Los especialistas en dolor a veces tenemos que tratar con los efectos psicológicos derivados del dolor, ese que resulta muy difícil de abordar y para el cual en muchos casos no existe cura definitiva, sino solo tratamientos paliativos y que deja unas secuelas a largo plazo.
Es complicado abordar el dolor psicológico, si bien para eso hay especialistas de la rama de la psiquiatría o de la psicología, pero que acaban en nuestras consultas, porque a veces el proceso es inverso: el trastorno psicológico deriva en dolor físico.
Cuando se produce una tragedia de la magnitud de la acaecida en la provincia de Valencia, y por fortuna en menor medida con algún estrago en Málaga, Castellón, Tarragona y Albacete, no basta con enviar a terapeutas especializados en traumatología, reumatología y/o enfermedades infecciosas, conviene tener preparado un remanente de expertos en salud mental, con experiencia en desastres o siniestros colectivos donde el colchón emocional del grupo queda desarbolado.
"Conviene tener preparado un remanente de expertos en salud mental, con experiencia en desastres o siniestros colectivos donde el colchón emocional del grupo queda desarbolado"
Ya vimos los estragos psicológicos que dejó la pandemia de Covid19 y aún es pronto para evaluar los generados por esta última catástrofe. Faltan las palabras para intentar consolar a quien lo ha perdido absolutamente todo y tiene que reiniciar una vida desde cero, pero con bastantes décadas a sus espaldas. No hay consuelo. ¿Cómo generar esperanza y confianza en medio de tanta desolación?
Al profundo dolor por las pérdidas humanas, irreparables, se une la desgracia de haber perdido recuerdos, memorias compartidas, enseres, bienes de equipo, modos de producción, vehículos, viviendas, locales, muchos de los cuales en efecto pueden ser repuestos, pero que demandan una ingente inversión pública para empezar de nuevo.
Es necesaria mucha fuerza de voluntad individual y colectiva para reponerse de semejante golpe y no recaer de enfermedades pasadas o flaquear ante nuevos riesgos que derivan en enfermedades que producen dolor físico.
"Es necesaria mucha fuerza de voluntad individual y colectiva para reponerse de semejante golpe y no recaer de enfermedades pasadas o flaquear ante nuevos riesgos que derivan en enfermedades que producen dolor físico"
Sabemos lo terapéutico y balsámico que pueden resultar los vínculos. Reconstruir o mejor construir de nuevo, desde cero, sabiendo que no se está en soledad, sino rodeado de solidaridad y comprensión, no eliminará heridas ni cicatrices, pero las hará más llevaderas y como muestra de lo que pasó y se superó.
Hay que sacar conclusiones inequívocas de tanta adversidad, no basta con respetar el duelo, que por supuesto queda para cada persona afectada y para el colectivo con sentido de comunidad. Las administraciones locales, regionales, nacionales e incluso europeas, deben promover e implementar medidas no para que no vuelvan a suceder, porque la naturaleza es impredecible, sino para que los efectos del clima no sean tan devastadores.
Hace falta perseverar en la veracidad de la información, mediante un espíritu crítico y análisis frío de los datos, y combatir la secuencia de contrainformación, desinformación, confusión y caos intencional, que genera no poca inestabilidad emocional y ahonda en los efectos del estrés postraumático que permanecerá más allá del #trendingtopic y del impacto mediático.
Por eso hay que insistir hasta la saciedad, sin descanso, para que nadie descuide lo que ha pasado y, a vuelta de un par de semanas, estemos a otra cosa, como si nada hubiera sucedido. No es un empeño personal por hurgar en la herida, sino un intento para que no caiga en el olvido fácilmente. El mensaje es “no estáis solos, formáis parte de una identidad colectiva, porque vosotros… sois nosotros, y nosotros no dejamos a nadie atrás”.