Investigadores del Hospital 12 de Octubre han identificado la causa que provoca que un tipo de tumor cerebral maligno, conocido como Glioblastoma, sea más agresivo y provoque menor supervivencia en hombres que en mujeres. El motivo principal que genera esta diferencia es la necrosis o muerte de las células tumorales, que da lugar a una reacción inflamatoria caracterizada por la infiltración de un tipo célula del sistema inmunológico, llamada célula mieloide supresora (MDSC), que, en vez de atacar a las células malignas, ayuda a su crecimiento. Estas células estarían mucho más presentes en los hombres debido a que la necrosis e inflamación que produce el tumor es mucho mayor.
Según la doctora Berta Segura, postdoctoral del Grupo de Investigación de Neuro-Oncología del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubrei+12, las diferencias en la incidencia y la agresividad de los diferentes tipos de cáncer entre hombres y mujeres son ampliamente reconocidas, pero en la mayoría de los casos no se ha llegado a entender la causa como para establecer un tratamiento específico para cada sexo. “El Glioblastoma es el tumor cerebral maligno más frecuente y es un buen ejemplo de ello. En ese contexto, el objetivo de este estudio era investigar los procesos tumorales que explican estas diferencias en función del género”.
"El objetivo de este estudio era investigar los procesos tumorales que explican estas diferencias en función del género”
Se trata de un estudio retrospectivo de pacientes con Glioblastoma que se estratificó según el sexo y en el que se analizó una cohorte de 73 tumores. Los investigadores observaron que, cuando el tumor genera necrosis, se liberan sustancias que activan el reclutamiento del sistema inmune. En el caso de los hombres, se produce una mayor necrosis, lo que genera un microambiente más tóxico y una respuesta más masiva y agresiva en términos de inflamación por parte de unas células inmunitarias llamadas MDSC. Estas células, que son inmunosupresoras, se producen en la médula ósea y se caracterizan por la capacidad de suprimir la función de diferentes componentes del sistema inmunitario, de forma que, en vez de atacar al tumor, ayudan a su crecimiento.
El origen de los glioblastomas más agresivos en el grupo de hombres se debe a la falta de capacidad por parte del tumor de generar vasos sanguíneos tumorales funcionales, que suplan la llegada de oxígeno y nutrientes necesarios para las células, desembocándose así la necrosis tumoral. Aún así, “lo más sorprendente es que hay un grupo de hombres que no presentan estas características tumorales y en ellos este tumor cerebral tiene una agresividad mucho menor, llegando a ser muy similar a la que tienen las mujeres”, explica Segura.
Los investigadores analizaron por otro lado el efecto terapéutico del tratamiento Bevacizumab en una cohorte retrospectiva de 36 tumores según las diferencias de sexo. Este medicamento inhibe una molécula, llamada VEGFA, que está implicada en el proceso de generación de vasos sanguíneostumorales. Este tratamiento ha tenido resultados positivos en otros tipos de cáncer, pero no en el Glioblastoma. Aunque no alargaba la supervivencia, sí mejoraba la calidad de vida del paciente, reduciendo el déficit neurológico y la cefalea. Por ello, a día de hoy se utiliza en segunda línea.
Los hombres de mayor necrosis y peor supervivencia fueron los que mayor beneficio obtuvieron del tratamiento
Sin embargo, cuando dividieron a los pacientes según los grupos descritos en su estudio, por un lado las mujeres y, por otro, los dos grupos de hombres, el resultado fue que justamente los hombres de mayor necrosis y peor supervivencia fueron los que mayor beneficio obtuvieron del tratamiento. La explicación es que el medicamento tiene un efecto positivo sólo en la situación donde el tumor no genera buenos vasos y desencadena una inflamación tóxica.
Según el doctor Ricardo Gargini, del mismo grupo de investigación del i+12 y otro de los autores del artículo científico, “esto significa que podemos establecer un conjunto de biomarcadores moleculares, basados en el nivel de necrosis e inflamación del tumor, que podrían utilizarse para predecir la respuesta a este tratamiento”.
Por su parte, la doctora Segura concluye: “nuestro siguiente paso es abrir un ensayo clínico para que Bevacizumab se administre, junto a la quimioterapia y la radioterapia, como tratamiento de primera línea en ese tipo de pacientes. Por otro lado, queremos demostrar la necesidad de estratificar los ensayos teniendo en cuenta el sesgo de sexo y, dentro de esa categoría, de otras características que hacen que los tratamientos tengan efectos diferentes”.