La cápsula del covid

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Hace unas fechas, descansando tras una maratoniana jornada laboral, me senté a ver por televisión una película que emitían titulada “Señales del futuro” (2009), dirigida por el australiano Alex Proyas y protagonizada por el siempre controvertido Nicolas Cage. 

Su argumento giraba alrededor de un experimento, ya repetido en muchas ocasiones, en la que un grupo de personas, en este caso unos pequeños alumnos de un colegio estadounidense, dibujaban su idea del futuro en una hoja y la introducían en una cápsula del tiempo o envase hermético, que sería enterrado en el patio del colegio para su conservación durante 50 años, periodo tras el cual se reabriría por los alumnos venideros.

No les desvelaré más detalles de la película, ni les haré spoiler, por si desean verla, pero si retomaré este argumento para la tribuna de esta quincena, previa al periodo eminentemente navideño, donde tantos y tan buenos como hiperbólicos propósitos hacemos y luego casi nunca cumplimos.

¿Cuáles serán las consecuencias finales de esta pandemia vivida a lo largo de 2020?

Y es que este duro periodo que nos ha tocado vivir invita a muchas reflexiones y entre ellas sin duda ¿cuáles serán las consecuencias finales de esta pandemia vivida al largo del 2020? ¿cuál será su saldo total? ¿tendrá un final o estamos ante un punto y aparte o será el comienzo de un periodo de cataclismos?

La verdad es que muchas de estas preguntas no tendrán solución hasta el día de mañana y es para entonces sobre lo que les invito a pensar por unos momentos.

Si ayer u hoy introdujéramos unos periódicos, los podcast de radio o los vídeos de televisión con las noticias acaecidas alrededor de la pandemia, y las valoraciones de parte de la ciudadanía, así como las opiniones infantiles, quienes han sufrido el confinamiento como principal restricción, y los enterráramos en una cápsula del tiempo para que fueran leídos dentro de 50 o 100 años y para entonces extrajeran sus propias conclusiones, probablemente se llevarían múltiples sorpresas.

Muchas decisiones, por no decir todas, que hoy resultan controvertidas, problemáticas, dificultosas, a buen seguro habrán sido resueltas el día de mañana y entonces serán vistas como algo ridículo, carente de sentido y, si me apuran, hasta cómico. Lo que hoy ha supuesto una tragedia casi equiparable a una guerra mundial, será visto como algo intrascendente, superfluo y, quién sabe, si hasta patético.

El día de mañana sabrán como empezó la pandemia, cuántas víctimas reales hubo... Todo eso y más podrá hallar respuesta algún día

Estamos asistiendo a una ceremonia de la confusión donde lo que un día es arriba, al día siguiente es abajo, y lo que una mañana es blanco por la tarde es negro, sin menoscabo de que tu vecindad a la derecha diga lo contrario y a la izquierda lo opuesto. Las certezas han ido surgiendo con el paso del tiempo, como las vacunas, pero ahora se abre una nueva inquietud relacionada con los efectos, dimensiones y consecuencias de estas.

El día de mañana sabrán como empezó la pandemia, cuántas víctimas reales hubo, dibujarán gráficas lineales, de puntos, de calor, habrá estadísticas certeras, sabrán quiénes acertaron y quiénes erraron, los que aportaron y los que restaron, conocerán si las medidas profilácticas (mascarilla, guantes, geles hidroalcohólicos) fueron realmente útiles, cuál fue la población de riesgo, qué factores endógenos o exógenos influyeron…

Todo eso y mucho más podrá hallar respuesta algún día, y saben que no hablo de ciencia ficción, de naves estelares, ni de otros planetas, sino de un mañana al que llegaremos si respetamos a la colectividad, al planeta, al medio ambiente, si no perseveramos en la autodestrucción, si no frenamos la contaminación, si no reciclamos, si no mantenemos solidaridad con nuestros semejantes, si mancillamos ¿nuestro o su futuro? entorno natural…

No, no es una entelequia, ni una quimera. No es fantasía de dibujos animados, es el mundo real, el que nos rodea y pertenece, y que algún día legaremos a quienes nos sucedan.

No podemos decidir cómo vivirán, cómo se regirán, cuáles serán sus pautas y modelos de convivencia, su marco político, económico, sanitario, social, etc., no estará en nuestras manos, porque el futuro les pertenecerá, y a nadie más…

La cápsula será un reflejo de nuestra memoria, una referencia para construir sus propios valores

Pero sí nos corresponde respetar cuanto nos rodea, conservárselo no vivir egoístamente el presente perfecto sin importarnos un futuro imperfecto que será una proyección de lo que somos y ojalá sea mejorada, partiendo de nuestro ejemplo solidario.

La cápsula contendrá enseñanzas, advertencias, consejos, vivencias, será un reflejo de nuestra memoria, una referencia para construir sus propios valores, condicionantes, características y así el día que miren atrás podrán sentir orgullo de sus predecesores, y aun así nos verán, espero que, con cierta indulgencia, como rupestres.

 El mañana lo estamos construyendo ahora. Aportemos cada cual nuestro granito de arena.

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