Escribo como pasajero de un avión de Iberia, desde el asiento 10 D de una fila de 3 personas separadas por 15-20 cm como máximo y a su vez separadas 70 cm de la fila del al lado, con otras 3 personas que tienen incluso dificultad para mover los brazos y poder colocarse bien su mascarilla.
Regreso a casa desde el Aeropuerto de Los Rodeos en Tenerife, después de la especial acogida que me brindaron anoche todos y cada uno de los miembros del equipo del programa “Fuera de Plano” que se emite todos los jueves en la Radio Televisión Canaria, con una gran aceptación por parte de la audiencia. Grandes profesionales y excelente programa. Muchas gracias por vuestro exquisito trabajo.
Desde el principio de este vuelo me voy dando cuenta de que una cosa es lo que dicen las autoridades, otra la que legislan y otra, muy diferente, lo que las empresas e instituciones cumplen adecuadamente.
Ayer al menos, cuando viajaba a Tenerife con Air Europa, tras el saludo de bienvenida de los miembros de la tripulación, nos dieron a todos un sencillo kit, compuesto por una dosis individual de gel hidroalcohólico y una mascarilla NK95. Y cuando un pasajero aseguraba que ya llevaba su mascarilla, la azafata le insistía en que utilizara la que le entregaban para viajar más cómodo durante las 3 largas horas del vuelo.
"Todas las compañías de aviación deberían entregar antes de comenzar el vuelo, un kit con una dosis individual de gel hidroalcohólico y una mascarilla tipo FFP2, como la KN95, sin válvula, exigiendo a todo el pasaje que sea esta mascarilla la que utilicen"
Hoy, con Iberia, bienvenida, toallita individual de gel, pero nada de mascarilla. ¿A que se debe este cambio? ¿Dos empresas que transportan personas, tienen distintos objetivos de salud y ponen en marcha diferentes recursos para proteger nuestra salud?
Encogidos, cada uno especialmente cerca del otro, sin distancia de seguridad, aunque con mascarilla. ¿Dónde quedaron aquellos estudios de los ingenieros aeronáuticos que por abril nos mostraban los nuevos modelos de interiores de avión, donde todos viajaríamos más seguros para mantener la distancia de seguridad, y claro, también mucho más cómodos?
A buen seguro que las compañías aéreas hicieron números y finalmente antepusieron el tema financiero a la salud de todos. Eso sí, nos aseguran que los “filtros del aire acondicionado” que llevan los aviones son especiales y nos protegen a todos.
Mientras tanto, no podemos asistir a disfrutar de una obra de teatro, porque como es lógico sus productores no pueden estrenar con un aforo tan reducido. Podemos ir “enlatados” en un avión, pero no podemos estar cómodamente sentados en la butaca de un teatro, disfrutando del arte y la cultura, aunque eso sí, con nuestra mascarilla de protección.
"A los que se sienten más protegidos con las mascarillas que llevan una válvula, les aconsejo que traten de respirar por ella y se darán cuenta que solo consiguen hacer el vacío"
Para matar el aburrimiento del viaje, observo a los pasajeros y a la tripulación. Las azafatas nos recuerdan las “medidas de seguridad ante el Coronavirus” y nos explican como proceder ante un posible accidente aéreo, haciendo un énfasis especial en el adecuado uso de chaleco salvavidas y la utilización de la mascarilla de oxigeno, en caso de despresurización. Mientras tanto, cada uno a lo suyo, como sucede en todos los viajes, sin al menos mirar a la cara a la azafata, para que pueda sentir y notar que la escuchamos.
No, cada uno a lo nuestro; con el teléfono, la tableta, el ordenador, la música, los cascos, el libro… y eso sí, todos con mascarilla, pero cada persona con el modelo que libremente ha elegido.
Las hay de todo tipo: de tela que no sé si son reutilizables y seguras, porque nadie nos lo ha confirmado; las higiénicas y quirúrgicas, que yo denomino como “mascarillas de la generosidad”, porque la llevas para proteger a los demás, para no contagiarles del Coronavirus que cada uno podemos llevar en nuestro aparato respiratorio, aún sin notarlo, porque podemos ser asintomáticos; otras personas utilizan las “mascarillas egoístas”, que son aquellas que les confieren una seguridad a quienes las llevan puesta, pero que solo con verlas, con esa “válvula que llaman de seguridad”.
Me pregunto si son conscientes de que a través de esa válvula están expulsando el aire de sus pulmones con la respiración, que por supuesto puede ir cargado de virus y puede ser el elemento contagioso, y especialmente en un avión, a pesar de su especial aire acondicionado.
Son mascarillas que filtran el aire que respiramos, pero no el que exhalamos, detalle que mostramos anoche en Fuera de Plano. En las propias especificaciones de compra se indica: "Ayuda a proteger al usuario contra contaminantes volátiles peligrosos filtrando las partículas del aire inhalado. La válvula permite llevarla puesta con mayor comodidad y frescura, ya que elimina la acumulación de calor y permite que el aire exhalado salga de la mascarilla sin filtrar". ¡Resulta difícil entender cómo aún no se ha prohibido su utilización en todos los entornos en los que debemos utilizarla por ley!
A los que se sienten más protegidos con las mascarillas que llevan una válvula, les aconsejo que traten de respirar por ella y se darán cuenta que solo consiguen hacer el “vacío”; no, por mucho que aspiremos por la válvula, no conseguiremos atrapar el aire para respirar. Sin embargo, si soplan a través de la válvula, si que notarán que el aire de su respiración sale y no se queda acumulado en su mascarilla, con lo que, sin pretenderlo y de eso estoy seguro, están contribuyendo a aumentar el contagio de esta enfermedad.
"Al llegar a Madrid, observo con tristeza ese “protocolo de triple seguridad” que consiste en rellenar un cuestionario, la toma de la temperatura y el 'análisis visual'"
Mascarillas obligatorias en el avión sí, y totalmente de acuerdo, pero ¿que tipo de mascarilla? En mi opinión, al menos todas las compañías de aviación deberían entregar antes de comenzar el vuelo, un kit con una dosis individual de gel hidroalcohólico y una mascarilla tipo FFP2, como la KN95, sin válvula, exigiendo a todo el pasaje que sea esta mascarilla la que utilicen durante todo el vuelo. De este modo, además de contribuir a disminuir las posibilidades de contagio, estaremos asegurando que todos utilizamos una mascarilla útil, nueva y con la misma “vida media”. Estoy viendo en estos momentos a personas que llevan una mascarilla quirúrgica que debe tener tanto tiempo y tantos usos que incluso ha perdido su color azulado, que es la parte que debemos colocar hacia el exterior.
AZAFATAS CON GUANTES Y PROTOCOLOS EN EL BAÑO
¿Y los guantes? Un sinfín de despropósitos a estas alturas de la pandemia, cuando tanto hemos aprendido a costa de la vida de tantas y tantas personas. Las azafatas con guantes, que además de no ser de su talla, para lo único que sirven es para convertirse en el mejor medio de transporte del Coronavirus. Llevan mascarilla y guantes y se sienten superprotegidas; nada más lejos de la realidad. Sí, llevan guantes pero como piensan que están protegidas, van tocando todo: el respaldo del asiento de un pasajero, el cinturón de seguridad de otro, la puerta del maletero superior, el carro de la basura… Bueno, la verdad es que de vez en cuando observo que se lavan las manos con gel, pero “con los guantes puestos”, un nuevo despropósito porque la humedad queda impregnada en el guante y potencia la adherencia del virus y de cualquier otro elemento patógeno que viaje con nosotros.
"¿Será que cada vez nos estamos relajando más ante la paranoia de los virus en las superficies, al no disponer de ninguna evidencia científica que acredite la posibilidad de contagio?"
Se me ocurre ir al baño y sigo sin entender los “protocolos de higiene y seguridad de las compañías aéreas”. Si en el recinto de una piscina comunitaria cuando se utiliza el baño, la persona encargada pasa a desinfectarlo para liberarlo de la “posibilidad” de que los virus se hayan quedado en las diferentes superficies, ¿Por qué no se hace en los aviones? Ni siquiera un simple dispensador de gel hidroalcohólico en el baño.
¿Será que cada vez nos estamos relajando más ante la paranoia de los virus en las superficies, al no disponer de ninguna evidencia científica que acredite la posibilidad de contagio?
Al fin llegamos a Madrid y puedo dar fe de que las pobres azafatas no se han quitado los guantes, seguro que porque así lo exige el protocolo de su compañía, con lo que es más que posible que puedan sufrir alguna dermatitis, sobre todo por el calor y el sudor que acumulan en sus manos. Con guantes, los mismos guantes, recogen todo y vuelven a tocar todo.
Y al llegar a Madrid, observo con tristeza ese “protocolo de triple seguridad” que consiste en rellenar un cuestionario, la toma de la temperatura y el “análisis visual”; pregunto a dos jóvenes que visten un uniforme blanco y me aseguran que son auxiliares de enfermería y que su misión consiste en observar si algún pasajero tiene mala cara, camina con aspecto de cansado y respira con franca fatiga.
Juzguen ustedes mismos si con todos estos protocolos nos podemos sentir seguros. Será mejor recordar el lema saludable de… ¡Yo te protejo, tu me proteges!