Tenemos arraigado en el subconsciente la imagen de los/as médicos con un fonendo, los/as boticarios con un mortero y los/as enfermeros con una jeringa. Todo ello, junto al contacto con el paciente, nos ofrece una imagen muy física del sector Salud, muy rodeada de objetos especializados.
Sin embargo, desde finales del siglo pasado, los avances científicos y sociales en el sector Salud y Life Sciences han provocado un cambio radical en la manera de adquirir y elaborar la información sanitaria para obtener conocimiento especializado, que, a su vez, se puede elaborar de nuevo para ofrecer un conocimiento aún más especializado, y así indefinidamente.
Este período es ampliamente reconocido como Era del Conocimiento, para diferenciarlo de la anterior Era Industrial. En este nuevo modelo, ese conocimiento elaborado y enriquecido con nuevas ideas es lo que supone la principal fuente de crecimiento económico. Los sectores primarios y los industriales pierden terreno al ser más mecanizables o robotizables y aportan menos valor. Sin embargo, la economía del Conocimiento origina nuevas prácticas empresariales, nuevos modelos de productividad y, como resultado, se requieren nuevos tipos de trabajadores, con habilidades y competencias profesionales diferentes.
Y esa productividad se define en función de la calidad del resultado, no tanto de la cantidad
Me gustan las definiciones de que el conocimiento es como una forma de “energía”, dentro de un sistema multilateral de redes y flujos, producido por agrupaciones temporales de personas con experiencia complementaria que colaboran para algún fin específico. En un sector tan impulsado por la innovación como el de la Salud y Life Sciences, esto se produce espontáneamente.
Los trabajadores del Conocimiento necesitamos conocer ese fin específico para poder aportar valor y así crear nuevos conocimientos con productividad. Y esa productividad se define en función de la calidad del resultado, no tanto de la cantidad. Necesitamos autonomía para desarrollar nuestra responsabilidad y también se necesita localizar y evaluar nueva información rápidamente, comunicarse con otros y trabajar productivamente en un modelo colaborativo.
Entre las modernas competencias profesionales debe haber adaptabilidad, creatividad e innovación continua; hacer nuestra aportación, -generalmente micro- dentro del “cuadro grande”. Tenemos que organizar y aprender por nosotros mismos, a menudo sin la ayuda de autoridades externas y/o sistemas de reglas.
Esto cambia radicalmente el modelo de enseñanza, sobre todo en postgrado, parafacilitar a los alumnos hacer las cosas de manera distinta y desarrollar habilidades diferentes de las que se requerían en el pasado: una nueva mentalidad (mindset en inglés) de formación continuada.
Afortunadamente, la tecnología ha aportado al sector Salud un montón de herramientas para acceder a la información y compartirla, que nos permite teletrabajar con efectividad, desde internet, correo electrónico, bases de datos, hasta la nube, chatbots, IA, blockchain, o impresión 3D.
Por poner tres ejemplos, esta semana pasada lo hemos podido comprobar en varias compañías que han vaciado sus oficinas centrales para implementar modelos de teletrabajo: la actividad del portal GalenusJobs con ofertas de empleo específicas del sector, se mantiene sin interrupciones. Las redacciones de las diversas publicaciones del grupo Mediforum siguen siendo capaces de informar y comunicar toda la actualidad del sector. Y las tareas de prospección, identificación, validación y entrevista de candidatos de EuroGalenus siguen siendo llevadas a cabo por videoentrevista con todas las garantías.
Cuando el confinamiento termine todos/as tendremos que hacer muchas entrevistas y reuniones presenciales, pero mientras tanto aprovechemos las tremendas oportunidades que nos ofrece el teletrabajo. #yomequedoencasa