Escenarios

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Corría el año 1977 cuando la cantante cubana Lupe Victoria Yolí Raymond, más conocida como La Lupe, susurraba esta letra: “Igual que en un escenario, finges tu dolor barato…Yo confiaba ciegamente en la fiebre de tus besos, mentiste serenamente y el telón cayó por eso. Teatro lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro”.

Traigo a colación esta entradilla no para hablar de la cuarta pared ni de ese maravilloso arte de representar la tragedia, el drama o la comedia, sino de las tablas sobre las que se materializa, el escenario, todo aquel espacio destinado a la representación de las diversas artes escénicas.

Sin embargo, lejos, muy lejos de los oropeles de la ficción, distante de los focos y el telón, se viene empleando este concepto en diferentes disciplinas y, casi en todas las ocasiones, con un matiz estratégico, geotáctico, donde priman otros actores que nada tienen que ver con Eurípides, Sófocles o Esquilo y menos las tramas que se vuelcan sobre la mesa, que es más de operaciones que el amable soporte de una cálida charla entre caracteres.

En el arte de la guerra que, como diría Carl von Clausewitz, es la política por otros medios, e incluso en esta última, se lleva empleando el concepto de escenario, pero, si me apuran más, incluso, en plural, escenarios, para aludir a las diferentes opciones que se pueden proponer ante una situación de conflicto para su posible resolución, aceptando que no hay una única respuesta cuando el problema puede, y a menudo es, poliédrico.

En cualquier caso, términos como escenario, teatro de operaciones, simulación, traídos del mundo de la interpretación y la farsa, reflejan el deseo de reducir la incertidumbre, actuando sobre lo virtual o ficticio y sacando con anticipación conclusiones para el mundo real. El entrenamiento con simulación es práctica habitual y sirve para extrapolar las pericias de las tablas al mundo real. Sun Tzu entendía que las batallas se ganaban en la planificación, estudiando la gran escena de operaciones, y en el campo de batalla se recogían las victorias.

"Siempre suele haber incidencias novedosas que incorporan y precisan de originales respuestas que demandan una inteligencia suplementaria a los hechos ya consumados"

Disculpen el spoiler a traición, aquí, en medio de la estepa tribunera, pero ni esto va a ser un ejercicio de táctica, ni pretende aportar respuestas, ni es un dedo en ojo ajeno, solo la foto espontánea de un observador, a quien la prudencia invita a reservar opiniones personales y menos todavía participantes, como les sucedía a antropólogos como Bateson y Mead, que décadas atrás describían fenómenos etnográficos en África y Oceanía.

La Sanidad, como sector estratégico para la vida de un país, se ha incorporado a las disciplinas anteriores en el empleo de este concepto que nos ocupa, aplicándolo a tragedias humanitarias de orden patológico que van adquiriendo un grado superlativo.

Fenómenos que empiezan siendo endémicos (proceso patológico mantenido de manera estacionaria en una población o sector geográfico concreto a lo largo de períodos prolongados de tiempo), pasan a convertirse en epidémicos (por afectar a una cantidad de personas por encima de lo esperado en una población durante un tiempo determinado) o pueden crecer hasta resultar pandémicos (cuando la afectación de una enfermedad infecciosa se extiende a lo largo de un zona geográfica muy amplia).

En un primer abordaje ha de reconocerse el problema, identificando el origen patógeno, la virulencia o morbilidad de éste, la correa de transmisión, el área de expansión, concreción de comités de expertos que analicen todos los datos y sugieran propuestas y, en fases sucesivas, los recursos para afrontarlos, las prioridades preventivas para limitar su contagio, el control exhaustivo de la información et al.

Escenario del coronavirus

Habiendo precedentes similares en el tiempo o en un entorno geográfico de proximidad, se pueden reproducir pautas de eficiencia que hubieran permitido resolver el conflicto entonces. Pero siempre suele haber incidencias novedosas que incorporan y precisan de originales respuestas que demandan una inteligencia suplementaria a los hechos ya consumados.

Es entonces cuando se abren esos escenarios, que suelen ser graduales, dinámicos, nunca estáticos, crecientes en su origen y por fortuna decrecientes en su desenlace. En cada momento se plasman soluciones acordes a la inteligencia disponible, pero también se demanda una anticipación ante la previsible proyección de las estimaciones. No hay bola de cristal, ni es ciencia ficción, porque siempre conlleva riesgos, tanto por el exceso como por el defecto. Se trata de aplicar las sugerencias que los expertos han desarrollado en escenarios simulados a la coordinación de políticas.

"Una información precisa, rigurosa, estricta, reconforta, da seguridad, no deja lugar a la duda ni a la fantasía, permite que expertos, autoridades y hasta pacientes tomen las medidas necesarias para su contención y erradicación"

Como en un circo desplegado en varias pistas, se simultanean los escenarios, focalizando el interés del momento, pero no conviene quedarse en la anécdota del gesto o las expresiones, sino descender hasta la categoría para poder resolver con prestancia y eficiencia el conflicto.

La ciudadanía paciente exige respuestas, tanto informativas como de recursos, ante las dimensiones que va adquiriendo un fenómeno infeccioso y no puede esperar ni a la improvisación, ni al caos, ni al sensacionalismo especulativo que juega con el miedo, principal debilidad colectiva. En estos escenarios, diversos actores se mueven como en el teatro clásico haciendo cada uno su papel con la ilusión de libertad, aunque con la sospecha de que el argumento ya está escrito.

Conste que no he citado la repercusión que puede tener esa patología, no ya en la escala individual sino en la colectiva y sus secuelas sobre otras áreas, como la económica, la social, la política, la religiosa, la deportiva, etc. Comprendan que no se puede saber de todo.

Una información precisa, rigurosa, estricta, reconforta, da seguridad, no deja lugar a la duda ni a la fantasía, permite que expertos, autoridades y hasta pacientes tomen las medidas necesarias para su contención y erradicación, sin que apóstoles del escándalo, el efectismo o la superchería aprovechen ciertos altavoces públicos cuestionando las medidas y decisiones sin tener ni la preparación ni el conocimiento completo de los datos, amén de carecer del más mínimo pudor para generar pánico, psicosis, en definitiva, inquietud.

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