Hasta el pasado mes de mayo, 2018 podría haber sido el año en el que el Sistema Nacional de Salud tendría un nuevo modelo de financiación, un Plan de medicina personalizada y de precisión, una plan de trabajo para resolver el déficit de profesionales sanitarios, un Registro Estatal de los mismos en pleno funcionamiento, un ‘plan renove’ para el equipamiento tecnológico de los centros asistenciales… Pero desde el cambio de Gobierno, desde la llegada del Partido Socialista a La Moncloa, estos importantes asuntos han dejado de ser prioritarios y, por el contrario, el Gobierno anuncia unos presupuestos que serán peligrosos para España.
Al margen del cambio de ministra (del nombramiento de María Luisa Carcedo tras la dimisión de Carmen Montón el pasado mes de septiembre) y de elevar al nivel de Real Decreto-ley su falacia sobre la sanidad universal, pocas medidas de utilidad real, o más bien ninguna, ha puesto en práctica el actual Ejecutivo para desarrollar la calidad, la cohesión, la equidad y la seguridad de la asistencia, así como la sostenibilidad y la solvencia del modelo. Un decreto que supone un peligroso efecto llamada y la vuelta al turismo sanitario, ese que en los años del ‘zapaterismo’, al que ahora y más agravado nos dirige de nuevo Pedro Sánchez, puso en peligro la sostenibilidad de nuestro Sistema Nacional de Salud, dejándolo prácticamente en quiebra.
"El plan, que vio la luz el pasado 15 de octubre, está tan plagado de concesiones a Podemos como de incoherencias entre sus pretensiones y sus cifras"
Difícilmente podría hacerse menos, o incluso peor, a pesar de haber heredado el Sistema Nacional de Salud mejor valorado por los españoles en la última década (de acuerdo con la edición del ‘Barómetro sanitario’, publicada en Mayo), pero los socialistas han vuelto a superarse, en sentido negativo, claro está, con el plan presupuestario para el año 2019.
El plan, que vio la luz el pasado 15 de octubre, está tan plagado de concesiones a Podemos como de incoherencias entre sus pretensiones y sus cifras. Hace referencia teórica a garantizar la consolidación presupuestaria, a superávits primarios, a crecimiento inclusivo, a reducción de desigualdades… Pero en modo alguno, esas cuentas ayudarán a esos objetivos. Puro marketing populista al servicio de los intereses electoralistas de Sánchez y de sus socios.
El plan, que reconoce una “complejidad del contexto político de los próximos meses” perfectamente achacable al Gobierno, propone recuperar la cartera común de servicios que nadie ha suprimido; plantea una comisión de estudio para reforzar el carácter público de la financiación y gestión del Sistema Nacional de Salud que ya están garantizadas por ley; y enumera una serie de 18 medidas de gasto de las que una hace referencia a la supresión del copago en el ámbito de la farmacia a los pensionistas de manera progresiva, “empezando el año que viene”, aunque variando el discurso casi cada semana, pues los socialistas anuncian tanto la “supresión total de los copagos”, la “derogación del RD 16/2012” como ahora esa “eliminación progresiva…”. Y todo ello sin concretar el impacto económico que ello pueda suponer.
Sólo desde un presupuesto equilibrado y responsable, como los impulsados por el anterior Gobierno, será posible progresar en áreas de las que nada dice el plan presupuestario del PSOE, como la preservación de la salud pública, la atención a la cronicidad, una mejor ordenación de las profesiones sanitarias y medidas para mejorar las condiciones laborales de nuestros profesionales y paliar el déficit existente, una mayor actividad en torno a la calidad y la seguridad de los alimentos, los medicamentos y los productos sanitarios, la incorporación de innovaciones, la renovación del parque tecnológico, así como la viabilidad económica de un modelo asistencial que nos ha convertido a los españoles en los más longevos de Europa y que ha situado al Sistema Nacional de Salud como un referente internacional y un activo cardinal de lo que todos conocíamos como ‘Marca España’.
En resumen, una propuesta de presupuestos lesiva para España y vacía de aportaciones constructivas en materia de sanidad, que siembra la semilla de una nueva recesión y con ello pone en peligro la sostenibilidad de nuestro Estado del bienestar, también del Sistema Nacional de Salud.