Según el diccionario, motivación se define como "la acción de motivar o estimular a una persona", aunque también se entiende como "aquello que anima a una persona a actuar o realizar algo". Por su parte, la vocación es "la inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo".
Muchos estudiantes, opositores o preuniversitarios, se ven en la tesitura de elegir en un momento dado de su vida entre seguir su vocación conforme a sus gustos, deseos, posibilidades, pero teniendo que afrontar motivaciones externas, como la nota, las plazas o los recursos.
Cuando todo cuadra, uno puede gritar eso de "eureka", porque se ha logrado la cuadratura del círculo, se ha ordenado el cubo de Rubik de la vida particular y todas las piezas están en su sitio. Se puede alcanzar un sueño porque vocación y motivación están en la misma línea recta y solo imponderables pueden desviar de la ruta diseñada.
Sin embargo, la vida suele darnos muchos reveses y el azar también juega sus cartas, torciendo una trayectoria que fue pensada tan directa como las anteriormente descritas, solo que la nota no se alcanzó, las plazas eran insuficientes y los recursos propios muy limitados.
Los médicos sabemos muy, pero que muy bien sobre este particular, pues en algún momento todos nos tuvimos que enfrentar al complejo examen del MIR a fin de poder optar a una plaza para estudiar la especialidad vocacional. Decenas de miles de candidatos en todo el territorio nacional para varios millares de plazas convocadas anualmente por el Estado.
Pasar un año (óptima posibilidad), dos (en el mejor de los casos), y tres o más (como suceso corriente) para superar esa dura prueba de acceso es un reto al alcance sólo de mentes muy preparadas física y psicológicamente, por lo que el resultado tiene un efecto catártico si se logran los objetivos; consolador, si el marcador solo es pasable; y desalentador, si se ha fracasado en el intento.
Los hay que eligen el qué, el cuándo, el cómo y el dónde. De esos privilegiados para abajo, todos los demás. La casuística es infinita y todos tenemos cerca casos en cualquiera de las opciones. Unos han alcanzado el éxito, otros han aprendido a conformarse y otros se ven impelidos a seguir persiguiendo alguna de las respuestas anteriores, para no quedarse fuera.
La vocación médica, como en cualquier otra profesión, ayuda y mucho, porque sugestiona a la persona a sacrificarse día a día por puntuar, por superar los retos y a uno mismo, otorga felicidad saber que puedes ejercer aquello en lo que soñaste desde pequeño. Pero no basta.
La motivación hay que buscarla en uno mismo si esas metas no se han alcanzado y bien aceptar que hay muros que nunca jamás alcanzaremos, o bien buscar los medios para perseverar sin rendirse porque aún quedan posibilidades.
Los coach modernos trabajan conceptos como estos, pero hemos de ser conscientes de que muchos de estos conceptos residencian en nuestro interior sin que hayamos sido conscientes de poseerlos.
La verdadera habilidad radica en encontrarlos en nuestro interior y hacer converger tenazmente vocación y motivación, y si aun así no se logra, autopremiar nuestro esfuerzo e incorporar el resultado como experiencia para sacar conclusiones. Solo así se avanza en la vida.
Alfonso Vidal
Jefe Unidad del Dolor Hospital Quirónsalud Sur de Alcorcón
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