La semana pasada asistimos al comienzo de la consagración de una nueva estrella del firmamento tenístico español: Carlos Alcaraz. Los que vamos teniendo una respetable edad vivimos una larga etapa de sequía desde tiempos remotos en la historia del deporte español.
In illo tempore una victoria pírrica se celebraba como si fuera épica en cualquier deporte, faltos de títulos internacionales como estábamos, y media docena de Grand Slams individuales servían para encumbrar a los modestos Manolo Santana, Andrés Gimeno y Manolo Orantes.También fueron gestas individuales en otros deportes las de Bahamontes, Ocaña, Indurain o Severiano Balllesteros, sin olvidar a Paquito Fernández Ochoa, etc.
De entonces acá la española rojigualda se ha izado en múltiples ocasiones por muchas y muchos tenistas que han sembrado el palmarés nacional de éxito, que ha ido acompañado de promoción para nuevas generaciones que crecieron viendo a sus mayores triunfar hasta que un día su nombre lució en lo más alto del podio de Australia, EEUU, Inglaterra y Francia.
Son legión los nombres que han alegrado la vida de los aficionados de este país y necesitaríamos varios artículos solo para nombrarlos y glosar brevemente su historial. Pero esto es una columna orientada a la salud y por mucho que lo fuerce, conviene no salirse mucho del carril por lo que pudieran decir mis editores, pero un nombre brilla por encima de todo como el mejor deportista de todos los tiempos: don Rafael Nadal Parera.
"La pérdida de habilidades físicas puede ser un hándicap tanto en áreas deportivas como quirúrgicas, pero no impiden trasmitir saberes y carácter dando continuidad a un objetivo común"
Pocos deportistas de élite son conocidos por sus dos apellidos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, pero el de éste resulta una pesadilla para los franceses, hasta que han acabado rindiéndose a la evidencia y coronándole como el rey indiscutible de la tierra batida de Roland Garros tras adjudicarse trece ediciones, todo un récord para las promociones venideras.
Rafa acumula 21 Grand Slams, superando a dos mitos vivientes, Federer y Djokovic, a los que ha derrotado en múltiples ocasiones, pero con quienes comparte una gran amistad y el púlpito como mejores tenistas, masculinos, de la historia de la raqueta. Solo tiene una pega, roza los 36 años, edad aún productiva en casi todos los órdenes de la vida, salvo en el deporte de élite que exige gran esfuerzo físico, pero los remos ya no responden igual que a los 20.
Nuestro héroe de Manacor, su localidad mallorquina de origen, pasó un calvario personal y físico del que muchos dudamos seriamente que se repusiera, pero cual ave fénix resurgió de sus cenizas, quizá porque infravaloramos a un ser cuya resistencia física y anímica están por encima de la media. El dolor, y la superación del mismo, ha estado presente en la mayor parte de su carrera, pero en los últimos tiempos ya es una constante y su fecha límite se aproxima.
Ante esta difícil tesitura a muchos les entró el pánico de volver al vacío existencial vivido en el ciclismo, la otra gran pasión nacional, tras la marcha de Induráin y que persiste en el tiempo porque los habidos no tuvieron la continuidad para convertirse en leyenda. Es aquí donde entra en juego nuestro protagonista inicial, un imberbe muchacho murciano, de origen igualmente humilde.
"Todos los relevos son difíciles porque la meta es superar al predecesor y cuanto ésta o éste han dejado el listón muy alto, hay que escudriñar con vehemencia buscando liderazgo, carisma, seguridad, firmeza, categoría intelectual y humana"
Carlos “Carlitos” Alcaraz era apenas un desconocido el año pasado, su nombre empezó a despuntar hace unos meses y tras ganar el Master 1000 de Miami y el de Madrid, derrotando sucesivamente a Nadal, Djojovic y Zverev… auparse como la gran esperanza del tenis español y por tanto el anhelado relevo del manacorí.
El deporte suele ser un bálsamo desestresante de la vida cotidiana, una válvula de oxígeno para desconectar de la realidad compleja que atravesamos, así como un referente en el que fijarse para extraer óptimas conclusiones para nuestras actividades diarias. Ya hemos hablado de la superación en otras ocasiones, pero esta es idónea para hablar de los relevos. La identificación con estos modelos nos adscribe a un grupo de pertenencia y esa identidad nos proyecta con sus logros.
En todas las profesiones, y la sanitaria no iba a ser una excepción, llega un momento en que los máximas estandartes de los servicios, de la dirección de los centros, de los equipos auxiliares, de las sociedades médicas, alcanza una edad que invita al retiro y merecido descanso y sólo los más responsables se preocupan de “dejar en buenas manos” el puesto que quedará vacante a sus espaldas.
Todos los relevos son difíciles porque la meta es superar al predecesor y cuanto ésta o éste han dejado el listón muy alto, hay que escudriñar con vehemencia buscando liderazgo, carisma, seguridad, firmeza, categoría intelectual y humana, quizá demasiados peldaños que subir, pero suele haber candidat@s entre los que rodearon a quien se marcha porque habrá sido su luz en medio de la oscuridad. Quienes hoy ocupan responsabilidades aún tienen pendiente su propio duelo y la responsabilidad de trasladar el relevo dando continuidad a proyectos comunes.
"De la muerte prematura mejor ni hablar, pero la edad es un juez severo que fuerza a tomar decisiones y siempre resulta mejor convenir con quienes resisten que imponer por la fuerza el relevo"
A menudo su labor científica y su gestión al frente de un conjunto de egos a cuál más narcisista, demanda una contención y un equilibrio encomiables. Haberlos también haylos que más les habría valido dedicarse a escardar cebollinos, si bien al final el tiempo pone a cada uno en su sitio, por méritos y deméritos.
La pérdida de habilidades físicas puede ser un hándicap tanto en áreas deportivas como quirúrgicas, pero no impiden trasmitir saberes y carácter dando continuidad a un objetivo común. Curiosamente los años de máximo prestigio es prácticamente inversa entre el deporte y la salud, pero ambas son complementarias e ítem más, la segunda es imprescindible para el primero cuando se producen lesiones y es necesario recurrir a expertos de esta última.
Y si hablamos de Carlos y de relevos, no podemos olvidarnos del eterno heredero, del relevo más largo de la historia, en concreto de la historia de las monarquías, que no es otro que el protagonizado por su graciosa majestad la reina Isabel II de Inglaterra y su simpático hijo Carlos, que de tanto esperar ya será veterano y tal vez convenga saltarse el protocolo un peldaño para actualizarse a fecha del corriente. Es lo malo de dejar para el final estas decisiones.
De la muerte prematura mejor ni hablar, pero la edad es un juez severo que fuerza a tomar decisiones y siempre resulta mejor convenir con quienes resisten que imponer por la fuerza el relevo. Esperemos que Carlitos, el nuestro, fluya como espontáneo sucesor y solo así tendremos garantizado en el tenis español el relevo generacional.