Desde que se decretó el final del “estado de alarma”, todos intentamos volver poco a poco a una “nueva normalidad” a la que nos tendremos que acostumbrar poco a poco. Pero al incorporarnos a nuestra vida “medio normal”, al trabajo y a la vida en sociedad, en los restaurantes, bares, terrazas, ocio nocturno etc., han comenzado a aumentar los casos de COVID-19, preocupando realmente que en estos momentos tengamos que hacer frente a mas de 200 “rebrotes” en distintas comunidades, con el objetivo de que se puedan controlar y no se conviertan en “transmisión comunitaria”.
Cuando se pasó de la “gobernanza central” a la “cogobernaza”, todos los responsables políticos nos aseguraban y prometían que potenciarían la red de Atención Primaria y la Salud Pública, porque la evidencia científica demuestra que es la mejor opción para evitar nuevos casos, nuevos rebrotes y la temida transmisión comunitaria. Pero ahora, cuando la “gobernanza” les corresponde a las comunidades autónomas, cada una lo hace con estructuras bien diferentes y sin respetar la relación obligada de 1 rastreador por cada 5.000 habitantes, o si se prefiere, 20 por cada 100.000 ciudadanos, aunque los “landers” alemanes cuentan con 25 por cada 100.000.
Cuando una persona presenta síntomas sospechosos de estar pasando la enfermedad, acude a su Centro de Salud y el médico de familia es quien decide si está indicada o no la PCR diagnóstica. Si la prueba es positiva, será él quien decida el mejor tratamiento y el confinamiento en su domicilio con seguimiento continuado o el ingreso en el hospital, y le comunica los datos a la Dirección General de Salud Pública para que los rastreadores comiencen su trabajo de investigación. Un equipo de rastreadores compuesto por médicos, profesionales de enfermería, preventivistas y operadores telefónicos, que deberían contar con una formación específica en habilidades de comunicación social, porque la formación sobre la COVID-19 se da por hecho que cuentan con ella.
"El rastreador se pondrá en contacto con el paciente positivo y a través de una entrevista clínica debidamente estructurada tiene como objetivo conocer todos los contactos directos de al menos 15 minutos y en los 3-4 días anteriores a la aparición de los primeros síntomas"
El rastreador se pondrá en contacto con el “paciente positivo” y a través de una “entrevista clínica” debidamente estructurada tiene como objetivo conocer todos y cada uno de los contactos directos de al menos 15 minutos y en los 3-4 días anteriores a la aparición de los primeros síntomas, período de máximo riesgo de contagio. Luego, lo ideal sería que los rastreadores tuvieran una línea directa y continua con el médico de familia y los profesionales de enfermería del Centro de Salud, para que se puedan hacer los controles y el seguimiento diario de cada contacto. Pero esto, después de escuchar a muchos médicos de familia, no se está haciendo fundamentalmente porque nuestro sistema sanitario sigue estancado en los “compartimentos estancos” de siempre, una estructura arcaica que en estos momentos debería cambiar y cuanto antes.
Si algo hemos aprendido durante esta pandemia, es que nuestra Sanidad necesita de unas urgentes reformas estructurales en todos los sentidos, pero especialmente y en este caso, de la Atención Primaria y la Salud Pública, que deben potenciarse con nuevas ideas y con muchos más profesionales sanitarios. En política, como en tantos otros casos, conviene tener presente la diferencia entre “lo importante y lo urgente”. Siendo importante poder contar con un “Hospital COVID-19” y cerca del Aeropuerto Adolfo Suárez, lo urgente ahora es destinar todos los recursos económicos necesarios para contratar más profesionales de salud en la red de Atención Primaria, ya precaria desde hace años en España y especialmente en Madrid, y muchos más “rastreadores” para llegar al menos a contar con 20 por cada 100.000 habitantes, lo que facilitaría que cada controlador pudiera hacer el seguimiento de 5 casos como máximo, como indicador ideal.
Uno de los fracasos más claros de este sistema de “rastreo”, lo ha ejemplarizado el “caso Fuenlabrada”. El equipo de fútbol viajó a A Coruña para jugar su partido, sabiendo que alguno de sus jugadores había dado positivo en la prueba de la PCR. Si ese caso se hubiera puesto en conocimiento de los médicos de familia y de los rastreadores, seguro que ahora no estaríamos asistiendo a un claro riesgo de salud pública para muchas personas, que solo se visualiza por los continuos rifirrafes de los alcaldes y del presidente del Club Fuenlabrada, quien ha olvidado cumplir el protocolo que está establecido en base a la evidencia científica.
¿"RASTREO" EN BARAJAS?
Otra de las preguntas que todos deberíamos hacernos y especialmente las autoridades sanitarias: ¿se está haciendo el “rastreo” de los posibles casos de las personas que llegan al Aeropuerto Adolfo Suárez? Sencillamente no. No se hacen porque no se exige ningún tipo de prueba ni en destino, ni en origen y seguimos con el precario “control de seguridad” basado en la encuesta, la toma de la temperatura y la inspección visual. Este jueves el Consejero de Sanidad le ha recordado de nuevo al Ministro de Sanidad, que se debería mejorar el control en el Aeropuerto para aumentar la seguridad, no solo de Madrid, sino de toda España. Después, el Consejero de Sanidad con mucho acierto ha insistido en rueda de prensa, en la importancia de llevar la mascarilla en todos los lugares cerrados, en el trabajo, en los supermercados y comercios, en el transporte público y también en la calle, pero cuando no se respete la distancia de seguridad, que sigue siendo la medida más eficaz y eficiente para controlar el contagio de la enfermedad.
"Todos sin excepción, tenemos que asumir nuestra personal cuota de responsabilidad, y todos los ciudadanos deberíamos reforzar y apoyar la labor de los rastreadores"
Mientras tanto, la distancia de seguridad y la higiene de las manos están siendo relegadas de todos los debates, entrevistas y declaraciones, en favor del tan traído y llevado uso de la mascarilla. En este sentido los titulares de los medios pueden confundir a muchos ciudadanos, porque Madrid y Canarias, también exigen desde el principio llevar la mascarilla para evitar nuevos contagios.
Pero todos sin excepción, tenemos que asumir nuestra personal cuota de responsabilidad, y todos los ciudadanos deberíamos reforzar y apoyar la labor de los rastreadores, quienes solicitan colaboración en forma de honestidad y sinceridad por parte de los casos positivos y sus contactos; no somos ciudadanos responsables cuando les dejamos a ciegas en su labor de rastreo, ocultando contactos a veces, y ocultándose esos contactos declarados en otras ocasiones, con el fin de evitar la cuarentena. Debemos recordar los lemas de las diferentes campañas de concienciación realizadas por el Ministerio de Sanidad: “Este virus lo paramos unidos” y “no lo tires por la borda”. Hemos hecho y estamos haciendo todos un gran esfuerzo, no pongamos en riesgo lo conseguido y no nos arriesguemos a volver al punto de partida.