Patinazo injusto

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Cuesta mantener la mesura cuando algunas voces pierden melodía y cadencia, y se convierten en ruido estridente, distorsionando la calma y el sosiego que se espera de ellas, por no reivindicar exclusivamente el equilibrio y el rigor exigible en el ejercicio de sus facultades.

De un oficiante de panadería se espera que amase harina, levadura y agua, y tras un periodo dado en el horno, venda sabroso, tierno y esponjoso pan, pero si empieza a propinar bandazos contra el barrendero porque sólo empuja la escoba sin arte ni oficio, o contra el jardinero porque le acusa de dejarle plantado o contra el abogado por ser amigo de pleitos pobres, entonces sabemos que desvaría y cuestionamos su palabra, por “meterse en camisa de once varas”.

Decía mi abuela que “pobre de aquel que solo sabe de lo suyo, porque ni siquiera de eso sabe”. Nunca está de más conocer un poco de muchas cosas, sobre todo si hace frontera con nuestros campos de conocimiento, lo cual no nos convierte en experto en todas ellas. Ser curiosos de todo alimenta nuestro deleite, puede ensanchar nuestras perspectivas y eso también guarda cierta utilidad intangible.

Cualquier persona puede tener opiniones de lo que quiera y los demás le daremos un valor

Pero sacar los pies del tiesto para enfangarse hasta la sobaquera parece impropio de aquellos que deben aplicar normas al juzgar nuestros actos, palabras y conductas, máxime cuando para expresarse lo hacen de manera tan desafortunada como valorar el contenido y la formación de profesionales de reputado prestigio, y relegarles a un ominoso segundo plano en una “charla informal”, olvidando que sus peroratas han sido en una emisora de radio y no en un encuentro privado rodeado de iguales, semejantes o dispares.

También decía mi abuela, que por fortuna no me cobraba derechos de autor, pues no tendría dinero para recompensarla, que “las cosas hay que tomarlas según de quien vienen”. Pues entonces…peor me lo ponen, porque si “esas cosas” vienen de alguien a quien le otorgamos vara de arbitraje y revestimos de togas para dirimir qué es justo y qué no, entonces estamos ante un lío de mil demonios.

Así, cualquier persona puede tener opiniones de lo que quiera y los demás le daremos un valor. Que un juez opine de cocina o deporte me vale tanto como que un patinador lo haga de geografía o de leyes, sin menoscabo de que pueda saber de tal, pero no hasta revestirle como “perito”.

Pueden imaginar que todo se inicia con la decisión administrativa de un gobierno regional de imponer en su territorio jurisdiccional medidas restrictivas a la libre circulación ciudadana en aras a controlar el contagio del condenado virus sars-cov-2, vamos, covid19 por abreviar. Medida implementada tras consultar a expertos epidemiólogos.

Pere hete aquí que el recurso del gremio de hosteleros de tal comunidad autónoma acaba en manos de un magistrado que cuestiona la decisión del confinamiento limitado y lo revierte porque alega que una comunidad no tiene capacidad para limitar derechos fundamentales. Es cierto que la ley parece demasiado laxa y desprovee a las CCAA de tales facultades, máxime en un periodo de extrema gravedad sanitaria.

La epidemiologia es una materia que sobre todo se estudia en Medicina Preventiva y de Salud Pública

A mi entender, estaríamos ante una maraña legal que sólo entendidos en la materia podrían desmadejar y rehilar fino confrontando opiniones, juicios y criterios al respecto, pero si el señor togado se despacha en una emisora de radio con minoraciones sobre la formación de  los expertos epidemiólogos consultados, considerándolos “médicos de cabecera que han hecho un cursillo”…, entonces y solo entonces, no por falso corporativismo, sino por “justicia reparadora” habría que pedir al menos una reparación moral por tamaño devaneo intelectual a su señoría.

Para colmo de males éste último alardea en su estado de whatsapp de reclamar “no más confinamiento” y encima se permite el lujo de hacer chanzas utilizando como excusa “enfermedades de transmisión sexual”, y todo con luz y taquígrafos, bajo la grabación de una emisora de radio, no una conversación privada recogida de manera fraudulenta.

Mire Vd.: La epidemiologia es una materia que sobre todo se estudia en Medicina Preventiva y de Salud Pública. La carrera de Medicina es una de las pocas que tiene 6 años, mientras otras, como el derecho, solo son 5…También es de las pocas que son grado y máster, porque sus contenidos son complejos y variados, de tal manera que un Licenciado en Medicina tiene una capacitación posiblemente superior a la de otros.

Muchos especialistas veteranos vienen de procedimientos antiguos donde las competencias se adquirían en el ejercicio de sus tareas

Pero en el caso concreto que nos ocupa, la epidemiología es una competencia acrecentada con el ejercicio, y no cualquiera sirve para ejercerla, sobre todo cuando es una actividad que en este último año, y quién sabe por cuánto más, está en el eje de análisis y estrategias, con la discreción y el rigor de los guarismos, combatiendo un mal invisible y de muy dudoso origen.

De otro lado, recordemos que muchos especialistas veteranos vienen de procedimientos antiguos donde las competencias se adquirían en el ejercicio de sus tareas, preferencias y/o necesidades, son conocidos como los “mestos” (Médico especializado que ejerce sin titulación oficial), que en España se remontan a antes de 1978, fecha del primer examen del MIR, y nadie discutiría su competencia ni su profesionalidad, pese a carecer de un “título oficial”.

Hasta el día del corriente no existe la carrera de magistrado, ni la de notario, sino que estas categorías vienen derivadas de una oposición a la que se presentan licenciados en derecho que aspiran a dictar sentencias y ser fedatarios de actos privados, y no por ello nadie les denosta como “leguleyos con oposición”. Es más, incluso existe, para magistrados, la opción del tercer turno y se les suponía un expertizaje a quienes llevasen una suma de años de ejercicio…

Todos corremos el riesgo de dar traspiés, pero lo que nos hace más inteligentes no solo es levantarnos, sino corregir cuando damos pasos en falso, y esta vez su señoría parece haber dado un patinazo inoportuno. Dicen que rectificar es de sabios y, al cierre de la redacción de esta tribuna, se ha producido la necesaria enmienda, pidiendo disculpas por su “desafortunada expresión”. Parece que el huracán que encendieron sus palabras ha amainado su activismo y la amenaza de un expediente disciplinario ha refrenado su lengua ¡Que vuelva la calma chicha!

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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