Parece evidente que entre los avances sanitarios del último siglo se han situado los descubrimientos de las diferentes grupos y familias de antibióticos. Se cifran por millones las vidas que estos fármacos han contribuido a salvar y su impacto en el control de las infecciones en todo el planeta se antoja innegable. Al tiempo la amenaza de la progresiva aparición de microorganismos resistentes a los mismos se ha erigido como uno de los retos más evidentes para cuantos trabajamos en el ámbito de la salud. Justamente de la unión de los esfuerzos en los campos de la salud humana, la sanidad animal, la salubridad del medio ambiente y la seguridad alimentaria depende el futuro éxito al afrontar este problema sanitario. Urge incrementar nuestro nivel de concienciación en estos ámbitos, apostar por una educación continuada firme entre profesionales, desarrollar campañas de difusión en la población y adoptar medidas eficientes para su control.
Existen contribuciones que desde el inicio del presente milenio establecían que si no se actúa, la resistencia frente a los antibióticos socavará el estado de bienestar y constituirá un problema, cuya evolución puede devenir en un reto incontrolable. Muchos expertos, como se avanzaba en Lancet en el pasado mes de septiembre, pronostican que en 2050 será responsable de casi 40 millones de muertes anuales en el Globo, etiquetando el fenómeno de una pandemia silente.
"Urge incrementar nuestro nivel de concienciación en estos ámbitos, apostar por una educación continuada firme entre profesionales, desarrollar campañas de difusión en la población y adoptar medidas eficientes para su control"
En nuestra experiencia existen tres líneas de trabajo que nos han permitido mantener una postura activa en el empleo racional de los antimicrobianos. En primer término la implantación de estudios sobre la variabilidad en la prescripción y consumo, realizados en áreas sanitarias concretas de diferentes Comunidades Autónomas de forma periódica, pueden representar un instrumento válido para identificar propuestas de mejora. Tanto en los segmentos pediátricos, como de adultos, se han podido evidenciar prácticas inadecuadas que apuntan a medidas correctivas sencillas y fáciles de adoptar. La educación sanitaria y la eliminación del autoconsumo deben ser apoyadas de manera constante.
En segundo lugar y desde el seno de la actividad de los Servicios y Áreas de Microbiología cabe adoptar una postura activa que oferte perfiles de sensibilidad actualizados, al alcance de los clínicos prescriptores y que en la última década se ha integrado en el marco de actividades de las comisiones de los Programas Racionales de Optimización de Antimicrobianos (PROA). De particular relevancia resulta el papel habitual que se ejerce desde la órbita de la microbiología para detectar brotes, monitorizar la aparición y diseminación de microorganismos multirresistentes y transmitir una “cultura” de prescripción basada en el ecosistema autóctono. También en este entorno de actividad profesional la configuración de equipos multidisciplinares, formados y motivados representa una garantía de éxito.
"Sólo desde nuestra capacidad de diálogo, trabajo conjunto y suma de experiencias podemos contribuir a minimizar el impacto negativo que en el ecosistema de nuestro Planeta ejerce la resistencia a los antimicrobianos"
En tercera instancia cabe apostar de manera decidida por la incorporación al entorno asistencial y de investigación aplicada de la tecnología que permita la identificación de los mecanismos moleculares que posibilitan la identificación y el seguimiento de la transmisión de resistencias, como la secuenciación masiva y el desarrollo de plataformas bioinformáticas de soporte a la misma. A ello cabría añadir la necesidad de avanzar en el conocimiento de los entornos fisiológicos de la microbiota y su papel en el establecimiento de numerosas entidades clínicas en los que modestamente también hemos podido realizar alguna aportación.
No cabe obviar nuestra implicación en un ambiente colaborativo para alinearnos con las organizaciones y movimiento internacionales que apuestan por un “una sola salud”. Sólo desde nuestra capacidad de diálogo, trabajo conjunto y suma de experiencias podemos contribuir a minimizar el impacto negativo que en el ecosistema de nuestro Planeta ejerce la resistencia a los antimicrobianos.
En el Mundo se celebra cada año una semana entre el 18 y el 24 de noviembre para concienciar a la población acerca de este tema. En nuestro país el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) la campaña que se desarrolla en esta ocasión lleva por lema “Antibióticos, protegernos es su trabajo. El tuyo, usarlos bien”. Es una clara alusión a la responsabilidad personal de la que nadie estamos eximidos.