Recuerdo mi infancia y adolescencia, cuando mi madre me mandaba a la "mantequería", también podría llamarse, ultramarinos e incluso tienda de coloniales. En aquel entonces no existían tantos supermercados como ahora, llevaba una lista de la compra, a lápiz y casi siempre encabezada por la clásica botella de aceite. Rara era la semana en que no había que comprar una o dos para el consumo casero.
Uno ya tiene una edad y es verdad que los hábitos de consumo han variado considerablemente, hasta el punto de que ese tipo de negocios ya no existen, han sido suplantados en su mayor parte por grandes superficies, donde casi todos adquirimos nuestros bienes de consumo una vez por semana y en grandes cantidades y no por unidades.
También han variado los formatos y en muchos casos la propia lista ha variado conforme a las necesidades de los tiempos que corren, pero el aceite sigue encabezando las mismas como bien de primera necesidad. Porque, igual que el perejil, conforma todas las salsas, los guisos, los aderezos, etc.
Nuestro país lleva siglos siendo agraciado con un producto majestuoso que ha convertido nuestra dieta, la mediterránea, en una referencia mundial saludable, y en la cumbre de la misma, confirmado por muchos nutricionistas, está el propio aceite de oliva virgen extra (AOVE).
"Nuestro país lleva siglos siendo agraciado con un producto majestuoso que ha convertido nuestra dieta, la mediterránea, en una referencia mundial saludable, y en la cumbre de la misma, confirmado por muchos nutricionistas, está el propio aceite de oliva virgen extra"
Hasta ahora me parecía una metáfora preciosa que lo llamaran el “oro líquido” por su alto valor nutricional y por su relevancia, no solo en nuestra alimentación de forma directa, sino conformando muchos productos que nos rodean, como pomadas, cremas, etc.
Pero, de un tiempo relativamente corto a esta parte, está empezando a convertirse en algo más que una metáfora, en una realidad por el alto valor que ha alcanzado en la cesta de la compra. Sin entrar en los empleos que genera, la masa forestal que supone o el agua que consume su producción según sean olivares de regadío o secano.
En un principio lo justificaron por la coyuntura bélica entre Rusia y Ucrania. Luego se combinó con una mala cosecha o la suma de varias, cuando la producción antaño rara vez se veía mediatizada por esta circunstancia ante los elevados índices de producción, pero la Comunidad Europea intermedió para que fueran arrancados muchos olivos a golpe de subvención, limitando la excesiva superficie destinada a su producción.
Y una vez más la ley de la oferta y la demanda empezó a condicionar el precio, porque nuestro aceite era muy codiciado en todo el mundo y la escalada de precios en principio hizo duplicar el valor que durante tantos años conservó la tradicional botella de litro.
¿Sería posible una dieta saludable sin aceite de oliva? ¿Cómo harán los pueblos que desconocen este regalo divino para sobrevivir?
Sin embargo, de todos es sabido que el consumo de un año se basa en la producción y almacenamiento de años precedentes en las almazaras, por tanto, una mala cosecha de este año influiría en el precio de dos o tres años más adelante, pero claro el miedo guarda la viña y los productores han anticipado los riesgos para cubrir las pérdidas posteriores y así vemos los precios astronómicos actuales.
Hace unos pocos días presencié un desagradable incidente en un supermercado cercano: un usuario intentó sustraer a la carrera tres garrafas de este producto siendo interceptado en la puerta por el personal de dicho centro. El valor de cada botella ascendía a más de 50 euros. Jamás en mi vida hubiera imaginado a nadie “descuidando” una botella de aceite y menos tres garrafas de 5L.
Hoy día este producto incorpora etiquetas de seguridad debido al valor sideral que han alcanzado y que prácticamente resulta insustituible a la hora de cocinar. Y es que algunas secciones de los supermercados empiezan a aparecer joyerías de lujo: la cesta de la compra cada vez se está poniendo más difícil.
"Algunas secciones de los supermercados empiezan a aparecer joyerías de lujo: la cesta de la compra cada vez se está poniendo más difícil"
Es cierto, y esto hay que reconocerlo, que también está cambiando el modelo productivo y muchos agricultores han recibido tentadoras ofertas para convertir sus viejos huertos en espacios para las energías renovables y así es muy normal ver antiguos campos hoy día sembrados de paneles solares o de aerogeneradores en vez de viñedos, tomates etcétera y eso naturalmente también repercute en el precio final, encareciéndolo.
La salud no se puede sustituir ni suplantar con sucedáneos de peor calidad, y cuando no hay recursos, ni siquiera la imaginación cubre esas lagunas y ello termina repercutiendo en el bienestar de las familias. Convendría evaluar alguna medida extraordinaria para solucionar esta situación. ¿Sería posible una dieta saludable sin aceite de oliva? ¿Cómo harán los pueblos que desconocen este regalo divino para sobrevivir?
Nuestra cultura mediterránea ancestral tiene muestras palpables de la importancia del olivo, como pudiera ser la paloma portando una rama de olivo como símbolo del final del diluvio, de la tormenta aniquiladora, como símbolo de paz y prosperidad, la que conlleva nuestro estilo de vida y nuestra dieta.
"La salud no se puede sustituir ni suplantar con sucedáneos de peor calidad, y cuando no hay recursos, ni siquiera la imaginación cubre esas lagunas y ello termina repercutiendo en el bienestar de las familias"
Si perdemos la esencia fundamental y diferencial de nuestra dieta, por las múltiples circunstancias antes descritas más unos cuantos imponderables, multiplicados todo por el cambio climático, tendremos la tormenta perfecta y el comienzo de la degeneración progresiva de nuestra calidad de vida. Sigan, sigan por esa línea, que a fe mía consiguen extinguirnos como los dinosaurios, solo que de nosotros no quedarán ni los huesos. Si la Europa de los pueblos y culturas se torna en solo un gran zoco la oferta de convivencia resultará muy liviana.
Cuando las consultas empiecen a saturarse con patologías derivadas de malos hábitos alimenticios, encabezados por el empleo de alternativas al aceite de oliva, entonces los irresponsables de turno, algunos residentes en Bruselas, se tirarán mutuamente los trastos a la cabeza, se rasgarán las vestiduras y lamentarán no haber tomado las medidas oportunas, junto a acusaciones a sus predecesores. La eterna cantinela.