cien mil habitantes”
Con respecto a esta última declaración, López insiste en las cifras: “Seguimos siendo uno de los países europeos con menos profesionales de salud mental por cien mil habitantes”. Además, el portavoz asegura que, la conducta suicida “no es solo un problema de salud mental, sino que depende de otras muchas cosas”, y señala la educación.
En el sistema educativo, la atención psicológica difiere por comunidades autónomas. En el caso de Andalucía, como señala López, “si una persona tiene una conducta suicida en un centro educativo, no tiene un referente más allá del orientador”. Además de la ausencia de estrategias a nivel escolar, la conducta suicida carece en ciertas situaciones de la vida cotidiana de comunicación a nivel familiar, así como de programas de prevención a nivel laboral. Como señala el presidente de Papageno, es necesario crear una estrategia en la que participen los profesionales de la psicología y preparar a España ante el aumento de casos de suicidios.