Osados

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Parece el nombre de un concurso de televisión en hora de máxima audiencia, pero en verdad pretendo reflejar las conductas arriesgadas en cualquier ámbito de la vida, sobre todo en aquellas actividades que la ponen en riesgo.

En verdad hay personas que parecen desafiar al destino, tal vez por llevar una vida monótona, tal vez porque les prive la adrenalina o porque ya están de vuelta del todo, pero nunca entenderé que pongan lo más preciado que tienen en el filo de la navaja, como si fuera una banalidad la existencia, cuando otras tantas personas no pueden elegir por padecer enfermedades terminales.

Solo podría disculpar a quienes les restan horas, días, semanas o meses de vida, como un último permiso, como una licencia sin límite, pero sin daños a terceros, porque en el fondo tengan patente de corso para hacer lo que quieran, porque ya nada ni nadie puede oponerse, ni ellos quieran resistirse.

Recientemente hemos conocido el caso de dos espeleólogos que se habían sumergido en una gruta en Cantabria y a los que hubo que rescatar empleando varias jornadas de más de sesenta profesionales.

Todo un derroche por un simple capricho antojadizo de dos temerarios que creían tener controlada la aventura y al final asumieron que se habían perdido y simplemente esperaron que el Sistema pusiera en marcha sus recursos para rescatarles, repito, como si fuera pecata minuta, como si fuera una broma, como si fuera un juego. Hasta el tono de las justificaciones resultaba ofensivo.

"La condición humana conlleva solidaridad, pero eso no es o no debe ser un cheque en blanco"

Lo disculparía si hubiera habido causas ajenas que hubieran enturbiado su regreso, como un temblor o un corrimiento de tierras, como fenómenos meteorológicos adversos, como el ataque feroz de animales salvajes, pero no, simplemente se distrajeron, perdieron las referencias, como si de meros aficionados se tratara, obligando a la administración a realizar un despliegue que alguien tendrá que pagar.

¿Acaso los espeleólogos disponían de algún tipo de seguro, como los que tienen los deportistas federados, y que cubra algunos de los gastos de su asistencia? La condición humana conlleva solidaridad, pero eso no es o no debe ser un cheque en blanco.

Aún me embarga la emoción al recordar el rescate de los 33 mineros de la Mina San José en el desierto de Atacama, Chile, allá por el 2010. Un corrimiento de tierras pudo haberles sepultado en vida, pero tanto su heroica resistencia como la firme convicción por arrancarles de las garras de la muerte, fueron dignas de encomio. Ellos estaban trabajando, cumpliendo con su deber, no era un juego.

¿Recuerdan cuando personas acaudaladas en EEUU decidieron bajar en un submarino privado para visitar los restos del Titanic? La pequeña nao se despresurizó a bajas profundidades y se invirtieron grandes cantidades habiendo perdido toda esperanza de rescatarles con vida, solo por recuperar sus cuerpos y analizar los restos de la nave cuando todo había sido fruto de un capricho millonario. Imagino que entonces algún ente o seguro cubriría el desembolso.

"Una vez más tenemos que ser los profesionales contrastados los que salimos en auxilio de esos temerarios que consumen voluntaria e inconscientemente medicamentos sin fijar una pauta, ni en cantidades, ni en tiempos"

En el ámbito sanitario sucede algo parecido con aquellas personas que frecuentan las consultas, no por capricho, sino por necesidad, muchas de las cuales acaban surtiendo de medicamentos a terceros que se automedican sin control ni rigor médico. También los hay que prescinden de las visitas y se diagnostican, prescriben y adquieren fármacos creyendo saber sus consecuencias. Tampoco ayuda mucho que se promocionen en TV como si fueran refrescos o perfumes.

Una vez más tenemos que ser los profesionales contrastados los que salimos en auxilio de esos temerarios que consumen voluntaria e inconscientemente medicamentos sin fijar una pauta, ni en cantidades, ni en tiempos, y cuando tienen efectos secundarios acuden prestos a su médic@ para que repare los daños, cuando una simple visita inicial habría evitado estas consecuencias.

Capítulo aparte merecen las conductas y aventuras límite, sea en el aire, en el agua o en la tierra, que requieren preparación y equipos de protección especiales, puenting, barranquismo, parapente, vuelo humano con traje de alas, etc.

Es cierto que muchos cuadros médicos, si no terminan con el fallecimiento por osadía, han de solucionarse o minimizarse a posteriori con prótesis o mutilaciones.

En cualquier caso, la medicina anticipa posibles riesgos futuros, no como una suerte adivinatoria, sino con el conocimiento que dan los estudios y sobre todo los años de ejercicio, sin embargo, no siempre somos escuchados y nuestras palabras caen en saco roto y sin embargo la prevención salva vidas aún a costa de resultar antipática.

Está muy bien realizar ciertos ejercicios, practicar determinados deportes, consumir determinadas comidas y bebidas, viajar a muchos destinos, etc., no así lo mismo con fármacos sin prescripción sanitaria, y aún en esa circunstancia tan dolorosa conviene hacerlo siempre con sensatez, demostrando que "los dos dedos de frente" son en vertical y no en horizontal, y más en vacaciones. Por favor dejemos las ruletas rusas para las películas que terminan en “fin” y no en “rip”.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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