España se acerca al fin del octavo mes de pandemia. Nuestro país, al igual que el resto de Europa, se encuentra sumido en una segunda ola en la que el SARS-CoV-2 ha vapuleado sin apenas esfuerzos el duro camino recorrido en estos largos meses en los que hemos sido testigos de cómo nuestra vida ha cambiado por completo. Lejos queda ya aquel 21 de junio en el que los españoles entrábamos temerosos en una “nueva normalidad” que no ha sido más que un efímero espejismo. El verano únicamente ha sido un oasis ficticio, un subterfugio bajo el que se estaba gestando la nueva ola del virus que, prevista para el otoño, en el caso de España ya comenzó a mostrar su ferocidad a finales de la época estival.
Y así hemos llegado a la declaración de un nuevo Estado de Alarma que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene intención de aplicar durante seis meses. Eso sí, descargando la mayor parte de la responsabilidad en las comunidades autónomas. Las cifras de nuevos contagios en España se cuentan por miles cada día y continúa creciendo preocupantemente el número de ingresados y fallecidos. Mientras Alemania ha decretado el cierre de toda la hostelería y Francia ha aprobado el confinamiento domiciliario de todo el país durante un mes, la clase política española continúa inmersa en sus luchas de poder en vez de focalizar sus esfuerzos en combatir la pandemia. Pero esto no siempre es así y, para no faltar a la verdad, hay momentos en los que nuestros políticos dejan a un lado las diferencias y “se unen”.
Tal es el caso de la fiesta organizada por El Españolque contó con la asistencia de decenas de personalidades apenas unas horas después de anunciarse el nuevo Estado de Alarma. Una reunión que ha desatado las críticas e ira de una ciudadanía que ve limitados cada día sus derechos bajo unas normas y restricciones que parecen afectar de forma arbitraria a nuestros representantes en el Congreso.
A estas empresas les pareció raro que el ministro de Sanidad acudiese a un acto de estas características. Muchos incluso contactaron con el gabinete de comunicación del Ministerio de Sanidad para confirmar la asistencia de Illa
Pedro J. Ramírez, director de El Español, ofreció las explicaciones pertinentes sobre el acto reiterando que cumplía con todas y cada una de las medidas de seguridad establecidas en la Comunidad de Madrid. Mientras los españoles permanecían encerrados en sus domicilios cumpliendo con la legislación vigente, que incluye el toque de queda, aforo del 50%, distanciamiento social o las seis personas de aforo máximo permitidas en reuniones. Entre los invitados hay un nombre que destaca por encima de todos: Salvador Illa, ministro de Sanidad.
La asistencia a un acto de estas características, a todas luces incomprensible en la situación que estamos viviendo, únicamente provoca dos cosas. La primera es una preocupante falta de empatía y responsabilidad con unas medidas y restricciones que llevan su firma. La segunda es la creación de una falsa sensación de seguridad, de minimización de la gravedad en la que vivimos y que se extiende al resto de personas.
Este segundo hecho queda demostrado con la asistencia a la fiesta de representantes de empresas del sector de la salud. Nombres como Cofares, Asisa, Medtronic, HM Hospitales, Vithas o Siemens aparecen en el listado como el grupo más numeroso. Tal y como ha podido averiguar ConSalud.es, a estas empresas les pareció raro que el ministro de Sanidad acudiese a un acto de estas características. Muchos incluso contactaron con el gabinete de comunicación del Ministerio de Sanidad para confirmar la asistencia de Illa. Su presencia en la fiesta sirvió de reclamo para los representantes de estas compañías que pensaron que, si el ministro de Sanidad y máximo responsable de las medidas y restricciones aprobadas asistía, es que no existía problema.
La actitud de Illa, a pesar de sus intentos de disculpa, no se justifica bajo ningún pretexto. Y más si tenemos en cuenta que el ministro ha rechazado participar en eventos organizados de forma online y que garantizan el cumplimiento de todas las medidas, pero asiste a una fiesta multitudinaria. ¿Quizás porque esos eventos online tienen una menor repercusión? Es la sensación que transmite su asistencia. Un hecho que en cualquier otro país habría supuesto su dimisión inmediata.
Un ejemplo más de la pésima gestión a la que España está sometida y que únicamente nos mantiene a la deriva en esta pandemia. Además de Illa la fiesta contó con la asistencia de otros ministros y líderes y representantes políticos. España continúa engullida en el “y tú más” y un mitin electoral que dura ya demasiados meses en el que la pandemia, el sufrimiento de los españoles, únicamente es la nueva arma arrojadiza entre todos los colores del arco parlamentario.