Reflexionar sobre los elementos clave para la mejora del sistema sanitario español, pasa por compararlo con sus homónimos europeos desde siete ámbitos distintos: promoción y prevención de la salud, atención primaria, productividad en los hospitales, cuidados paliativos y atención al final de la vida, compromiso y empoderamiento de los pacientes, gestión de la salud de los ciudadanos y colaboración entre la industria, los proveedores sanitarios y los agentes de innovación. Los tres primeros ya han sido merecedores de titular por mi parte en este espacio, con lo cual, siguiendo el orden, hoy toca abordar el cuarto.
Los cuidados paliativos tienen como objetivo prevenir o aliviar el sufrimiento asociado con enfermedades que limitan la vida y brindar apoyo y atención al final de la vida. Una “muerte digna” implica satisfacer las necesidades de la persona y no solo tratar su enfermedad. Requiere el apoyo de equipos multidisciplinares y un enfoque en las preocupaciones físicas, sociales, psicológicas y espirituales.
"Una 'muerte digna' implica satisfacer las necesidades de la persona y no solo tratar su enfermedad"
Satisfacer estas necesidades es un desafío importante para los sistemas de salud. En el año 2015 se estimaba que en Europa entre el 69% y el 82% de las personas que mueren necesitan algún tipo de cuidado paliativo, pero el acceso a esta atención varía entre países e incluso entre los territorios de cada uno de ellos. La atención paliativa debe considerarse un servicio esencial y un derecho humano para las personas.
España se situaba en 2015 en la vigesimotercera posición de 80 países en el Índice de Calidad de la atención al final de la vida de The Economist Intelligence Unit, lejos de algunos de nuestros países vecinos como Reino Unido que lideraba el ranking, Alemania (7º), Francia (10º) o Italia (21º). Este índice incorpora 20 indicadores en categorías tales como el entorno sanitario, recursos humanos, accesibilidad y calidad en la atención y la participación de la comunidad en la atención del paciente. España obtenía buena evaluación en aspectos como la accesibilidad a los cuidados, pero la capacidad de prestar servicios (públicos y/o privados) era el indicador peor valorado.
Cuatro elementos son relevantes para cualquier sistema de salud que tenga como objetivo prestar una buena atención de cuidados paliativos. En primer lugar, una estrategia de los gobiernos que incorpore una cobertura universal y de calidad, con guías nacionales de práctica clínica, programas de cuidados paliativos en todas las Comunidades Autónomas y reconocimiento de la especialidad en la docencia y formación de profesionales en cuidados paliativos.
"España se situaba en 2015 en la vigesimotercera posición de 80 países en el Índice de Calidad de la atención al final de la vida de The Economist Intelligence Unit, lejos de algunos de nuestros países vecinos como Reino Unido que lideraba el ranking"
Segundo, un acceso equitativo a los servicios para todos los pacientes que los necesitan que garanticen que las personas sean tratadas con dignidad, respeto y compasión en todo momento, que se basen en un registro compartido (e idealmente digital) de personas con necesidades de cuidados paliativos que contenga toda la información asistencial realizada (las últimas voluntades de la persona, por ejemplo), la disponibilidad de los recursos necesarios y dónde sean necesarios (fármacos para el dolor por ejemplo)y que proporcione apoyo psicológico para la familia en el final de la vida del paciente y durante el duelo.
Tercero, personal sanitario especializado en atención paliativa que cubra los aspectos físicos, sociales, psicológicos y espirituales necesarios, personal médico con gran conocimiento en el manejo del dolor, recursos de atención psicológica para los propios profesionales asistenciales y una estrategia de colaboración público-privada con proveedores de servicios y entidades sin ánimo de lucro especializadas en este tipo de atención.
Cuarto, un incremento de la investigación en esta especialidad, muy por debajo de otras especialidades médicas comparables, focalizada en la generación de evidencia para la atención.
Desarrollar todas estas estrategias, considerando las perspectivas demográficas existentes, el aumento de la esperanza de vida y el reto de la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud, es muy relevante.