Nuestra generación está viviendo tiempos convulsos. Hasta ahora, habíamos tenido suerte. Somos los hijos de la democracia Occidental que no habían vivido una guerra ni una catástrofe colectiva. Hasta ahora. Ha llegado la pandemia y la posibilidad de un conflicto global se ha extendido tras la invasión de Ucrania como no lo había hecho desde los peores momentos de la Guerra Fría.
Anes de la pandemia, los pocos datos que teníamos sobre salud mental en España revelaban una realidad inquietante. Las depresiones y otras dolencias que afectan a la mente de las personas arrojaban conclusiones preocupantes. Pero, con la pandemia y las restricciones que hubo que adoptar, todo ha empeorado de forma alarmante. Las depresiones, los trastornos obsesivos compulsivos, las autolesiones, las tentativas de suicidio y los suicidios consumados se han disparado.
Todavía tenemos datos provisionales, pero cuando se publiquen los definitivos, las noticias van a ser muy duras. Sin embargo, será bueno conocerlos cuanto antes. Básicamente, porque ahora mismo los supervivientes de un suicidio, quienes padecen o conviven con una depresión, o los padres que han visto cómo sus hijos han modificado su conducta o han empeorado su carácter se sienten solos y poco atendidos por los servicios públicos. El gran reto del Sistema Nacional de Salud es poner en marcha una verdadera Estrategia Nacional de Salud Mental.
El suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes, por encima de cualquier enfermedad. Pero, siendo así, no existe un plan nacional contra este mal, ni los profesionales que se enfrentan a situaciones donde aparece el suicidio están formados.
Esto es así por el estigma que pesa sobre esta conducta, por el silencio que lo rodea, por la vergüenza que hacen sentir a quienes sufren un suicidio en su entorno.
Lo mismo sucede con quienes conviven con algún familiar que padece alguna enfermedad mental. En muchas ocasiones se considera un motivo por el que avergonzarse. Esto debe combatirse también con la colaboración de los medios de comunicación. En los medios públicos, obligada. La información sobre estos asuntos es casi tan importante como los recursos. La inversión necesaria en salud mental es muy agradecida: solo son recursos humanos. Hacen falta más profesionales de la salud mental. No es el caso de una maquinaria costosa o de grandes instalaciones. Se trata de conseguir que, si alguien llama pidiendo cita porque tiene una depresión, tenga una respuesta rápida y no una fecha lejana a varios meses vista.
Ha habido un tiempo en que el asunto se ha “puesto de moda”, pero percibo que empieza a ser menos habitual hablar de ellos porque la actualidad vuelve a imponerse. Los vimos mucho en los medios, pero, por la dinámica de los mismos, volverá de forma puntual. Es lógico. Lo que no es normal es que la clase política haga lo mismo, sucumbiendo a la actualidad, a las modas, al efectismo y al oportunismo. Para que eso no pase, quienes hemos hecho bandera de este tema seguiremos hablando de ello. Tanto como haga falta. Este es el motivo de que esté usted leyendo estas líneas.