Despropósitos

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

En el ínterin formado por los últimos días del año pasado y los primeros del recién estrenado, casi todo el mundo se plantea unos objetivos a modo de reto para afrontar el periodo entrante y así tener ilusiones que alcanzar, máxime si el tiempo anterior no fue todo lo boyante que se esperaba. En síntesis: diseña unos propósitos ilusionantes más que ilusorios.

No deja de ser un trampantojo porque muchos no superan el primer mes y apenas las primeras semanas. Nos autoengañamos pensando que “esos kilos de más” … “voy a beber menos” … “ese tabaco que” … “voy a mejorar mi relación con” … “vuelvo a estudiar esa carrera que” … “voy a arreglar la habitación de” …y así podríamos rellenar múltiples novelas ejemplares o relatos para mil y una noches.

No, no somos procrastinadores, palabra que cuesta tanto de pronunciar como de escribir y que se refiere al defecto de aplazar en el tiempo obligaciones que si no imperiosas, sí muy recomendables por aquello de vivir más y mejor, aireando nuestro cerebro de complejos y zancadillas que, si no nos pone la vida, ya nos esforzamos por precipitarnos sin ayuda.

Hay un marcado cansancio, desinterés, displicencia (múltiples son los sinónimos) que solo oculta la falta de voluntad por respetarnos a nosotros mismos y por simpatía al resto tras empeñar la palabra, a veces impelidos por los demás, por la paupérrima imagen que devuelve el espejo a partir de cierta edad o incluso por imposición médica cuando los balances analíticos lanzan saldos negativos.

"No tiene sentido marcarse metas que luego no cumples y que encima te dejan en muy mal lugar ante quienes juraste o prometiste, según lo legalista que uno quiera ser"

Todo lo dicho hasta ahora podría ser de aplicación individual, pero me resisto a creer que mucho de lo expuesto sea tendencia colectiva y si me lo permiten, diré que hasta sociológica, porque no tiene sentido marcarse metas que luego no cumples y que encima te dejan en muy mal lugar ante quienes juraste o prometiste, según lo legalista que uno quiera ser. Sería como hacerse trampas al solitario, en público.

Pero parece que no basta con incumplir, que encima el destino y sobre todo ciertos personajes se empeñan en marcar la pauta con sus despropósitos que, según el DRAE, son “dichos o hechos fuera de razón, sentido o conveniencia”. Apenas llevamos unas semanas y sus disparates, incongruencias, desatinos, etc., pretenden acelerar el centrifugado de nuestro cerebro.

A menudo basta con decisiones arbitrarias, anuncios desafiantes, acompañadas de declaraciones altisonantes, pues la comunicación juega un papel intimidatorio fundamental, porque de lo que se trata es de imponer no el respeto, sino el relato intimidatorio y perdónenme, pero siempre he sido más de “la fuerza de la razón que de la razón de la fuerza”.

En verdad la vida transcurre en un sin parar, es un continuum, pero jugamos a creer que acaba un tiempo y empieza otro, por ejemplo, tras unas elecciones, donde quien ha perdido no acepta el plebiscito y se autoerige presidente, o el caso de otro que ha ganado, y amenace con apoderarse de territorios ajenos y fijar aranceles ultraproteccionistas, etc., enciende al más pacífico y sosegado, salvo a los todólogos de la polémica mediática.

"En verdad la vida transcurre en un sin parar, es un continuum, pero jugamos a creer que acaba un tiempo y empieza otro"

Acá podríamos aplicarlo al abandono de un millón de mutualistas a su suerte, a víctimas de inundaciones que no acaban de recibir las ayudas, a sanitarios que siguen siendo víctimas de violencia en consultorios por la ira de exaltados, al presidente de un club deportivo dando cortes de mangas a especuladores que incrementan de forma leonina los arrendamientos… Precisaríamos la Enciclopedia Larousse para rellenarla de quejas.

De verdad que uno hace por dejar atrás el lastre de conflictos ya superados, de discusiones, de excesos, del estrés… y arrancar de nuevo, como en un oasis, rodeado de calma y sosiego, un tiempo de reflexión, de templanza, de relax… que ya se acelerará todo con el devenir de los meses… ¡caramba, pero es que ya nadie da tregua!

Vuelves la esquina y los de siempre ya están arrojándose los trastos a la cabeza, los medios multiplicando el ruido, las redes amplificándolo hasta el infinito, tu vecino aparcando en medio de tu plaza, el propietario de esa mascota incontinente arrimando al cánido al muro de tu casa, y de nuevo precisaría infinidad de discos duros para completarlo… Dejo un propósito con vocación de leitmotiv: ¡Vivan y dejen vivir, y recuerden que #SinCienciaNoHayFuturo

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