La Ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de vida de todo progreso. Esta célebre frase de Louis Pasteur me ha venido muchas veces a la cabeza en los últimos años y cada vez que reflexiono sobre ella le encuentro un sentido nuevo. Cuando comenzó la pandemia, esta frase me inspiraba la esperanza y el coraje necesarios para mirar hacia adelante y trabajar sin descanso hasta encontrar en la ciencia una respuesta a la crisis sanitaria más grave de nuestros tiempos.
Cuando por fin pudimos alcanzar una solución eficaz a través de las vacunas, fui consciente de que la ciencia no solo está siendo una respuesta a la pandemia, sino que también está siendo una vía para unirnos más como sociedad. Porque la ciencia se ha convertido en ese objetivo común que nos hace dejar de lado nuestros intereses individuales y que avancemos todos juntos para alcanzarlo. Y estos últimos días he vuelto a evocar la frase de Louis Pasteur, con la vista puesta en el futuro, y me he sentido muy alentado para hacer frente a las oportunidades y los retos que nos depararán los próximos meses.
En AstraZeneca estamos convencidos de que la ciencia y la innovación son las claves para cambiar las vidas de los pacientes y aportar valor a los sistemas sanitarios. Es por ello que se han convertido en los ejes centrales de nuestra compañía, y están presentes en todo lo que hacemos: desde en el desarrollo de los tratamientos más innovadores hasta la búsqueda de soluciones para beneficiar a la sociedad que van más allá de la medicina. Cada año invertimos el 30% de las ventas globales en I+D y actualmente contamos con uno de los pipelines más prometedores del sector, con 177 programas de desarrollo clínico y más de 27 moléculas en fases avanzadas de estudio.
Cuando por fin pudimos alcanzar una solución eficaz a través de las vacunas, fui consciente de que la ciencia no solo está siendo una respuesta a la pandemia, sino que también está siendo una vía para unirnos más como sociedad
Gracias a esta firme apuesta, estamos marcando una diferencia real en el tratamiento y el pronóstico de enfermedades de alto impacto, como el cáncer. Llevamos más de 50 años aumentando la supervivencia y nuestra ambición es llegar a eliminar esta enfermedad como causa de muerte. También estamos teniendo un impacto significativo en la salud y la calidad de vida de pacientes con enfermedades respiratorias como el asma y la EPOC, tanto a través de la prevención como del tratamiento, y estamos colaborando proactivamente con el sistema sanitario para transformar el abordaje de la insuficiencia cardiaca y la enfermedad renal crónica para contribuir a mejorar los resultados en la salud y aliviar la carga asistencial.
Otra de nuestras prioridades es llevar la innovación terapéutica allí donde hace más falta, como es el ámbito de las enfermedades raras o patologías que llevan muchos años sin ver nuevas alternativas, como el lupus. Y, al mismo tiempo, seguiremos formando parte de la solución global a la pandemia protegiendo a los más vulnerables. Tenemos un importante trabajo por delante, pero seguiremos apoyándonos en el valor de la ciencia para promover el progreso de la humanidad, tanto en el plano de la salud y la vida como en el de la colaboración y la unidad.