Decir verano es hablar de calor, de mucho calor. Se hace presente la descompensación hídrica debido a la evaporación, ventilación, sudor natural y, casi sin querer, todas las armonías circulatorias se verán afectadas por la estación más tórrida del año, que además suele coincidir con el periodo vacacional, especialmente entre los meses de julio y agosto.
El estrés acumulado durante el año buscamos distenderlo en esas semanas de asueto, de relax, de expansión personal, de relajación física, en esa tierra de nadie donde no recibimos órdenes, instrucciones, gritos, interrogatorios, sino una gran calma que ralla el silencio, la ausencia del ruido, el sueño plácido, el descanso…
Ese desequilibrio perpetuo en que vivimos el tiempo restante buscamos compensarlo y reencontrarnos con nosotros mismos, persiguiendo la autorregulación, que nos permita mantener una relativa constancia en nuestro orden interno. Es lo que se llama “homeostasis”.
"Lo mejor para el paladar no siempre sea lo mejor para la salud, aunque contribuya a nuestro relajo y por ende a nuestro equilibrio emocional, por eso hemos de buscar la armonía entre la salud y esas pendientes tentadoras por las que solemos dejarnos caer"
Es cierto que lo mejor para el paladar no siempre sea lo mejor para la salud, aunque contribuya a nuestro relajo y por ende a nuestro equilibrio emocional, por eso hemos de buscar la armonía entre la salud y esas pendientes tentadoras por las que solemos dejarnos caer.
A quién no le apetecen ciertos alimentos o ciertas bebidas cuyo exceso depara no pocos resultados contraproducentes, máxime en verano, cuando nos creemos libres de los rigores salubres y damos rienda suelta al desmán consumista tratando de olvidar la dieta y la ansiedad, la fatiga, el agotamiento del resto del año… ¡Ay,¡cuántos accidentes se producen por el exceso de confianza y la osadía!
Todo en exceso es lesivo y habitualmente gravoso en todos los sentidos, pero como profesional sanitario solo me preocupo de lo primero, para lo segundo ya tenemos a los economistas. Esa felicidad que asociamos con las buenas comidas, bien regadas, rodeadas de familiares y amistades ni pueden ni deben “salirse de madre”, como decían antiguamente.
"Todo en exceso es lesivo y habitualmente gravoso en todos los sentidos, pero como profesional sanitario solo me preocupo de lo primero, para lo segundo ya tenemos a los economistas"
Subir una montaña es difícil, como alcanzar cualquier meta, superar cualquier desafío, lograr cualquier reto, pero no siempre lo más complicado es obtenerlo, sino mantenerse o en el caso de la montaña descenderla. Por eso no podemos desfondarnos tras coronar esos objetivos, sino saber que después habrá que desplegar atención y otro esfuerzo similar o superior por lo que debemos dosificar esfuerzos.
Ahí radica el mérito de la homeostasis, en mantener un equilibrio, un orden, una proporción, una armonía, como la que perseguían los clásicos.
Pero esa estabilización, ese equilibrio inestable, debe mantenerse el resto del año porque somos seres racionales a los que nos exigen ponderación, sensatez, en el ámbito familiar, amistoso, laboral, por la calle…Si nos despendolásemos dejaríamos de ser nosotros mismos, nos alienaríamos hasta perder nuestra esencia.
Quien come mucho, quien bebe mucho, quien fuma, ha de saber que asume una serie de riesgos, pero lo mismo que quien lee mucho, hace mucho deporte o ve mucho la televisión…Ya, ya sé que no son circunstancias equiparables, pero todo en exceso se paga y nos separa del fiel de la balanza y que solemos identificar con la normalidad, la tranquilidad…
Dicen que existe un orden perfecto en el cosmos, pero al resultar tan extenso, los estudiosos solo pueden hacer conjeturas pues aún no se han inventado naves tripuladas que nos conduzcan al más allá, cruzando agujeros de gusano… Los estudios a veces parecen perseguir o confirmar la ciencia ficción, porque hasta que no llegue el hombre y constate lo que hay, nos será difícil aceptarlo.
"Nuestro organismo está diseñado para encontrar un equilibrio ante un entorno cambiante, por eso lo sabio sería ayudarle no forzando en demasía las situaciones fisiológicas"
La salud es una realidad constatable y aunque la resolución de algunos procesos como ciertos cánceres, ciertas enfermedades degenerativas o el mismísimo Alzheimer aún son una utopía, sí sabemos que lograremos domeñarlas y superarlas, alcanzando el equilibrio deseado. Para entonces, igual surgirán nuevos desafíos, tal vez éticos, que pondrán de nuevo el listón muy alto.
Nuestro organismo está diseñado para encontrar un equilibrio ante un entorno cambiante, por eso lo sabio sería ayudarle no forzando en demasía las situaciones fisiológicas.
En el plano emocional, en el verano festivo, al aumentar el tiempo de convivencia también surgen fricciones y acaloramientos aplazados.Habría que ponderar las previsibles consecuencias de nuestros desatinos y debilidades, y experimentar “en casa y con gaseosa”.
Considerar en lo posible lo que esté a nuestro alcance, sin dejar de lado la satisfacción de nuestras aficiones y algún capricho, siempre y cuando nos respetemos a nosotros mismos, a nuestros semejantes y a nuestro entorno. Ese equilibrio es necesario para el ecosistema y vivir en comunidad.
¡Felices vacaciones, ojo, sin excesos!