Desde una perspectiva histórica, una revolución es un período de intensos cambios políticos, sociales y económicos que tiene lugar en una sociedad. Cambios que suelen ser profundos y afectar a su forma de organización y gobierno, e incluir la reestructuración de las instituciones políticas y económicas, el cambio de las relaciones de poder y la lucha por los derechos y libertades individuales.
Muchas son las revoluciones que ha vivido la humanidad y alterado el curso de los acontecimientos, produciendo cambios drásticos y un significativo punto de inflexión en la evolución de nuestros semejantes. Nuestra capacidad para pensar, razonar, discurrir, ha potenciado nuestra adaptación y cooperación, de ahí que el crecimiento pueda decirse que ha sido logarítmico (1, 10, 100, 1000, 10000, 100000, 1000000, 10000000…), todo ello sin considerar guerras y genocidios.
En cambio, en 10.000 años, el resto de flora y fauna apenas ha experimentado uno aritmético (2, 4, 6, 8, 10…) y su progresión se limita a un equilibrio dentro del ecosistema, salvo la impronta humana con la ingeniería, ganadería y agricultura. Atributos como tamaño, color, potencia, fertilidad… sólo han variado por la injerencia del hombre, más allá de sus instintos. Con un primordial objetivo, como es la supervivencia de su especie, vía reproducción y alimentación, siguiendo ciclos migratorios y reproductivos. No han variado sus formas de apareamiento, caza, cuevas, moradas o guaridas. En el caso de la flora, la horquilla va de la selva y la sabana a la agricultura intensiva resistente a herbicidas en invernaderos y poco más.
"La medicina no iba a ser ajena a este cambio y es una de las materias que más se ha beneficiado, hasta crear una disciplina que cada día genera más demanda y puestos de trabajo. Es la llamada 'healthtech' o 'tecnología de la salud'"
En ese mismo periodo, la vida sobre la Tierra ha experimentado varias revoluciones que nos han traído, como quien dice, hasta donde estamos, pero es la última, la tecnológica, la que ha evolucionado de forma exponencial en las últimas décadas. Es tan inconmensurable su progresión y aceleración que no hay espacio en esta tribuna para insinuarlo y menos para mostrarlo.
La medicina no iba a ser ajena a este cambio y es una de las materias que más se ha beneficiado, hasta crear una disciplina que cada día genera más demanda y puestos de trabajo. Es la llamada “healthtech” o “tecnología de la salud” que se emplea en esa área en aplicaciones móviles, dispositivos informáticos, que tira de big data, sirve para procesos de detección y tratamiento, y produce un volcado masivo de datos para controlar la evolución del paciente e identificar patrones en todas y cada uno de las especialidades médicas en aras a determinar un perfil exacto.
Sus efectos son tan notorios que vivimos rodeados de gadgets o artefactos que lo evidencian y ya no podemos prescindir de ellos. Entre los más habituales nos encontramos con masajeadores, tensiómetros, medidores de azúcar para diabéticos, pulseras o bandas de ejercicios y artilugios de moda como el Enyware, que mantiene recta la espalda estando sentado.
"Es verdad que vivimos una digitalización masiva, una tendencia excesiva a la tecnologización, pero es que los tiempos que corren exigen una mayor flexibilización, una inteligencia colaborativa, mayores dinámicas de interacción y apostar por la llamada medicina traslacional"
Es el reflejo de lo que hoy llamamos “telemedicina”, una variante que ha tenido en la pandemia de covid una potente aliada que ha favorecido que todos sintiéramos la ansiada necesidad de estar controlados por nosotros mismos y a distancia, lo que, en el fondo, es una comodidad adicional en estos tiempos tan acelerados donde hay menos y más alejada presencia asistencial sin que haya menos pacientes, que en un futuro inmediato tendrán más y mejor monitorización.
Decía Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel de economía en 2002 que “nos concentramos demasiado en lo que conocemos e ignoramos lo que no conocemos, lo cual nos hace confiar demasiado en nuestras creencias”. Puede que en verdad estemos apostando en exceso por la cibertecnología, la inteligencia artificial, que estemos perdiendo la perspectiva sobre la inteligencia emocional y nos alejemos aún más de lo que ignoramos.
Es verdad que vivimos una digitalización masiva, una tendencia excesiva a la tecnologización, pero es que los tiempos que corren exigen una mayor flexibilización, una inteligencia colaborativa, mayores dinámicas de interacción y apostar por la llamada medicina traslacional. El intercambio forzoso de pareceres entre especialidades,transversalidad y multidisciplinariedad se hacen imprescindibles por el crecimiento de la biomedicina, la genómica, la epigenética, la biología molecular y tantas otras ramas que ya marcan el paso, y la orientación de la medicina más inmediata, la personalizada y preventiva.
"Se ha progresado en la erradicación de virus, bacterias y muchos microorganismos letales gracias a fármacos, vacunas, tratamientos combinados. Pero a priori es más lo que nos queda por recorrer, que todo el camino ya andando"
Aún son muchas las patologías crónicas que a día de hoy no tienen cura, y los avances sólo han podido garantizar unas condiciones de vida óptimas hasta la más que segura muerte prematura, anticipando lo que en condiciones normales habría pasado, pero el destino es muy antojadizo. Se ha progresado en la erradicación de virus, bacterias y muchos microorganismos letales gracias a fármacos, vacunas, tratamientos combinados. Pero a priori es más lo que nos queda por recorrer, que todo el camino ya andando.
Abramos la puerta al progreso, no nos obstinemos con la inmanencia y temamos el reto solo por ser desconocido. Siempre ha habido una primera vez e ir en vanguardia marca impronta y fija el camino. Apliquemos criterios éticos y de sostenibilidad al espíritu de la ciencia, sin poner zancadillas ni recortar presupuestos. Incentivemosel conocimiento, la investigación y la cooperación, apostemos por la formación continuada y eficiente¡Ya no es lejano, el futuro es mañana!