El “Informe sobre Envejecimiento” de la Comisión Europea, para España hace una proyección según la cual del 20,2% de mayores de 65 años en 2020, se pasa a un 25,0% en 2030, un 30,2% en 2040 y un 32,2% en 2050. Con relación a ciudadanos mayores de 80 años las estimaciones pasan de un 6,3% en 2020, a un 7,7% en 2030, 9,8% en 2040 y un 12,6% en 2050.
Concretamente, los nacidos durante el baby-boom de los años sesenta del siglo pasado, alcanzaran la edad de jubilación a lo largo de la nueva década que está a punto de comenzar. Cambios en la estructura de población que ya están teniendo un impacto significativo, y previsiblemente lo tendrán aún mayor, sobre la financiación de las pensiones y, también, ciñéndonos al área que nos ocupa, en los servicios sanitarios.
El aumento de la esperanza de vida es un éxito. Sólo tenemos que recordar en nuestro país en 1900, a las puertas del siglo XX, la esperanza de vida al nacer era de 34,7 años y ahora es de 80,5 años para los hombres y de 85,9 años para las mujeres, según las tablas del Instituto Nacional de Estadística (INE). Un logro derivado del modo de vida y de los avances en la Medicina que, no obstante, en relación progresiva con el envejecimiento y el deterioro que ello conlleva, genera una mayor prevalencia de las enfermedades crónicas, de las pluripatologías y, en última instancia a una disminución de la autonomía personal y la dependencia.
El Banco de España, en su “Informe de 2018”, recientemente presentado, señala que los efectos económicos de la evolución demográfica se manifiestan en las pautas de ahorro y de consumo, la disminución de la inversión, la prevalencia de los tipos de interés bajos y el alza del gasto sanitario y de dependencia. Es precisamente ese último ítem, el de salud y dependencia, el que desde nuestro punto de vista merece una reflexión.
"Las consecuencias del envejecimiento en los cuidados de salud representan ya uno de los retos más importantes de nuestra sociedad"
Las condiciones de la oferta de servicios sanitarios están cambiando. Las consecuencias del envejecimiento en los cuidados de salud representan ya uno de los retos más importantes de nuestra sociedad. Es perceptible que, como sociedad, debemos redefinir la utilización óptima de todos los recursos públicos y privados para avanzar en una utilización de los mismos equilibrada y eficiente.
En este punto, los analistas recomiendan que nos interroguemos sobre las razones del proceso de cambio al que estamos asistiendo e, indaguemos, en primer término, sí hay otras organizaciones sociales que ya han pasado por la misma situación y cómo lo han afrontado.
Con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Japón mantendrá en el 2050 la posición de país más envejecido del mundo que ocupa ahora, pero en esa fecha España ocupará el segundo puesto de ese ranking entre los países desarrollados.
Japón, por su condición de país más envejecido en la actualidad, lleva décadas avanzando en modificaciones legislativas de calado (Ley del Seguro de Cuidado a Largo Plazo de 1977 y Ley de Reforma del Sistema de Salud de 2015) estudiando y adaptando su sistema sanitario a ese escenario de población mayor, con enfermedades crónicas, pluripatologías y progresivamente más dependiente (de atención a agudos a cuidados de crónicos y dependientes). Con datos del estudio “Sistemas de Salud: Análisis Global”, elaborado por el Servicio de Estudios de MAPFRE, “el número de médicos ejercientes en Japón es de 2,4 médicos por cada mil habitantes, un 28,5% inferior a la media de los países de la OCDE (3,4 médicos por cada mil habitantes). Sin embargo, el número de enfermeros es de 11,3 por cada mil habitantes, un 25,9% superior a la media de los países de la OCDE (9 enfermeros por cada mil habitantes). Asimismo, el número de camas de hospital llega a 13,1 por cada mil habitantes, un 181,7% superior a la media de los países de la OCDE (4,7 camas por cada mil habitantes)”.
"Parece razonable que para abordar las líneas de actuación de la atención sanitaria y social en el futuro estemos presentes todas las partes implicadas"
En España esta tarea de previsiones a largo plazo se encuentra todavía en sus fases más iniciales. Parece razonable que para abordar las líneas de actuación de la atención sanitaria y social en el futuro estemos presentes todas las partes implicadas. El sistema sanitario español, como ya conocemos, es de cobertura universal, pero un 27% de la población (34% en el caso de la Comunidad de Madrid) dispone además de un seguro sanitario privado. Una situación que nos lleva a un porcentaje del PIB dedicado al gasto sanitario público y privado de un 9,2% en total, con una distribución en la que el 5,7% corresponde a la sanidad pública y el 3,5% a la sanidad privada. Hay que tener en cuenta, igualmente, que según recoge “El Libro Blanco de la Sanidad Privada en la Comunidad de Madrid”, el peso del sector sanitario privado en esta región, con el 59% (48) de los hospitales y el 33% (6.867) de las camas existentes, está asumiendo el 31% de los ingresos y de las altas realizadas, así como el 27% de las estancias y el 37% de las intervenciones quirúrgicas.
Desde la Asociación de Centros y Empresas de Hospitalización Privada de Madrid (ACHPM), que me honro en representar, nos ponemos a disposición de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid para colaborar en todas las medidas que será necesario implementar. Estamos en condiciones de hacer aportaciones muy significativas y confiamos que, en el marco de estabilidad de la actual legislatura regional, podamos colaborar al desarrollo y puesta en marcha de esa atención a las condiciones generadas por el aumento de la esperanza de vida. Este es el compromiso de la Asociación y de los que representamos, continuar invirtiendo en innovación científico-médica, en tecnología, en formación, en generación de empleo cualificado, etc., y promover la continuidad y desarrollo futuro de una política sanitaria que ha permitido a la Comunidad de Madrid liderar muy diversos rankings de satisfacción, prestación de servicios, calidad, atención al paciente, etc.