A pesar de que el año 2020 forma ya parte del pasado, es momento de echar la vista atrás y de interiorizar todas esas lecciones que la pandemia de la COVID-19 nos ha ido enseñando desde su irrupción en España el pasado mes de marzo.
Lecciones que debemos poner en práctica en este presente todavía inseguro para que, entre todos, podamos construir el futuro que nos merecemos y en el que la salud siga ocupando el lugar prioritario que le corresponde.
Sin lugar a duda, la llegada este nuevo virus nos ha obligado a todos a adaptarnos a una también nueva realidad que nos puso contra las cuerdas y nos llevó al límite a nivel individual, como sociedad y, por supuesto, como profesionales. Una realidad en la que se puso de manifiesto la importancia de cuidar de la salud y de fomentar el buen funcionamiento de los sistemas sanitarios.
En Cofares nos hemos mantenido al pie del cañón, conscientes de que la red de farmacias y la distribución constituyen un eslabón central de los ecosistemas sanitarios y que son, en definitiva, el nexo entre los diferentes agentes de salud y el elemento primordial de estos ecosistemas: el paciente
En este contexto, marcado por la necesidad de afrontar retos continuamente, en Cofares nos hemos mantenido al pie del cañón, conscientes de que la red de farmacias y la distribución constituyen un eslabón central de los ecosistemas sanitarios y que son, en definitiva, el nexo entre los diferentes agentes de salud y el elemento primordial de estos ecosistemas: el paciente.
Siguiendo esta máxima, desde Cofares hemos hecho frente a los múltiples obstáculos y restricciones para seguir trabajando sin descanso de cara a facilitar soluciones en los momentos en los que la realidad teñía de incertidumbre el futuro más inmediato. Entre otras acciones, reforzamos nuestras 1.500 rutas con 75 nuevas para asegurar, incluso en los momentos más complicados, la media de 2,5 entregas diarias de pedidos entre los socios. Además, en las primeras semanas de la pandemia cerramos un importante acuerdo que permitió suministrar mascarillas a la población cuando más se necesitaba.
Ante este panorama, en muchos momentos desalentador, el farmacéutico ha demostrado, una vez más, su esencialidad. La farmacia, como único establecimiento sociosanitario de primer nivel para el ciudadano, ya era una realidad totalmente instaurada en los núcleos rurales, pero en esta ocasión lo ha sido en el conjunto del país incluyendo los núcleos urbanos más poblados.
Y es que en los meses más críticos de la pandemia, cuando los hospitales y centros de atención primaria quedaron fuera del alcance de gran parte de la población, fueron los farmacéuticos comunitarios quienes estuvieron en primera línea para prestar parte de esa atención sanitaria tan necesaria a pacientes de patologías que no eran COVID-19. Fueron los encargados de resolver las dudas sobre los tratamientos y de atender todas las preocupaciones en materia de salud, incluidas las relacionadas con el nuevo coronavirus.
Ahora que avanzamos en este 2021 que continúa marcado por la pandemia, es fundamental que todos sigamos trabajando unidos, con la colaboración como valor esencial, para que la salud no vuelva a ser relegada a un segundo plano.