Justo a tiempo

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Nada hay más poderoso que una idea a la que le llega su momento”, frase que le atribuyen al poeta, novelista y dramaturgo galo Víctor Hugo, autor del mítico “Los miserables” tantas veces teatralizada, incluso musicalizada y en su paroxismo, incluso llevada a la gran pantalla. ¡Y quién sabe si algún día un holograma dentro del que podríamos participar!

La vida es aquello que sucede mientras pasa el tiempo, pero ni siquiera esto puedo firmarlo como propio, porque una inteligencia artificial me chiva que algo similar dijo John Lennon ("la vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes") y quién soy yo para restarle méritos al genio de Liverpool, que habría cumplido 84 años hace poco de haber vivido (esta última es una licencia que me permito para dar más empaque a la tribuna).

Suena muy helénico, pero a veces, también me asalta la duda al pensar que somos nosotros quienes pasamos mientras el tiempo permanece. Precisamente los griegos utilizaban varias denominaciones: Kronos, que sería el devenir continuo y al que no debemos dejar que nos arrolle; Aion, sería la eternidad que da perspectiva y contexto; y por fin el escurridizo Kairos, que sería el momento oportuno al que debemos atrapar y vivirlo.

¡Cuántas cosas no giran a nuestro alrededor sin la dimensión temporal como determinante máximo! Les muestro las mías: reuniones, intervenciones quirúrgicas, consultas, más intervenciones, clases, citas personales, más consultas, más clases… solaz y a cuántas llegamos con las manecillas del reloj (¡qué viejo me estoy haciendo, si ya casi no quedan analógicos!) en el filo, con un pie y medio más “pa´lla que pa´ca”.

Los grandes centros comerciales, los pequeños negocios, los centros de salud, las farmacias, etc., se rigen por un horario y da mucha rabia llegar más tarde, sobre todo cuando precisas algo urgente y has acudido con celeridad porque sabías que acudías en el límite. En ese momento te acuerdas de las raras tiendas de 24h, el auxilio de último momento ante los olvidos.

Luego hay otras actividades, como las desarrolladas en complejos deportivos, locales de ocio, templos religiosos, escenarios musicales… que desearías prolongar más allá de la hora, porque en verdad estás disfrutando y querrías continuar “hasta el amanecer”. Bueno, igual me ha quedado un poco exagerado, pero ya me comprenden.

Hay dos ejemplos paradigmáticos del límite horario. Los encuentros deportivos, máxime cuando el resultado está por determinar, y las citas electorales, que son monitorizadas casi hora a hora, para medir la participación y tratar de inferir un resultado en virtud de una mayor o menor participación/abstención. En ambos casos, cuando llega la hora, se suele decir eso de “la suerte está echada”, porque ya no hay vuelta atrás.

"No soy un paladín de la predestinación, ni de ninguna suerte adivinatoria, pero sí creo que el destino es muy antojadizo y que lo que nos tiene que suceder, nos sucederá, más si evitamos el peligro quizá la fortuna, pero sobre todo la salud, nos sonrían por un tiempo superior"

Con frecuencia les pedimos a los pacientes que ejerzan las dos acepciones de la palabra, que sean nuestros interlocutores y que sepan esperar con calma y templanza, aun cuando sabemos que llevan meses de dilación y vienen desde lugares remotos con la esperanza de curar y/o aliviar sus problemas, y pese a ello conservan el sosiego si bien saben que no somos brujos ni hechiceros, pero sí anhelan que se haga “la magia de la ciencia” en este tiempo presente, o mañana o tal vez pasado.

Hay actos médicos que requieren de máxima celeridad, como la reanimación cardiopulmonar (RCP) o la maniobra de Heimlich ante un atragantamiento, o una hemorragia que en poco tiempo puede llevarse la vida o estabilizar una fractura hasta la evacuación a un centro adecuado…

La vida humana es algo tan endeble que la gente no sabe la facilidad con que puede perderse o salvarse en unos pocos segundos, minutos en el mejor de los casos. Estabilizar las constantes vitales a una persona afectada es el primer paso y el más importante.

Estas últimas semanas hemos hablado y mucho de los efectos catastróficos de la DANA. Igual que ante muchas patologías hablamos de la importancia de la detección precoz como principal baluarte para su derrota, atender a los avisos de emergencia en el momento oportuno salva vidas por eludir conductas temerarias y por anteponer medidas precautorias a riesgos innecesarios.

No soy un paladín de la predestinación, ni de ninguna suerte adivinatoria, pero sí creo que el destino es muy antojadizo y que lo que nos tiene que suceder, nos sucederá, más si evitamos el peligro quizá la fortuna, pero sobre todo la salud, nos sonrían por un tiempo superior.

Y para terminar en alto, sobre todo en situaciones que parecen imposibles, recuerden a Cervantes, que puso en boca de su ingenioso hidalgo la siguiente sentencia: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.

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