Como consultor especializado en temas de salud, mucha gente me pregunta en qué situación se encuentra el sistema público de salud español en relación con el resto de países europeos. En mi opinión, siete elementos deben tenerse en cuenta para establecer la comparativa. Uno de ellos es la promoción y prevención de la salud como instrumento clave y sobradamente demostrado en la literatura científica como coste-efectivo en la que los gobiernos deberían invertir recursos para la mejora del sistema. Ya lo sabemos, prevenir es mejor que curar y en sanidad, aún más.
Veámosla posición de España en el ranquin de la OCDE sobre determinantes de la salud de 2016. Ocupamos el puesto 29º de 34 en porcentaje de adultos fumadores, el 20º en consumo de alcohol, el 15º en obesidad en adultos y el 26º en sobrepeso y obesidad en población infantil. No son buenos resultados.
Sin embargo, existen algunos datos para el optimismo. Entre 2000 y 2013 el porcentaje de fumadores en España se redujo de un 31% a 24% - porcentaje todavía demasiado elevado-. Más datos positivos: España tiene un 96% de cobertura de vacunación infantil para la difteria y el tétanos y un 95% para el sarampión. Por contra, según datos de 2013, nuestro 56% de cobertura de gripe en mayores de 65 años todavía está por debajo de las recomendaciones de la OMS.
"La actual coyuntura de repunte económico es una oportunidad para volver a apostar con fuerza por políticas públicas de promoción y prevención, tras la contracción de los presupuestos asignados a ellas durante los años de crisis económica"
Conclusión: frente a otros países, queda camino por recorrer. Por suerte, la actual coyuntura de repunte económico es una oportunidad para volver a apostar con fuerza por políticas públicas de promoción y prevención, tras la contracción de los presupuestos asignados a ellas durante los años de crisis económica.
En este contexto, existen algunos elementos que me parecen relevantes. Uno de ellos es el impulso de los programas de vacunación en todas las etapas de la vida, no únicamente en la edad infantil, donde no hay que bajar la guardia, sino en programas de vacunación en población adulta y en la introducción de innovaciones en la vacunación. También lo es el impulso de programas de cribado y vigilancia de la salud en un mayor número de patologías. La aplicación de principios económicos de comportamiento a las iniciativas de salud pública es efectiva a la hora de crear entornos saludables y promover la conciencia de la salud (un ejemplo de ello es el impuesto a las bebidas azucaradas); de la misma manera que son necesarias las políticas de promoción y prevención de la salud en las empresas para favorecer el conocimiento de hábitos saludables entre la población. A su vez, es imprescindible favorecer el conocimiento de la población sobre la salud digital y cómo la tecnología nos puede ayudar a monitorizar nuestra salud, mejorar la adherencia a nuestros tratamientos y fomentar el ejercicio y los hábitos saludables. Por último, es fundamental fomentar entre la población la cultura de cuidado de la salud, sobre todo en aquellos grupos de población con menores recursos.