Empieza a ser cansino este desdoblamiento de acontecimientos entre la realidad y su relato, entre los hechos y el sentido de los mismos, entre lo que el ojo ve y lo que interpreta nuestra vertiente emocional, entre lo novedoso y lo inmanente, como si la percepción fuera idéntica. En fin, entre la realidad y el mapa de la realidad, entre aterrizar con simulador o de verdad.
Suelen decir los abogados que una cosa es la ley y otra su hermenéutica e incluso, en una vuelta de tuerca, hay quien dice que “lo decisivo para evaluar un acto de ley es la manera en que se genera y no la naturaleza de la disposición en él contenida” ¡Albricias!
Un viejo aserto decía que “la realidad es la realidad, la cuente Agamenón o su porquero” respondiendo así a la dicotomía inicial, porque en el fondo vivimos en la tiranía de los datos (¿será verdad que “dato mata relato”?), pero cuando ya se pone en duda hasta su verosimilitud, salta todo por los aires.
Últimamente viene habitual el concepto de relato como si encerrase alguna mística o fuese resultado de un oráculo de la sabiduría del que emanasen verdades absolutas, cuando la verdad es la única llave que debe abrir o cerrar puertas. Pero si “compramos el relato”, tal vez estemos aceptando la anécdota como categoría y despreciando el fondo.
"En una suerte de trampantojo constante nos venden humo, distraen con el ruido de cascabeles para que miremos lejos del verdadero foco de atención"
En una suerte de trampantojo constante nos venden humo, distraen con el ruido de cascabeles para que miremos lejos del verdadero foco de atención. Lo rellenan de términos grandilocuentes y envuelven como algo extraordinario, imprescindible para nuestro inmediato devenir y lo lanzan al ágora social como carnaza de discusión, todo ello, con pura sutileza. Si no, descontextualizan los hechos, asignándoles nuevos significados y listo el nuevo relato. Sucede en las retransmisiones deportivas en televisión y radio con diferente cortejo dialéctico hasta parecer diferentes acontecimientos.
Defensores y detractores se devoran unos a otros… mientras la realidad, lo importante y trascendente, ocurre sibilinamente, en silencio, con discreción, quizá porque estas condiciones son necesarias para que ciertas vanguardias avancen sin dificultad, pero uno se siente manipulado y hasta ninguneado, como en la infancia, cuando se decide lo sustancioso a nuestras espaldas. Hay que leer entre líneas y desentrañar la elipsis.
Está ocurriendo en Ucrania, donde los enfrentamientos armados se suceden envueltos en presuntos movimientos diplomáticos que en verdad esconden la demanda de auxilio en forma de armas, no de interposición ni de búsqueda de soluciones, sino de incrementar la beligerancia. Tampoco ayuda mucho el otro bando, que persigue recuperar los aires imperiales de antaño. Y los efectos colaterales llegan hasta nuestro bolsillo con IPC´s disparatados.
"En la vida no todo es blanco o negro, arriba o abajo, dentro o fuera, salado o dulce, alegre o triste, triunfo o derrota, etc."
También los debates nacionales, regionales y locales están sumamente encendidos porque 2023 huele y sabe a periodo electoral y está mucho en juego, hasta el punto que el ambiente por momentos es irrespirable y el mejor consejo que se puede dar es desconectar de ciertos foros, canales, medios y tomar distancia para evitar que “los intereses creados te vendan su relato”, cuando tus ojos y oídos, ven y oyen noticias que guardan poca o ninguna relación con esa construcción literaria edulcorada.
Por medio, el fuego cruzado acaba salpicando a la ciudadanía, que ojalá lo contemplara como si de un partido de tenis en el Stade Roland Garros se tratara, cuando la mayor parte de las veces es como las palas en la orilla de la playa: te acaba golpeando alguna bola suelta.
La convivencia pacífica siempre ha sido el mejor de los estados posibles, pero cuando hay enconamientos y radicalización de posturas, parece irreconciliable la situación, porque no existe capacidad de acuerdo, ni voluntad de concordia, ni de acercamiento. Muchas veces “se consigue más bordeando un muro que tratando de derribarlo con la cabeza”.
Como es natural no parece conveniente entrar al juego del “estás con nosotros o contra nosotros”, porque eso sería aceptar el chantaje emocional de que sólo hubiera dos vías de acción, pero da igual, porque el relato de unos y otros tratará siempre de abocarte irreductiblemente a SU solución, negando caminos intermedios.
En la vida no todo es blanco o negro, arriba o abajo, dentro o fuera, salado o dulce, alegre o triste, triunfo o derrota, etc. Son falsos dilemas con intención polarizante. Por suerte hay matices y la verdad de la vida, a mi juicio, reside en buscar la felicidad y disfrutar de las opciones, de las alternativas, reconciliarse en la armonía con la naturaleza, la familia y los amigos, pues lo contrario puede llevarnos al camino de la confusión.