Violencia

Jefe de las Unidades del Dolor del Hospital Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Aún estoy conmovido por un episodio de violencia callejera, sucedido en un descampado de Madrid. Dos indigentes tenían una disputa que se saldó con un brutal golpeo en la cabeza de uno sobre otro. La víctima fue trasladada de urgencia al Hospital La Paz con severo traumatismo craneal que produjo su muerte días después.

Trabajar con tejidos, órganos y sangre, no conlleva que seamos inmunes al dolor y al sufrimiento ajeno, más cuando tiene un origen absurdo, gratuito o innecesario. La mayor parte de las profesiones, por suerte para quienes las desempeñan, no conviven con estos escenarios asistenciales, como sucede con la medicina, aunque en nuestro caso el riesgo de salud es de otros.

Como bien comprenderán, el personal sanitario está acostumbrado a lidiar con la vida y con la muerte, pero cuando esta última procede de una violencia incomprensible, uno se plantea cuánto vale la vida para algunas personas, la propia o la ajena, qué valor le otorgan. Seguro que habrá otras opiniones ylo que para mí pueda ser insustancial, para otras personas pueda ser “casus belli”, justificando sus acciones como esencial botín de guerra. Posiblemente nuestros desechos sean aprovechados por otros mucho más necesitados que valoran sobremanera lo que algunos desperdiciamos. Pero llegar a matar por ello no puede ser aceptable de ninguna manera.

"El personal sanitario está acostumbrado a lidiar con la vida y con la muerte, pero cuando esta última procede de una violencia incomprensible, uno se plantea cuánto vale la vida para algunas personas, la propia o la ajena, qué valor le otorgan"

Sirva este largo preámbulo como puente a una nada pretenciosa reflexión, sobre la violencia. Decía Martin Luther King que “la violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”. Precisamente en su país uno de sus derechos fundamentales les autoriza a disponer libremente de armas. Creo que alguien debería abrir un hondo debate por las consecuencias que a fecha del corriente genera y no subvencionar una segunda arma gratis por persona para defenderse de los desequilibrados armados.

En nuestro país, por suerte, no existe tan insensata permisividad, pero un simple cuchillo de cocina puede ser lo suficientemente coactivo en manos delictivas, lo mismo que un palo, un mazo, un ladrillo o un automóvil… lo que importa es la actitud y las intenciones de quien lo porta. Solía decirse que “hablando se entiende la gente”, pero ante ciertas tensiones hay quien no sabe conducirse y prefiere solucionarlo por medio de la violencia. También es verdad que en ocasiones la lengua puede tener más filo que la espada, por no citar formas de violencia más sofisticadas.

Desde que existen estadísticas ex profeso, la violencia contra las mujeres por parte de hombres se salda todos los años con unos guarismos que no paran de aumentar, quizá porque la sociedad no ha educado convenientemente desde la infancia en el respeto a iguales de distinto género. Sigo creyendo que es una cuestión de tiempo, pero este parece prolongarse más de lo previsto.

"Sacrificamos nuestra vida, nuestro tiempo, nuestro trabajo, incluso a nuestras propias familias y amigos… en beneficio de los demás como para sufrir este intolerable escarnio por parte de personas desequilibradas que o no saben aceptar los diagnósticos, los pronósticos o no entiende otra forma de expresarse"

Y como esta tribuna está escrita por un sanitario y fundamentalmente se dirige a colegas, no puedo ni quiero dejar pasar la oportunidad de mostrar mi más enérgica repulsa a graves incidentes que siguen repitiéndose, incluso después de la aparente tregua por la pandemia, de agresiones que nos afectan en el ejercicio profesional. Esto no puede continuar ni un minuto más.

Sacrificamos nuestra vida, nuestro tiempo, nuestro trabajo, incluso a nuestras propias familias y amigos… en beneficio de los demás como para sufrir este intolerable escarnio por parte de personas desequilibradas que o no saben aceptar los diagnósticos, los pronósticos o no entiende otra forma de expresarse.

Esa conducta es a todas luces delictiva y hay que denunciarla, porque buscamos el bienestar de los demás y no tenemos porqué sufrir sus desvaríos. Por suerte son los menos, pero un solo caso une al colectivo con una sola voz de rechazo: ¡Stop Agresiones YA!

Resulta complicado hacer llamados a la no violencia, al respeto a nuestros semejantes, cuando ni siquiera nos respetamos a nosotros mismos devorando películas, series, libros, cómics, videojuegos, encuentros deportivos, incluso redes sociales, etc., sobrecargados de adrenalina, de escenas salvajes, de lenguaje colérico y bilioso, especialmente seleccionado para generar esas reacciones.

Damos por sentado, que ya es mucho dar, que el público adulto sabe digerir estos contenidos y asimilarlos sin deseos vehementes de reproducirlos, pero una vez más quienes más me preocupan son los jóvenes que disfrutan de los mismos productos con menor capacidad de criterio precisamente por su juventud, pudiendo llegar a confundir ficción con realidad.

Lo que sucede al otro lado de esa imaginaria “cuarta pared” deambula por lo fantasioso, lo quimérico, lo onírico, pero por más realista que quiera ser, cuando se cierra el libro, el tebeo, se apaga la televisión, se acaba el partido, se funde a negro la pantalla o se cierra el ordenador… esa ficción termina y cada cual regresa a su cruda naturalidad. Y es ahí, en la vida real, donde toda acción violenta tiene sus consecuencias… y no siempre en forma de regeneración moral, sino como parte de lesiones o incluso defunciones.

En la vida hay que saber guardar las distancias y medir las palabras. Rememorando a Gandhi, propulsor de la no violencia, añadiré que “nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa” ¡Ánimo!

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.