Quien haya sido hospitalizado alguna vez, conoce muy bien la alegría que produce el momento del alta hospitalaria, puesto que supone que se ha superado un momento crítico para la salud y que ya se puede volver a la vida cotidiana, eso sí, con todas las precauciones y consejos médicos que se transmitan al paciente.
En el caso de un ingreso por insuficiencia cardiaca (IC), la transición al alta hospitalaria quizás sea el momento más crítico en la evolución de la enfermedad. Esto es así porque se trata de pacientes con un alto riesgo de reingreso hospitalario y mortalidad, que precisan de un seguimiento ambulatorio precoz y frecuente, donde se lleven a cabo estrategias educativas y terapéuticas enfocadas a disminuir el riesgo de rehospitalización. Entre estas medidas, es fundamental llevar un control exhaustivo en los primeros días tras el alta, con las siguientes medidas: una consulta telefónica de control precoz, a las 48-72h post-alta; así como la programación de una consulta presencial de revisión a los 7-10 días post-alta, preferiblemente en una Unidad de Insuficiencia Cardiaca.
Las Unidades de Insuficiencia Cardiaca son indispensables por lo que es especialmente urgente que se fomenten unidades multidisciplinares que puedan estar presentes durante toda la trayectoria del paciente: desde el inicio, en las descompensaciones que tengan lugar durante el transcurso de su enfermedad, así como en los periodos de estabilidad aparente y en los estadios terminales.
"No podemos obviar que hospitales y centros de Atención Primaria deben ser siempre vasos comunicantes en pro del paciente y hay que trabajar para que la relación entre estas dos especialidades sea fluida y bidireccional"
Esa mirada multidisciplinar es importante porque la IC es una enfermedad crónica de alta complejidad y elevada prevalencia que hace que los pacientes que la padecen se beneficien de un manejo multidisciplinar en el que deben participar, además de cardiólogos, profesionales de otras disciplinas (enfermería, medicina interna, nefrología, endocrinología, trabajo social...) que nos ayuden a proporcionar un abordaje holístico e integral, a la vez que individualizado.
En el marco de ese trabajo multidisciplinar tan necesario, no podemos obviar que hospitales y centros de Atención Primaria deben ser siempre vasos comunicantes en pro del paciente y hay que trabajar para que la relación entre estas dos especialidades sea fluida y bidireccional. Por un lado, debemos garantizar una adecuada transición de cuidados tras el alta hospitalaria, bajo un mismo protocolo que ayude a evitar o limitar los errores (la atención primaria es, además, una pieza clave de acompañamiento en el autocuidado del paciente mediante la educación sanitaria). Y, por otro lado, es preciso favorecer que, desde la Atención Primaria, se contacte de forma rápida y precoz con Atención Especializada en caso de detectar una descompensación de un paciente ambulatorio.
Con el objetivo de cuidar al máximo ese momento crucial del alta hospitalaria de los pacientes con insuficiencia cardiaca, el Hospital Universitario La Luz se ha adherido al programa MAIC Continuum, impulsado por Boehringer Ingelheim y que cuenta con el aval de sociedades médicas, para crear modelos de organización que permitan que todos los profesionales implicados en los distintos niveles asistenciales puedan trabajar de forma protocolizada, optimizando los recursos diagnósticos y terapéuticos. En este sentido, ya estamos trabajando para crear un plan de acción personalizado y adaptado a las peculiaridades y características del Hospital Universitario La Luz, involucrando a los servicios de cardiología, medicina interna, atención primaria, nefrología, urgencias y enfermería.
Como profesionales dedicados a la IC, conocedores de que es un problema sanitario de primer orden en nuestro país, supone un reto estimulante optimizar procesos que se traduzcan en una mejor gestión clínica que eviten los reingresos recurrentes de estos pacientes tan vulnerables y que, en definitiva, mejore su calidad de vida.