Civismo

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Mal, muy mal están las cosas cuando nos tienen que recordar mensajes primarios como "no pongan los pies sobre los asientos" (en los transportes públicos) o "mantengan a la vista sus pertenencias" (en las estaciones de viaje), básicamente porque significa que no los tenemos interiorizados y por tanto incorporados a nuestro elemental sistema de valores.

Exactamente lo mismo lleva pasando desde tiempo atrás con la actitud irresponsable de aquellos que no quieren admitir el incumplimiento de las normas para doblegar de una vez por todas el mal que nos acecha desde marzo de este año ¡Como si no les afectase!

Puede que las normas sean dudosas, incluso hasta discutibles, pero son las normas. El cuestionamiento puede llevarse adelante sobre el papel, debatiéndolo, contrastándolo, pero bajo ningún concepto incumpliéndolo. Sólo desde el acatamiento estricto entiendo que se pueden poner en duda las leyes. Primero las acatamos y seguimos funcionando acompasadamente, luego las mejoraremos.

Estamos viviendo una etapa de caos y desconcierto ante la confrontación de las opiniones expertas recabadas por las autoridades

Infringiendo las normas solo nos ponemos al otro lado de la ley, en el reverso tenebroso de la violación de estas, donde el castigo es la única reforma severa, correccional y punitiva. Es entonces cuando entramos en el peligroso ocaso de la marginalidad.

Pensar qué tal o cual precepto legal no va con nosotros por una libre interpretación tan laxa e inoportuna como desacertada solo lleva al limbo de la ignorancia. Pero recordemos que el desconocimiento no permite la infracción ni la ampara ni la tolera.

Es cierto que estamos viviendo una etapa de caos y desconcierto ante la confrontación de las opiniones expertas recabadas por las autoridades, pero hasta nueva orden son los dicterios de estas últimas los que imperan. Tampoco ayudan los desencuentros entre responsables públicos con intenciones más particulares que colectivas.

Resulta muy preocupante que un sector de edad de esta sociedad desafíe a la colectividad incumpliendo diariamente las instrucciones para combatir un peligroso mal que nos acecha y que no hace distinciones por razones de edad, creencias, condición socioeconómica, política, deportiva, ni nada.

He leído una entrevista en El País al antropólogo Carles Feixa donde dice que “con los jóvenes no funcionan las broncas, sino hacerles ver que los perjudicados serán sus abuelos”, que “el error ha sido no hacer a la juventud corresponsable del desconfinamiento”, y que “los jóvenes buscan explorar, y ponerse en riesgo es algo atractivo”.

Tal vez convendría desmitificar ese ideal de rebeldía osada y, al igual que con los accidentes de circulación, promover alguna campaña con otra perspectiva que inspire visión solidaria y dolor evitable.

Sigue habiendo irresponsables que no solo hacen caso omiso, sino que vulneran con reincidencia las instrucciones para evitar nuevos contagios

Si ese es el verdadero retrato robot, ¡madre del amor hermoso, vamos camino inexorable del confinamiento completo supremo por encima del Estado de Alarma propuesto por el presidente y que deja de nuevo a las CCAA la capacidad de interpretación y aplicación!

Cuando uno observa el comportamiento gregario e instintivo de las manadas salvajes en los reportajes de naturaleza, si no ha tenido la fortuna de verlos en directo en Parques Nacionales, percibe el sentido y necesidad de seguir la pauta de los líderes del grupo. En esta sociedad nuestra, presuntamente civilizada, a veces pongo en duda que sigan en pie ciertos valores que mejoraban al mero instinto como motor de cohesión social.

Se ha aportado información, se ha corroborado con datos, se ha prestado la opinión cualificada de expertos mundiales, los medios de comunicación han divulgado las noticias al respecto y aun así sigue habiendo irresponsables que no solo hacen caso omiso, sino que vulneran con reincidencia las instrucciones para evitar los rebrotes y con ello nuevos contagios.

Cuando las consecuencias de la conducta resultan lesivas a escala individual y sobre el promotor de esta, la dimensión del daño es soportable para la sociedad. Sin embargo, cuando repercute en todo cuerpo social la posición preventiva es obligada y debe ser inequívocamente contundente.  

En este proceso comunicativo no sé realmente qué falla, si el emisor, el receptor, el mensaje, el medio, el canal…pero evidentemente la transmisión no llega como debería, porque no causa el efecto deseado. Lo fácil sería descargar exclusivamente sobre “el otro”, pero igual éste no entiende bien el contenido porque no obra en consecuencia.

La simple educación cívica puede generar valor en términos de salud

Si estuviéramos seguros de la negligencia de quien desprecia o soslaya las normas y se las pasa por el arco del triunfo, no debería haber conmiseración de ningún tipo y la sanción sería a la par una forma de reinserción, tuvieran la edad que tuviesen.

Estamos ante el caso más grave de Salud Pública con el que se ha enfrentado esta generación y no podemos mirar hacia otro lado, ignorando nuestra responsabilidad individual para, dejando aparte guerras y accidentes naturales, salir victoriosos de la mayor batalla de nuestras vidas.

Debemos obrar solidariamente para poder recoger frutos. En cualquier caso, la simple educación cívica puede generar valor en términos de salud: Un simple gesto a escala global y empatía a escala individual. En estos momentos, más que nunca, hay que exigir “respeto, disciplina y civismo” para superar esta crisis.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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