“It’s winter that makes people who they are”

Javier Padilla
Secretario de Estado de Sanidad

Ese invierno que nos modela como sistema fue la pandemia, y un lustro después de su inicio podemos aprovechar para repasar lo que hemos mejorado, las tareas pendientes y la situación en la que estaríamos en el caso de que alguna de las amenazas pandémicas que rondan nuestra salud global diera el salto a convertirse en una pandemia de características similares.

La pandemia de COVID-19 nos llegó casi una década después de haber aprobado la ley 22/2011 General de Salud Pública, pero sin que apenas ninguna de las tareas encomendadas a las instituciones en esa ley hubiera sido desarrollada. Ni a nivel de órganos de gobernanza ni de sistemas de información o de desarrollo de redes de vigilancia. Cinco años después de la pandemia estamos a punto de culminar el cumplimiento del último de los tres hitos de transformación de la salud pública que venían reflejados en esa ley: I) la Estrategia Estatal de Salud Pública, aprobada en junio de 2022, II) la creación de la Red Estatal de vigilancia en Salud Pública, cuyo Real Decreto se aprobó en junio de 2024, y III) la Agencia Estatal de Salud Pública, en la última fase de “It’s winter that makes people who they are” la tramitación parlamentaria y con expectativas de cerrarse cuando se reanude la actividad parlamentaria tras el mes de enero. El aspecto más negativo en materia de salud pública seguramente sea el relacionado con los y las profesionales que la desempeñan. La reciente aprobación del primero de los documentos derivados de la Declaración de Zaragoza muestra que 2025 será un año en el que se tratará de avanzar, y mucho, en esta materia, tanto en determinación de perfiles y necesidades como en el avance de aspectos tan fundamentales como la carrera profesional.

La crisis de profesionales existente a nivel global y de la que España no es una excepción (aunque sí tenga singularidades)

Otro de los elementos que se mostraron críticos durante la pandemia fueron los sistemas de información, que avanzaron en un año lo que no habían avanzado en décadas y que gracias a la Estrategia de Salud Digital han dado pasos de gigantes en un entorno de interoperabilidad entre las Comunidades Autónomas y de liderazgo asimétrico y colaborativo dentro del Sistema Nacional de Salud. Si tuviéramos que señalar dos elementos que aún han de ser transformados para hacer frente a nuevas emergencias de salud pública, podríamos señalar, por un lado, la recuperación completa de la universalidad para asegurar que en cualquier situación la exclusión sanitaria no es un elemento amplificador de los impactos sobre la salud y, por otro lado, la crisis de profesionales existente a nivel global y de la que España no es una excepción (aunque sí tenga singularidades).

Estamos mejor que en 2020 de cara a preparación y respuesta frente a eventuales pandemias, pero hay margen de mejora. Una parte de ese margen se abordará, sin duda, en 2025.

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