La pandemia ha provocado una revolución incipiente en la atención sanitaria y ha acelerado notablemente la difusión y aplicación de nuevas tecnologías al servicio del paciente, lo que comúnmente llamamos “telemedicina”.
Sin embargo, este concepto es muy amplio y va mucho más allá de las videoconsultas o de las apps. La telemedicina propiciará en los próximos años una transformación total en el acceso a la atención médica y, sobre todo, en el seguimiento y las formas de cuidado. Este cambio de paradigma lo podemos resumir en una idea: el hospital del futuro está en casa del paciente.
En definitiva, la pandemia ha creado un escenario oportuno para que nos replanteemos cómo podemos mejorar la calidad y la eficiencia de la atención sanitaria aprovechando la tecnología disponible para acercar los cuidados al entorno en el que viven los pacientes. Este cambio supone una transformación total respecto al modelo actual. Los grandes hospitales, que hasta ahora han funcionado como macroestructuras para atender cualquier tipo de dolencia, pasarán a especializarse en el tratamiento de los pacientes agudos, complementados por centros médicos encargados de los servicios no complejos, y por otros centros dedicados al cuidado de los pacientes crónicos y/o dependientes. En este nuevo modelo, la telemedicina y la asistencia domiciliaria jugarán un papel cada vez más destacado.
Sabemos que la atención domiciliaria será un eje central en la medicina del futuro. Y también sabemos que, para obtener la máxima eficiencia y eficacia, debemos hacer un gran esfuerzo de formación y adaptación por parte de los profesionales
Para impulsar esta transformación, en el Grupo ASISA trabajamos desde hace años en diferentes proyectos destinados a utilizar la telemedicina para dar asistencia domiciliaria a los pacientes, especialmente a los crónicos. El planteamiento que subyace tras estos proyectos es que la telemedicina permite cambiar la forma de atender a los pacientes y aumentar su calidad de vida y tiene una capacidad transformadora que sobrepasa ampliamente las videoconsultas o las apps, un complemento de gran utilidad a la consulta presencial, que debe seguir siendo el acto principal de la relación médico-paciente.
En nuestra estrategia para el desarrollo de este nuevo modelo asistencial, ya hemos puesto en marcha dos iniciativas. La primera de ellas, el Programa Alerta, enfocado en el control de pacientes con enfermedades crónicas. Su objetivo es prevenir y detectar de forma precoz las reagudizaciones de los pacientes crónicos con apoyo de una aplicación digital online, lo que evita visitas al hospital y adelanta la atención temprana en caso de empeoramiento. Por otro lado, durante la pandemia hemos impulsado un programa de seguimiento de los asegurados con COVID-19 en aislamiento domiciliario. En total, ASISA ha monitorizado a más de 160.000 pacientes con COVID-19 y hemos adquirido una experiencia que podremos aplicar con otros pacientes en el futuro.
Sabemos que la atención domiciliaria será un eje central en la medicina del futuro. Y también sabemos que, para obtener la máxima eficiencia y eficacia, debemos hacer un gran esfuerzo de formación y adaptación por parte de los profesionales sanitarios. Esa debe ser nuestra prioridad: dotar a los profesionales de las herramientas y conocimientos necesarios para que esta nueva forma de atención multiplique la calidad asistencial y mejore la vida de los pacientes.